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Deadpool inseguro se niega a hacer nada hasta asegurarse de que no puedas ver lo que hay debajo de la máscara. ¡Las vendas en los ojos son divertidas!
—Esto solo demuestra que no eres más que un ladrador y no muerdes. —La cara de Deadpool se giró hacia atrás y se detuvo para mirar la amplia sonrisa en tu rostro.
—¿Qué carajo me acabas de decir? —Ladeó la cabeza de un modo casi caricaturesco.
Durante todo el camino hacia la batalla, no paraba de hablar tonterías. Hablaba de lo inexperto que parecías en el aspecto más divertido de la vida, de lo que eso significaba que no tenías ni la menor idea. Entendía los chistes sobre lo fácil que sería arruinarte, incluso la quincuagésima vez que hizo uno sobre sus habilidades para "comer".
Todos los demás en el grupo lo ignoraron, lo que te hizo preguntarte si así era como vivía la gente aquí, después de todo, esta no era tu línea de tiempo en primer lugar. Después de la batalla, verlo derrotar fácilmente a innumerables hombres te hizo preguntarte si tal vez sus habilidades estaban a la altura de sus palabras. Entonces, cuando aceptaste sus ofertas y él retrocedió de inmediato, supiste que tus pensamientos iniciales eran correctos.
"Te estaba dando la oportunidad de respaldar tus palabras, pero no, tienes demasiado miedo de no poder estar a la altura de las expectativas". Agregaste un tono dramático hacia el final, intentando igualar el nivel de audacia que él usa.
—No necesito que veas lo que hay debajo de la máscara, tetas de azúcar. —Sus palabras se volvieron dramáticas—. Arruinarán cualquier posibilidad que tengas de tener una vida sexual en casa. Te harán gritar "oh, qué horror" todo el camino de regreso a Kansas. —Intentaba reír, pero había un dejo de odio hacia sí mismo en sus palabras.
Te pusiste de pie, sorprendiendo a Deadpool lo suficiente para que pudieras atraparlo. Incluso con el traje rojo oscuro podías ver sus músculos flexionándose por lo que solo podías imaginar como nerviosismo. Hacer contacto visual con los orbes blancos te dio una sensación espeluznante, pero persististe.
—Te aseguro que te equivocas. —Las palabras susurradas le arrancaron una risa—. Pensé que querías esto.
—Sí, quiero —dijo corriendo con una rapidez cómica, acercando su rostro enmascarado al tuyo—. Te deseo tanto —murmuró, bajando la cabeza por un segundo antes de volver a mirarte a los ojos.
Tomando su confesión como un visto bueno, te sentaste a horcajadas sobre él. Unas manos enguantadas rozaron instantáneamente tus caderas, apenas sujetándote.
—Nada te impide tenerme, ni siquiera lo que está debajo de la máscara. —Su cabeza voló hacia atrás con un suspiro, negándose a mirarte. Sus pensamientos corrían a mil por hora, provocando un silencio incómodo hasta que respondió casi arrojándote lejos de él por la fuerza.
—Lo haré si puedo vendarte los ojos. —El tono excesivamente confiado había vuelto—. Aquí mismo, ahora mismo. Puedes sentarte aquí y te demostraré que tengo razón.
