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Bill iba por el cuarto trago, no estaba considerablemente ebrio... o quizás si, pero su subconsciente se negaba a admitirlo.

Estaba alejado de sus amigos y el resto de la gente, Gustav y Georg estaban pasando un buen rato, aunque no dejaban de echarle un ojo para verificar el comportamiento del azabache.

Una figura familiar se acercaba a él, quien estaba casi escondido detrás de una exótica gran planta.

— ¿Jugando a las escondidas? — decía
Jaco, su supervisor.

— Jacky, Jacky... — soltaba con sorna. — Ya quisiera.

— Ja, ja, ja. — exclamaba con ironía el
chico bien parecido. — ¿Que te sucede? creí que estarías entusiasmado por esta fiesta. — recriminaba.

-— De dónde saca la señora Franz los
fondos para este tipo de fiestas? ¿vende drogas o qué? — cuestionaba.

Jaco carcajeaba: — Que no te oiga
decir eso.

— Ya en serio... — levantaba sus cejas
incrédulos, la mujer tenía que estar
haciendo algo sucio para llevar tal
evento a cabo. — ¿Dónde está ella,
siquiera? — decía girando sobre sus
pies.

Jaco se encogía de hombros: — En
otra reunión, con tiburones como ella. Es una excelente empresaria y no
somos su único Call Center de llamadas sucias.

— ¿O sea que está con gente igual de turbia que ella? — cuestionaba
arrastrando las palabras.

— Podría decirse, pero bueno... todos
los empresarios son algo turbios.

La palabra clave "empresarios" la
relacionaba a Tom y eso lo hacía sentir nostálgico y necesitado.

— Me siento asfixiado. — decía mirando hacía la salida que llevaba a las escaleras y al ascensor.

— Quizas deberías soltar esto. — decía quitándole el trago de la mano. — E ir a tomar un poco de aire.

Bill bufaba sonoramente.

— Quiero un cigarro, ¿tienes un
cigarro? — preguntaba el azabache
molesto.

— ¿Tu fumas? — cuestionaba el musculoso supervisor.

— De vez en mes, ¿tienes o no? — preguntaba cansado.

Jaco reía: — Suerte para ti, si. — sacaba un cigarro de su cajetilla
y le brindaba, junto con este, un
encendedor genial de iron man. — No
lo pierdas, es mi favorito.

Bill le brindaba una sonrisa cuadrada y se tomaba de prepo lo último del trago que Jaco le había quitado.

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Tom por su parte no aguantaba,
estaba aburridísimo como el infierno.
Cansado a más no poder de esos
empresarios y harto de hablar de una
carrera política que no le correspondía en absoluto.

— Jess se divierte. Eso es nuevo. —decía su madre apareciendo detrás de
él.

Simone, una mujer excelente y el
amor de la vida de Tom.

— Está hablando con la diseñora de la marca de ropa para la que habíamos
participado hace dos meses atrás. — decía bebiendo su trago.

— Oh, eso es genial. — añadía su madre.

— Deberias ver los diseños de Jessica. — decía Tom con un brillo adorable en sus ojos. — Es realmente buena.

— Lo logrará. — aseguraba Simone. — ¿Estás abrumado?

— ¿Se nota? — cuestionaba de
inmediato.

— ¿Adivina qué? — decía la hermosa
mujer de casi cincuenta, pero que se
mantenía increíblemente jovial.

𝙡𝙞́𝙣𝙚𝙖 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙧𝙡𝙖𝙩𝙖 ↧✰࿚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora