17. El despertar de la pasión

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SAID

Esto es una demencia del tamaño del peor desastre de la Tierra, pero es lo que deseo. Si algo me gusta, lo tengo; siempre ha sido así. Y Avery es una mujer que se ha metido en lo profundo de mi maldita piel. Jamás he sentido esto por nadie, ni siquiera por Daniela, a quien tuve que poner en su lugar luego de que se pusiera de rodillas con la intención de hacerme una mamada.

Es verdad, todo comenzó con un maldito trato, uno que ahora se ha hecho realidad. Porque ella es mía. Si el besarla había sido una cadena al cuello, el follarla fue lo que desató la bestia que tengo en mi interior. Quiero poseerla, ser dueño de cada parte de su cuerpo, marcar su piel para que me tenga presente, hacerle saber al mundo entero que ella es mía, para cuidarla y protegerla.

Avery me mira con esos enormes ojos de muñeca; entreabre los labios formando una "O" enorme, traga en seco y espero pacientemente a que el habla le vuelva de nuevo.

—No debes estar hablando en serio, Said…

Miedo, eso es lo que hay en su mirada. Beca debió haber dejado una enorme huella en ella, y ahora aquí están las consecuencias. Es algo que no se puede evitar. Ya no me importa lo que quiera ver la sociedad; lo único que deseo es tenerla para mí.

—Mi palabra vale más que cualquier papel firmado —levanto su mentón con fiereza—. Sé mía, Avery; entrégame esto antes de que tenga que tomarlo por la fuerza.

Coloco la palma de mi mano sobre su pecho, del lado del corazón. Siento su cuerpo estremecerse; ella es todo lo que necesito ahora, no hay más.

—No —responde.

Frunzo el ceño.

—¿Qué?

—No pienso caer de nuevo en el juego de un hombre. No más. Si lo que quieres es un juguete, no cuentes conmigo. Estamos casados por un contrato, no porque ambos deseemos esto. No te gusto, no me amas, no me gustas, no te amo —confiesa sin sentido alguno—. No puedes simplemente…

Estoy harto. Antes de que siga diciendo puras tonterías, rodeo su cuello con una mano, la acorralo de nuevo sobre la cama, le arranco la ropa, le abro las piernas para colocarme en medio de ellas y, con una profunda penetración, la hago chillar. Ella se aferra a mis hombros. Esta vez no le dejo hacer lo que quiera; levanto sus manos por encima de la cabeza y comienzo a follarla a lo bestia. No tengo piedad, una y otra vez.

—Me jodiste, Avery; ahora pienso joderte —beso su cuello.

Un suave olor a fresa que destila de su cuerpo solo hace que aumente el ritmo.

—Said —se queja—. Me lastimas.

No me interesa. Se queja del dolor; no obstante, sigue abriendo las piernas.

—Sé mía —insisto; quiero escuchar de su propia boca que acepte que me pertenece.

—Said.

La miro; es imposible no perderme en sus ojos azules, su cabello rubio, todo. Ella es demasiado hermosa, y pensar que siquiera estuvo en manos de mi sobrino hace que quiera acabar con su vida. Pensar en ellos en la cama me enfurece.

—Voy a borrar todo rastro que haya dejado en tu piel, Arath —sentencio.

Empujo hasta que ella llega a su orgasmo y yo al mío, derramando mi semilla dentro de ella.

—Acepto.

Me quedo en su interior y detallo su rostro. Tiene las mejillas tan rojas, los labios hinchados y húmedos.

—Acepto ser tuya, Said —su pecho sube y baja.

—Mi esposa real, sin trampas, sin contratos —dejo en claro—. Una relación de verdad. Eso es lo que…

Rodea mi cuello con sus brazos y me acerca a ella.

—Quiero que esto sea real.

Y con esto, vuelvo a hacerla mía. Avery fue un contrato desde el principio, lo sé, pero ahora voy en serio. Ahora… Ella es mía, y nadie nunca me la va a quitar.

 Ahora… Ella es mía, y nadie nunca me la va a quitar

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Pasión Rota © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora