Decimocuarto Capítulo El consejo del Dios de La Muerte.

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Desperté no muy tarde pero me tomé el tiempo necesario de una buena ducha, después desayuné una buena cantidad de comida hasta que recordé que hoy iba a entrenar, con Anubis. La idea de verlo recordando lo de ayer me hacía gruñir...

- Uy, pareces un perro –Horus entró a la cocina con una sonrisa débil y se sentó en un banco frente mío. Reí después de tragar- ¿estás bien? Digo, por la herida y eso...

- Sí –respondí sin ser grosera, miré a mi plato porque mirar a aquellos ojos del sol me hacían sentir mal, lo quería mucho pero no de esa forma, prefería que fuera mi amigo- ¿Y tú? ¿Cómo está todo allá en el mundo de los dioses? –pregunté revolviendo mi comida. Noté que él se movió incómodo en su lugar, y la curiosidad pudo conmigo y lo miré.

Horus miraba sus manos y luego me miró un poco serio.

- Todo sigue igual...hoy tienes entrenamiento con...

- Anubis –terminé por él dejando mi vaso con jugo de naranja mientras asentía- yo...lo siento si te hice sentir mal el otro día, es que yo...

- Alice, no necesitas disculparte, te entiendo y sé que estás en un mal momento...pero te prometo que estoy tratando de conseguir más información sobre tu familia. Solo que deberías...ya sabes, calmarte un poco.

- ¿Me estás llamando loca?

- ¿Acaso se equivoca? Es la primera vez que concuerdo con él –la voz odiosa y burlona de Anubis hizo eco en toda la cocina. Entró como si nada dirigiéndose a la heladera para sacar una bolsa con tocinos- estás loca.

Hice una mueca burlona hacia él.

- Cállate, perro, nadie pidió tu opinión.

- Alice –me dijo Horus ignorando la reciente presencia de Anubis, que seguía ahí revolviendo cosas en la heladera. Me concentré en Horus- en uno de estos días deberemos asistir a la ciudad de Siwa para ver lo que el Oráculo nos tiene que mostrar.

- Perdona ¿qué? No entiendo nada, recuerda que soy nueva en esto y no sé casi nada.

Anubis bufó con gracia. Yo tomé un pedazo de pan que había en mi plato y se lo tiré como venganza, él se giró a mí fulminándome con su negra mirada. Me volví a Horus que seguía observándome, como siempre, haciéndome sentir incómoda sabiendo lo que supuestamente él sentía por mí.

- Es un Oráculo ¿sabes lo que es un...?

- Sí, pero dime quién es él, el tipo.

- Es un hombre, viejo e inmortal gracias a Amón-Ra. Es un Oráculo egipcio que nos ayudará con sus visiones, Isis me dijo que tenía algo que mostrarte, una visión sobre ti.

- Vaya...

- También esta noche iremos a una cena. Es importante que estés allí –continuó. No dije nada ¿una cena?

- ¿Saldré de este lugar?

- Sí, la cena es en el palacio de Ra, al fin él podrá conocerte y también varios de otros dioses que no tuvieron la oportunidad de hacerlo.

Santos dioses...esto me estaba asustando.

- Jamás pensé que soy tan importante –susurré.

- No lo eres, solamente tienen curiosidad –comentó Anubis con los brazos cargados de comida, mejor dicho, carne obviamente cocinada. Ahora fue Horus quien le tiró una manzana pero no fue tanto para comenzar una pelea, y aun así el perro gruñó molesto y se marchó. Horus puso su atención a mí y suspiró.

- Tienes que saber una cosa... -se calló un momento antes de seguir- nadie además de nosotros sabe sobre mis sentimientos hacia ti, solamente los que están aquí y nadie más...y debería ser así. Los dioses tienen prohibido enamorarse de un mortal y si sucede algo...

The Last Warrior- La Última Guerrera. Alice De Niro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora