3. El laberinto de los sentimientos

680 41 2
                                    

AVERY

He escuchado que la vida da muchas vueltas, pero nunca en tan poco tiempo. Jamás creí que me volvería a encontrar con el hombre con el que follé la noche en Las Vegas. Ahora sé su nombre: Said Pemberton, el tío de Arath, mi exnovio. ¿Cómo es que nunca lo mencionó? Y ahora, no solo tengo que soportar las miradas curiosas de los invitados, gente allegada a mi familia, o los ojos asesinos de mi madre, sino también la presencia inquisidora de él.

Hace un momento que pasamos al comedor. Sé que nadie se atreve a preguntar lo que todo el mundo quiere saber: Arath y yo siempre íbamos juntos a todos los eventos. Es normal que, después de tantos años, dieran por hecho que nos quedaríamos juntos por toda la eternidad. Yo misma pensé eso, hasta que me traicionó con Beca.

Papá parece muy contento hablando con Jacob. Su relación no se fracturó, ya que desde que yo salía con su hijo, se llevaban bien. De hecho, es a mí a quien ya no mira; es como si al estar ahora Beca con Arath, yo hubiera desaparecido del mapa. Lo cual, para ser sincera, sí me duele, por el hecho de que lo veía como a un segundo padre. Estaba equivocada.

Por lo visto, los Pemberton son iguales y no es bueno fiarse de ninguno de ellos.  

—Nos alegra que nuestras dos familias sigan unidas —mi madre rompe mis pensamientos—. Ahora con un lazo más fuerte.  

Coloca la palma de su mano sobre la de mi hermana, quien sonríe como una tonta y se sonroja cuando voltea hacia Arath. Verlos juntos me sienta como una patada en el estómago. Hasta hace apenas un par de días, yo vivía en un cuento de hadas; al final, eso era, un maldito infierno disfrazado de cielo.

—Pienso lo mismo —habla Jacob mirándome de soslayo—. Brindemos por los futuros novios.  

Todos levantan las copas. Cuando salí de mi departamento, creí que esto sería más fácil, que podría comportarme como una perra ante todos y echar a perder la noche de Beca. No puedo. En el fondo, verlos juntos y sonrientes, mientras yo me quedo en el olvido y en la miseria, duele como ser quemada en las peores brasas.

Me veo obligada a levantar la copa de vino y brindar. Soy consciente de cómo Arath mira a mi hermana como nunca me miró a mí. Sus ojos brillan cuando ella le da un tierno beso en los labios; el cómo rodea su cintura con posesión. Mis ojos arden; la música comienza en el salón y estoy a nada de irme, cuando la tortura de mi madre no acaba.

—Antes de pasar al gran salón —irrumpe—. ¿No deseas decirle algo a tu hermana, Avery?  

La odio, los odio a los tres. A veces pienso que ni siquiera soy de esta familia.  

—Por supuesto —empujo el dolor que arde en mis entrañas y escupo la sonrisa más falsa que tengo, pero que todos creen.  

Me dirijo a ellos dos; Beca me devuelve la sonrisa, la de ella es maliciosa, mientras que Arath se queda callado y serio. Hay un falso dolor en sus ojos; es buen actor. Levanto mi copa medio llena hacia su dirección.  

—Felicidades, hermana, cuñado —las palabras brotan de mi garganta como púas que me desgarran—. Les deseo una vida plena y llena de amor; los dos son el uno para el otro. Espero que sean muy felices.

La gente parece aceptar lo que digo y me acompañan en el brindis. Mi madre asiente, satisfecha de lo que impulsó. Yo, por mi parte, dejando que todos pasen al salón para comenzar con el baile, cambio de rumbo y me dirijo a uno de los balcones principales.

Las lágrimas arden en mis ojos cuando llego. Siempre he sido fuerte, pero esto es más grande que yo. La brisa gélida golpea mi rostro y me abrazo a mi cuerpo. Solo tengo que aguantar un poco más, una hora más; después, todo habrá acabado. Pienso marcharme a Italia, vivir un tiempo allá, trabajar en lo que me gusta, que es el diseño.

Pasión Rota © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora