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Logan puede escuchar a Wade desde aquí.
Ya estás hablando malditamente y el sol apenas ha salido.
También puede oírte. Los pequeños gemidos que intentas contener. Puede imaginar cómo se te hunden los dientes en el labio. El pensamiento lo hace moverse en la silla y olvidarse del desayuno.
Es tan jodidamente bonito, y el idiota está demasiado ocupado escuchándose a sí mismo como para apreciarlo.
Sabe que también podría hacerte hablar más fuerte. Es casi como si estuviera en la mansión otra vez, mirando otro juguete que no puede tocar.
Qué pérdida.
Los sonidos aumentan, el canto de un nombre se superpone a ese balbuceo interminable que le hace rechinar los dientes, antes de que el sonido se quiebre.
Tratando de no parecer interesada cuando la puerta se abre unos minutos después, toma el periódico que lleva un mes sobre la desordenada mesa y lo abre.
Ignorando cómo sale Wade, ajustando la cinturilla de un par de pantalones deportivos grises que le quedan demasiado bajos en las caderas para su comodidad.
Buscó una botella de agua, el resplandor de la nevera iluminaba la curva de su trasero. El corte de los pantalones le resultaba familiar. Logan entrecerró los ojos mientras se preguntaba si esos eran los pantalones que le faltaban.
El borde del papel se levanta nuevamente y vuelve a su lugar, justo cuando Wade se estira y se dobla aún más, antes de que le arrebaten la botella por detrás.
Logan resopla.
—Hola, compañero de cuarto —murmura Wade, mientras le hace un gesto con la tapa. La tapa vuela por el aire y desaparece en su taza de café olvidada con un pequeño « plop »—. No dejes que interrumpa esa imitación asesina de Ed Tom Bell que tienes, solo me estoy hidratando para la segunda ronda.
—Oh —dijo moviendo la cadera y girando la cabeza mientras pensaba—: ¿Eso me convierte en Josh Brolin? Dios , lo amo.
—¿Eso es todo? —Logan levanta las cejas mientras se burla, ignorando otra referencia que no entiende—. Llevo un tiempo haciéndolo.
En cuanto lo dice, se arrepiente, lo que lo expone a un ataque. Ya puede oír la respuesta cantarina ante la admisión de que ha estado escuchando.
Follando con el perro pavloviano, con esa manera de ser más que consciente de que tiene la polla medio dura. El resultado de cuidarse demasiado, un intento de volver a dormirse, fingiendo que no se está masturbando al ritmo del marco que golpea contra las paredes.
Por suerte, Wade se centra en la parte equivocada. Mientras el agua le gotea por la barbilla, balbucea: "¿Eso es todo? ¿Cómo que eso es todo ?".
