6. El juego del poder

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SAID

Los labios de Avery son suaves y delicados. Hace cinco minutos, cuando descubrí que uno de los cinco mayordomos estaba merodeando por la casa, y, sobre todo, estudiando cada paso que daba, supe que él estaba aliado con Jacob. Por ello, cuando me fui a acostar y noté hace quince minutos que nos vigilaban, me acerqué a Avery.  

Agudizo mi oído; Jacob suele recurrir a los métodos más sucios, como este. Si bien podría salir y enfrentarlo para luego desenmascararlo, eso solo haría que continuara con su juego, además del inminente desempleo de todos. Por ello, le daré lo que tanto busca.  

—Said.  

La voz de Avery hace que salga de mi ensimismamiento. No le respondo, ni siquiera hago un esfuerzo por hacerlo. Logro subirme encima de ella, abriendo más sus piernas. Las sábanas nos siguen cubriendo mientras deslizo las manos por su camisón de seda y lo levanto.  

—No —susurra, intentando que la suelte—. Said, no traigo…  

Demasiado tarde. Cuando le quito a la fuerza el camisón y lo lanzo, me doy cuenta de que no lleva sostén, solo un par de bragas. Sus pechos quedan expuestos, y sus pezones rosados se endurecen tanto como mi erección.  

—Shhh —le cubro la boca—. Vas a tener que fingir que estamos teniendo sexo. Gime.  

Ella abre los ojos como platos; debe improvisar. Quito la mano de su boca y empujo mis caderas. No pienso en que mi erección está dura y ella lo siente contra su coño, cubierto por la delgada tela de sus bragas oscuras. Se aferra a mis hombros y vuelvo a empujar. Es un juego de niños, es inmaduro, pero en la guerra todo es válido; no dejaré que mi estúpido hermano me quite lo que por derecho es mío.  

—Ah —gime, sonando tan real.  

No debería estar haciendo esto; no soy un adolescente, un maldito crío. Sin embargo, cuando se trata de proteger los bienes de una empresa, estoy dispuesto a hacer lo que sea, incluso fingir que estoy follando con una mujer. Miro con discreción por encima de mi hombro; el tipo sigue observando. Empujo una vez más las caderas, solo que Avery hace un movimiento sorprendente; de alguna manera, cambia los papeles.  

Es ella quien nos hace girar; ahora está encima de mí, mostrando la belleza y perfección de su cuerpo. Sus pechos son exquisitos, turgentes, firmes. Su cabello rubio cae como seda por sus hombros y espalda. Esta es, sin duda, una versión de ella que no conozco.  

Mi erección está dura como metal, y el que ella comience a contonear sus caderas y culo de manera provocativa no ayuda. La sábana cubre su trasero, por lo que, ante los ojos del pervertido que ya tengo localizado y que mañana a primera hora se irá, parece desnuda por completo.  

Avery gime con fuerza, cerrando los ojos. Me aferro a sus caderas; ella actúa y yo también; no hay problema alguno. Cuando noto que el mayordomo se va, cerrando la puerta lentamente para que no nos demos cuenta de nada, pienso que Jacob es un hijo de puta.  

—Ya puedes parar —la detengo—. Se ha ido.  

Ella relaja su cuerpo y coloca sus manos sobre mi pecho.  

—Esto va a ser más difícil de lo que creía —susurra, agitada y llena de adrenalina.  

—Y si no te bajas, se hará realidad —le lanzo dagas de fuego con la mirada.  

No es que esté molesto con ella; no, mis problemas no tienen nada que ver con su vida. Es mi familia, mi herencia, la empresa y, por supuesto, Jacob. Ella se baja y yo vuelvo a mi lugar, escuchando cómo se vuelve a poner el camisón.  

—Solo espero que no tengamos que volver a hacer esto; es vergonzoso —murmura.  

—No parecías molesta hace cinco segundos.  

Pasión Rota © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora