13. Caos en el corazón

608 43 1
                                    

AVERY

El mundo se tambalea sobre mí. Hace un par de minutos, bailaba y bebía porque ese fue el reto, pero todo se detiene y se sumerge en un silencio ensordecedor cuando mis ojos se fijan en los de…

—Said —susurro.

—Oh, mierda —escucho a Samantha a mis espaldas.

—¿Quién es este? —pregunta Samuel.

Me ayuda a bajar de la mesa y, al sentir el piso bajo mis pies, le suelto como si su tacto me quemara. ¿Es esto lo que me provoca pensar tanto en Said Pemberton?

—Es el esposo de Avery —responde Samantha, empleando un tono débil.

El silencio que le sigue es una sentencia. Me aclaro la garganta; hay tantas cosas que quiero decirle al hijo de perra, pero el problema es que no brotan de mi garganta, es como si le temiera.

—¿Divirtiéndote, esposa? —se cruza de brazos.

—Somos amigos de Avery y Sam, es un placer —Samuel estira su mano con la intención de saludarlo.

Said no le presta atención; es como si no existiera.

—¿Acaso no tienes modales? —ríe Samuel.

—Hermano —Dante le da una palmada en la espalda—. No provoques a la gente; ya sabemos que te gusta Avery.

Tenso el cuerpo. Eso es una mentira; apenas nos volvemos a encontrar. Sin duda, es una broma de mal gusto.

—No, este, por muy esposo que sea, debe tener modales —brama Samuel.

—La próxima vez que vengan —Said merma el espacio que hay entre los dos y tira de mi muñeca—. Pediré que no los dejen entrar.

—¡¿Quién te crees que eres?! —Samuel intenta enfrentarlo.

Dante se pone en medio para evitar una rencilla.

—El dueño —Said ladea una sonrisa que está lejos de ser amable.

Tira de mí una vez más hasta que salimos de la habitación oscura. Intento seguir su paso, pero camina tan rápido que tropiezo y él detiene mi caída.

—¡Auch, vas muy rápido!

No me deja terminar de hablar; me carga al estilo nupcial y salimos. Estoy tan harta de todo que ni siquiera me opongo. Me mete al auto y enseguida arranca como alma que lleva el diablo.

Siento que todo me da vueltas; no obstante, soy consciente de lo que está pasando. Al llegar, de mala manera, me ayuda a bajar del auto.

—Puedo sola —balbuceo—. ¿Por qué estás tan de malas?

Me carga sobre sus hombros y la altura hace que mi estado desmejore. Entramos a la casa; de lejos escucho que Davina le pregunta algo que, en mi estado, es difícil de procesar. Al llegar a la que se supone es nuestra habitación, me coloca sobre la cama.

—¿Me puedes decir qué hacías con ese tipo? —me pregunta con los puños cerrados.

Sus fosas nasales se dilatan; su pecho sube y baja. Recordarlo tan amable con mi hermana fue lo que me hizo hacer esta locura.

—No es tu asunto —le reto.

—Lo es cuando intentas manchar la imagen que quiero que tengamos por lo que resta del año; que no se te olvide eso.

—¡Exacto! —exclamo—. ¡Y te comportaste como un imbécil con Beca!

Le lanzo un cojín que él esquiva sin esfuerzo.

Pasión Rota © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora