Capítulo 16 - Nobody's Home II

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  ꧁Her feelings she hides, her dreams she can't find

She's losing her mind, she's fallen behind

She can't find her place, she's losing her faith

She's fallen from grace, she's all over the place...꧂

❉ Nobody's Home - Avril Lavigne ❉


Estaba perdida, con las pocas pertenencias que me quedaban apretadas en una bolsa. No tenía fuerzas ni dignidad. Lo único que me quedaba era ir a la casa de Erick.

Cuando llegué, era tarde. Toqué la puerta con los nudillos temblando, no solo por el frío, sino por el miedo a que también él me cerrara la puerta. Erick abrió tras unos segundos. Al verme, su rostro cambió; se llenó de una preocupación genuina, pero también algo más, algo que no podía identificar.

—Jade... —dijo suavemente, mirándome como si no pudiera creer lo que veía—. ¿Qué ha pasado?

Las palabras se me atascaban en la garganta, mis labios temblaban. No sabía cómo explicar el desastre que era mi vida.

—No... no tengo a dónde ir... —susurré, mi voz apenas un hilo—. Me están echando de todas partes... Juliette me odia... James...

Mi voz se quebró, incapaz de seguir. Las lágrimas comenzaron a fluir sin control, arrastrando consigo toda la desesperación que había tratado de ocultar.

Erick no necesitó escuchar más. En un movimiento suave pero firme, me envolvió en sus brazos y me atrajo hacia él. El calor de su cuerpo contrastaba con el frío que sentía por dentro, pero no logró borrar la sensación de vacío.

—Ven conmigo —murmuró—.

Me llevó hacia su cama y me dejé caer sobre las sábanas, sintiendo cómo el peso del mundo me aplastaba. Las lágrimas seguían cayendo, y sentía que me desmoronaba completamente. No podía entender por qué él me seguía ayudando.

—No sé qué hacer... —murmuré, rota—. Todo lo que toco lo destruyo. No debería estar aquí... No merezco tu ayuda.

Erick se arrodilló a mi lado, sus manos cálidas tomando las mías con delicadeza.

—No tienes que pasar por esto sola —dijo con suavidad—. Puedes quedarte aquí, el tiempo que necesites.

Me miró con una ternura que no comprendía, y sus palabras, aunque reconfortantes, me hacían sentir más culpable. No entendía por qué no me dejaba caer como todos los demás.

—¿Por qué me ayudas...? —murmuré, sin poder mirarlo a los ojos—. No lo entiendo...

—No lo sé, Jade —respondió, bajando la mirada por un momento—. Pero no quiero verte así. 

Su honestidad me desarmó. No intentaba prometerme nada, ni arreglar lo que estaba roto en mí. Solo estaba ahí, dispuesto a acompañarme en el caos, sin esperar nada a cambio.

—No puedo alejarme de ti... —admití, casi sin voz—. Pero no quiero hacerte daño.

Las lágrimas caían de nuevo, pero él no me soltaba. Me sostenía con la misma suavidad, como si eso fuera suficiente para evitar que me desmoronara por completo.

—No me harás daño, Jade. Estoy aquí. Y no pienso dejarte sola.

Me hundí en su abrazo, permitiendo que su calor me envolviera, mientras el peso de mi tristeza comenzaba a aflojarse, aunque solo un poco.

—No me dejes... —susurré, casi sin darme cuenta de lo que estaba diciendo.

—No te dejaré, Jade Collins —respondió con suavidad, como si fuera lo más natural del mundo—. Estoy aquí, y no voy a ningún lado.

Sus palabras hicieron que algo dentro de mí se encendiera. Levanté la cabeza lentamente y lo miré a los ojos, sintiendo un nudo en la garganta.

—Turner —corregí, con la voz quebrada—. Mi verdadero apellido es Turner.

Por un momento, pareció desconcertado, pero asintió, como si ese pequeño detalle no cambiara nada.

—Jade Turner, entonces —dijo con una sonrisa suave—. 

Me quedé mirándolo, tratando de entender cómo alguien podía ser tan... incondicional. Sus ojos seguían fijos en los míos, sin vacilación. Y, por primera vez en mucho tiempo, me sentí menos sola.

Me dejé caer de nuevo en su pecho, las lágrimas fluyendo más lentas ahora. El agotamiento comenzó a vencerme, y antes de darme cuenta, me quedé dormida en sus brazos, con la sensación de que, aunque fuera solo por un instante, todo estaba bien.

Cenizas de GirasolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora