4. Entre sombras y traiciones

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SAID

Lander me observa con curiosidad, ladeando su cabeza al tiempo que la recarga en su mano, adoptando una postura de hijo de perra que disfruta intimidar, ya sea a sus clientes o a los presos que le toca interrogar.  

—Deja de verme así —espeto.  

—Solo trato de descifrar si eres realmente tú o si te han cambiado.  

—Nadie me ha cambiado.  

—El Said que conozco jamás aceptaría tal locura —dice.  

—No lo es —rectifico.  

Lander se inclina hacia adelante y abre la carpeta que contiene los documentos que le encargué.  

—A ver, déjame repetir lo que me has pedido: quieres que tu matrimonio con Avery Howland siga siendo legal por un año; de ese modo, conseguirás la asociación con la empresa petrolera. La necesitas porque, si estás casado, te verán como alguien serio, cosa que no eres —arguye en mi dirección—. Te basas en la venganza hacia tu hermano mayor y tu sobrino, quienes te quieren fuera de la presidencia de la empresa, y de paso, ayudarás a que Avery haga lo mismo con su familia.  

—Así es.  

—¿Quieres que te diga todos los errores que hay en ese plan? —enarca una ceja con incredulidad.  

—No hay fallo —refuto—. Ambos sabemos lo que queremos.  

Lander se queda en silencio; sabe que cuando me he decidido por algo, nada me hace cambiar de opinión. Sin embargo, es bueno tomar mis precauciones; Avery… no la conozco realmente.  

—Como quieras —se pone de pie—. Aquí están los papeles que me pediste. Si los firmas, es un contrato de un año; ella debe aceptar todo.  

—Gracias.  

Lander se marcha y me quedo solo en la oficina. Ha pasado un día desde que hablé con Avery. Las fotos que vi en su departamento la hacían ver como una mujer feliz al lado de mi sobrino, llena de vida; la que ahora veo no es más que la parte rota. De cualquier manera, ambos seremos el medio para nuestro propio fin.  

Ahora solo queda arreglar el tema de que venga a vivir a mi casa, una que compré hace años, cuando era más joven e ingenuo. Ha estado deshabitada; aparentar lo que nunca seremos tiene que ser vital. Estoy a punto de llamar a mi ama de llaves cuando mi paz es interrumpida por nada más y nada menos que mi sobrino Arath.  

—¿Acaso no te enseñaron a llamar antes de entrar? —le disparo una mirada envenenada.  

Sus ojos son tan fieros como los de mi hermano.  

—Deja el circo, deja a Avery en paz. Ella no es una de las piezas de tu tablero que puedes manejar a tu antojo —exige, como si tuviera influencia en mí.  

Guardo silencio y vuelvo a mi asiento.  

—¿No te parece que es muy tarde para darte cuenta de lo que has perdido, sobrino? —inquiero con burla.  

Cierra los puños.  

—¿Acaso no estás con Beca Howland? ¿No deberías estar preparando tu boda en lugar de estar pendiente de Avery?  

—Lo que pasó entre Avery y yo es asunto nuestro. Déjala, tío, sé muy bien que nunca te tomas a nadie en serio —exclama con voz queda pero firme—. La quiero demasiado como para dejar que la dañes.  

—Pero al parecer no tanto, ya que tú sí la lastimaste al engañarla con su hermana menor —me río—. ¿Por qué tendría que hacerte caso? Es mi esposa ahora.  

Pasión Rota © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora