Capítulo 17 - Nightswimming II

40 22 60
                                    


  ꧁The photograph reflects

Every streetlight a reminder

Nightswimming deserves a quiet night.꧂

❉ R.E.M.- Nightswimming❉


—¿Dónde está Maddie ahora? —pregunté, tratando de concentrarme en la situación.

—Está en el callejón, detrás del pub. Jannet la está ayudando, pero no quiere trabajar en la esquina... —Janis me miró, buscando algo en mis ojos—. Ve a hablar con ella, cariño. Creo que necesita alguien que la escuche.

Asentí lentamente, y antes de salir, encendí un cigarrillo. El humo llenó mis pulmones, calmándome ligeramente mientras cruzaba la puerta trasera. El aire fresco de la noche me golpeó la cara, despejando mi mente por un momento. Caminé hacia el callejón, el sonido lejano del pub desapareciendo detrás de mí.

Al girar la esquina, vi a Maddie sentada en el suelo, con Jannet a su lado. Sus ojos estaban fijos en el suelo, evitando mi mirada. Me acerqué lentamente, exhalando el humo del cigarrillo mientras me agachaba a su lado.

—Maddie, ¿qué pasó? —pregunté suavemente, tratando de no sonar autoritaria.

Ella levantó la vista por un segundo, pero sus ojos estaban llenos de miedo y agotamiento.

—No quiero hacerlo más... no puedo —murmuró, su voz apenas un susurro.

Me senté junto a ella, dándole una calada más a mi cigarro, y le hice un gesto con la cajetilla de cigarros para que tomara uno y se lo prendí. Quería poder entrar en confianza con ella.

Maddie levantó la cabeza y me miró con ojos llenos de desesperación. Me di cuenta de que estaba luchando contra algo mucho más grande de lo que imaginaba.

—No puedo más, Jade —murmuró, su voz apenas audible—. No puedo seguir haciendo esto... Me da asco que me toquen. No.... no puedo soportarlo. Cada vez que uno de esos hombres se me acerca, siento que me ahogo.

Dio una calada al cigarrillo, pero sus manos temblaban. Parecía que estaba al borde de romperse en mil pedazos.

—¿Qué es lo que te pasa? —pregunté con cuidado, sin querer presionarla.

Maddie soltó el humo lentamente, mirando el suelo con una mezcla de vergüenza y asco.

—No me gustan los hombres, Jade... Me dan asco. Nunca me han atraído. Y ahora, cada vez que uno me toca o me mira como si fuera un objeto... Siento que me muero por dentro. No puedo soportarlo. Me piden cosas que no quiero, que no puedo darles... —Su voz se quebró, y vi cómo sus ojos se llenaban de lágrimas—. No quiero tener relaciones con ellos. No puedo.

La crudeza de sus palabras me golpeó como un balde de agua fría. Entendí de inmediato lo que estaba diciendo, el peso que llevaba encima. No era solo el trabajo, era la invasión a su cuerpo y a su alma.

—Te entiendo —le dije en voz baja, mientras encendía otro cigarro—. Sé lo que es... Sentir que te están robando algo cada vez que te tocan, algo que no puedes recuperar.

Maddie me miró, buscando algo en mis ojos, y yo sentí que tenía que contarle lo que nunca había compartido con nadie.

—Una vez... el padre de mi mejor amiga, ... —tragué saliva, el recuerdo era como una espina que nunca había logrado sacar—. Intentó violarme. Estaba borracho y.... bueno, ya sabes cómo es. Me acorraló y no podía hacer nada. Solo podía sentir sus manos asquerosas sobre mí, su aliento sobre mi cuello. Y en ese momento pensé que no iba a salir de ahí. Que esa era mi vida, que nunca iba a escapar.

Cenizas de GirasolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora