AVERY
La cabeza me da vueltas; creo que en cualquier momento va a estallar. Tomo una bocanada de aire aún con los ojos cerrados. Siento todo mi cuerpo caliente y pesado, como si hubiera bebido todo el vino del mundo. Mis instintos asesinos van dirigidos a Sam. ¿Cómo es que permitió que bebiera tanto?
Intento seguir dormida cuando vienen a mí las imágenes más extrañas de mi vida. Me recuerdo bebiendo con Sam, bailando, luego chocando con un tipo que tiene los ojos más hermosos que he visto. Lo besé y él me correspondió. Luego, más alcohol. Bailé y después vi a Sam tratando de que me separara de él. Todo es tan confuso… Vienen a mí más imágenes de varias personas intentando detenernos, al tipo de ojos grises y a mí, luego una capilla, risas, un beso, yo en un altar barato de esos que hay en Las Vegas y… espera… Abro los ojos rápidamente al sentir algo pesado sobre mi cuerpo.
Lo primero que pienso es que Sam y yo nos hemos quedado dormidas hasta tarde, aunque la magia se rompe para darme un golpe de realidad cuando veo que a mi lado está acostado el mismo hombre de mis imágenes, desnudo. Tacha eso, desciendo la vista: ambos estamos desnudos. Su mano está sobre mi cintura. A pesar de estar dormido, el agarre es demasiado posesivo.
Miro a mi alrededor; no estoy dentro de la suite del papá de Sam y, lo que es peor aún, no está ella. Soy presa del pánico, así que intento soltarme de su agarre, solo que él abre los ojos y el gris turbio me congela. Al principio parece tan desorientado como yo. Frunce el entrecejo. Mi pecho está pegado al suyo, por lo que casi puedo asegurar que palpo a la perfección sus latidos.
—Las putas se tienen que ir antes de que abra los ojos —dice en un tono ronco y hostil, deslizando su mano de mi cuerpo.
—No soy una puta —replico incorporando mi cuerpo.
—¿Acaso Lander no te pagó? —inquiere pasando una mano por su cabello.
Está tan crudo como yo, aunque él parece llevarlo mejor.
—No sé quién es Lander y no soy una puta —esclarezco, sin poder creer que me haya acostado con un desconocido.
Cuando proceso mi situación con la cabeza fría, pasan por mi mente muchas cosas, pero la que más me llama la atención es que, por más que busco con la mirada la evidencia de un condón, no lo encuentro por ningún lado.
—¿Qué buscas? —su voz me saca de mi ensimismamiento.
Pego las sábanas a mi cuerpo, tratando de ocultar mi evidente desnudez.
—Un condón. Nos acostamos, no quisiera que me pegaras algo —me apresuro a decir.
—Soy yo el que debería estar preocupado. Pareces una demente. Siempre uso condón, no soy un niño —mueve el cuello con estrés—. Ese hijo de puta.
Habla, pero no le creo. No hallo rastro de uno y estoy a nada de abrir la boca para pedirle que lo busque, cuando noto que, en la cama, a un costado de una de las orillas, descansa un papel en blanco. Lo agarro y, con solo leer las primeras letras, me convenzo de que estoy dentro de una pesadilla.
—No… no… no puede ser… —mi voz se va desvaneciendo.
Es ahí cuando me doy cuenta del detalle: mi mano está adornada por un hermoso anillo de diamantes, lo que confirma mis miedos.
—¿Eres Said Pemberton? —la pregunta casi se me atasca en la garganta.
—Sí, ¿por qué? —comienza a terminar de vestirse.
Mis manos tiemblan cuando él merma el espacio y me arrebata el documento. Lo observo y luego él a mí. Su rostro es impenetrable, por lo que no puedo saber lo que está pensando. Solo sé que estoy casada con este hombre.
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Pasión Rota © [COMPLETA]✅
Romance"Pensó que no tenía secretos, hasta que lo conoció..." Avery Howland nunca pensó que probaría la traición por parte de alguien de su familia, hasta que encontró a su novio en brazos de su hermana. El rechazo la rompe, obligándola a cometer el peor...