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No parece el tipo de persona que se oponga si le preguntas, puede que al principio te mire un poco raro y haga una broma o dos, pero una vez que nota la sinceridad en tu tono, sus ojos se iluminan como un maldito árbol de Navidad. Ya está corriendo hacia vuestro armario compartido, saltando y sacando sus flechas de pistola Desert Eagle de calibre cincuenta bañadas en oro (sí, las que robó de Nicepool).
Wade te besa como si fuera la primera vez otra vez, un poco nervioso, pero se cierne sobre ti con suficiente confianza como para hacerte gemir en su boca.
—Oh, joder, nena, esto es lo más asqueroso que he visto nunca —resopla entre risas y gemidos, sujetando la empuñadura de la pistola cerca de su entrepierna mientras empuja lentamente el cañón cerca de tu boca incitante. Tu lengua asoma, metiendo la punta en la boca del cañón y Wade gime con entusiasmo—. Tan sucio, oh Dios mío. Vamos a tener que hacerte un examen para ver si tienes envenenamiento por plomo.
Te alejas, pones los ojos en blanco de manera juguetona con un dejo de fastidio
Él resopla, "lo siento, solo soy una perra habladora esta noche, ¿eh? Todavía no puedo creer que esto esté pasando", te da una palmadita en la mejilla con cariño, acercándote lentamente a su pistola, observando cómo tus labios se abren más y absorbes todo lo que puedes. "Vamos, bombón. Chúpalo como si lo dijeras en serio".
y lo haces, con los ojos revoloteando y cerrando los ojos mientras pasas la lengua por el fondo del cañón, dejando que la boca del cañón te arañe la garganta. farfullas cuando Wade empuja tu cabeza antes de tirarte hacia atrás, mirando tu saliva gotear y gotear, el oro brillando bajo la tenue iluminación de la lámpara a tu lado.
Puedes sentir la forma en que tus bragas se humedecen, notar la forma en que su pene se contrae en sus pantalones deportivos que descansan demasiado bajos en sus caderas. Y con la forma en que Wade te sonríe, un poco sin aliento, demasiado silencioso, no puedes evitar agarrar el cuello de su camisa, tirando de él hacia un beso profundo, caliente y desordenado, donde sus dientes chocan y sus lenguas se exploran entre sí.
Wade te empuja hacia abajo sobre la cama, pasando su mano libre sobre tu piel antes de posarla en tu mandíbula. Su otra mano recorre el cañón de la pistola por la parte interna de tu muslo, una risa de placer se le escapa cuando gimes y arqueas tus caderas cuando presiona el arma contra tu ropa, coño. "Te gusta eso, ¿eh? Mierda, ojalá me hubieras contado sobre esta perversión tuya antes. Te habría follado con mi pistola hace mucho tiempo..."
—Bien. Lo siento, pero ahora mismo estoy muy cachonda. Eres mejor que el porno a estas alturas. Tan sexy. No he estado tan dura desde la pubertad.
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