Capitulo 17

27 5 6
                                    


(Narra Soukaina)
Estaba haciendo los deberes tan concentrada que incluso mi hermano, al verme estudiar, se sorprendía. Llevamos 5 meses desde que el profesor nos felicitó por nuestras notas, que estaban subiendo a un nivel increíble. Mis padres estarían muy orgullosos de mí. Pero hay una cosa que sigue dando vueltas en mi cabeza: el hijab. Llevo semanas pensando en ponérmelo y hoy decidí hacerlo y sorprender a Mariam.
—¡Mashallah! —dije, mirándome en el espejo.
Definitivamente, me lo puse. No me importarían las críticas de los de mi clase, al fin y al cabo, cada cosa que haga recibirá algún comentario.
Llamé a Mariam y le dije que quedáramos en el jardín del pueblo, que le tenía que enseñar algo.

Cuando llegué al jardín, estaba algo nerviosa, pero al mismo tiempo emocionada. Este era un paso importante para mí. Me senté en el banco mientras esperaba a Mariam, y cuando la vi llegar, mi corazón empezó a latir más rápido. Al acercarse, noté que me miraba fijamente. Parecía sorprendida, como si necesitara unos segundos para procesar lo que estaba viendo.
—¿Qué te parece? —le pregunté, tratando de mantenerme tranquila, aunque por dentro sentía una mezcla de nervios y emoción.
Su expresión cambió y una sonrisa enorme apareció en su cara.
—¡Te queda precioso! —me dijo, y en ese momento me sentí más segura que nunca. Sabía que no importaban las opiniones de los demás; lo que realmente importaba era lo que yo sentía. Y con el apoyo de Mariam, me sentí aún más fuerte.

Nos abrazamos, y una ola de orgullo y alivio me invadió. Había dado un paso que llevaba semanas considerando, y tener a Mariam a mi lado lo hacía aún más especial. Caminamos juntas por el jardín, riéndonos y hablando como siempre, pero sentía que algo había cambiado en mí: una sensación de fuerza y confianza.

Decidimos ir al centro comercial para comprar ropa modesta, algo que coincidiera con este nuevo comienzo. Después de un rato buscando, encontramos algunos conjuntos para combinar. Me encantaba la idea de hacer algo simbólico juntas, como si así selláramos esta nueva etapa de nuestras vidas.
—¡Mira este! —dijo Mariam emocionada, sacando un vestido blanco y otro negro del perchero. Parecía encantada con ambos, pero no se fijó en la raja que tenía en la parte de la pierna—. ¡Está bonito!
Intenté no reírme, pero fue imposible.
—Creo que hay un pequeño problema —dije, conteniendo la risa mientras le señalaba la parte inferior del vestido.
Mariam se miró rápidamente y, al ver la abertura, se dio un golpecito en la cabeza, imitando a Daniela, la chica más dramática de la clase.
—Ups, qué descuidada soy —dijo con exageración, imitando su tono y gestos—. ¡Me da asco hablar así!
Solté una carcajada. Mariam siempre tenía esa forma de hacerme reír, incluso en los momentos más simples.

Después de recorrer más tiendas y encontrar conjuntos perfectos, terminamos la tarde tomando helado. Mientras saboreaba el mío, no podía dejar de pensar en lo afortunada que me sentía. Había dado un paso importante, y tener a alguien como Mariam a mi lado lo hacía todo más fácil, más llevadero.

Cuando me acompañó a casa, nos despedimos con un fuerte abrazo, como si ese abrazo sellara nuestra amistad aún más. Mientras la veía alejarse, una calidez me llenó por completo. Me sentía orgullosa de mí misma por haberla elegido como mi mejor amiga. Sabía que, pase lo que pase, siempre estaría ahí, apoyándome, como yo para ella.

Estaba impaciente por sorprender a mis padres. Sentía el corazón latir más rápido de lo normal, con una mezcla de nervios y emoción. Me escondí detrás de la puerta, tratando de controlar mi respiración para que no me delatara antes de tiempo. No podía esperar a ver sus caras cuando descubrieran lo que había decidido. Hamza, mi hermano, era el primero que aparecería, y sabía que su reacción sería la mejor de todas.

Cuando escuché sus pasos acercarse, di un pequeño salto en mi lugar, apretando los labios para no soltar una risa nerviosa.

—¡Sorpresa! —exclamé, saliendo de mi escondite con los brazos abiertos y una enorme sonrisa, tratando de capturar ese momento de pura alegría.

Hamza se detuvo en seco, los ojos abiertos como platos. Se le cayó la mandíbula casi literalmente, y pude ver cómo procesaba lo que acababa de pasar.

—¿Tabarkalah? —murmuró, aún en shock, con una mano sobre su boca como si no pudiera creer lo que estaba viendo. Su mirada me recorrió de arriba a abajo, buscando alguna señal de que estaba bromeando, pero no la encontraría. Lo decía en serio—. ¿En serio? —preguntó, esta vez más incrédulo.

No pude contener la emoción y di un par de saltos en mi lugar.

—¡Sí, en serio! —reí, sintiendo que la energía me desbordaba.

Hamza seguía sin moverse, como si estuviera congelado por la sorpresa. Lentamente, una sonrisa empezó a formarse en su rostro, y vi el brillo de orgullo en sus ojos. Su aprobación significaba mucho para mí, y verlo tan impactado me hizo sentir aún más segura de mi decisión.

—No me lo puedo creer... —susurró, mientras me rodeaba con un abrazo rápido pero firme—. Esto es increíble, Soukaina.

El peso de sus palabras y el calor de su abrazo me llenaron de una felicidad que no podía describir con palabras. Era justo la reacción que había esperado. Ahora solo faltaba ver cómo reaccionarían mis padres, pero con Hamza de mi lado, sabía que todo iría bien.

Después de recibir el abrazo de Hamza, sentí una ola de seguridad. Si mi hermano estaba tan contento, seguramente mis padres también lo estarían. Escuché sus voces acercarse, así que me volví a esconder, esta vez para sorprenderlos a ellos. El nerviosismo volvió, pero esta vez estaba más emocionada que antes. Tomé una respiración profunda y me preparé.

Cuando la puerta se abrió, salí rápidamente de mi escondite.

—¡Sorpresa! —grité, extendiendo los brazos con una sonrisa que no cabía en mi rostro.

Mis padres se quedaron quietos por un momento, parpadeando como si no entendieran lo que estaba pasando. Mi madre fue la primera en reaccionar. Sus ojos se iluminaron y sus labios se curvaron en una sonrisa cálida.

—¡Soukaina! —exclamó, llevándose una mano al pecho—. No me lo puedo creer.

Mi padre, más reservado como siempre, sonrió lentamente, pero pude ver el brillo en sus ojos. Dio un paso adelante y me observó de cerca, como asegurándose de que lo que veía era real.

—¿En serio has tomado esta decisión? —preguntó con su voz profunda, aunque noté la emoción en su tono.

Asentí con entusiasmo, mis ojos brillaban de alegría.

—Sí, lo he decidido, y estoy muy contenta. Sé que es lo correcto para mí.

Mi madre me abrazó fuerte, envolviéndome en ese calor que solo ella sabía dar.

—Estoy tan orgullosa de ti —dijo con la voz algo quebrada por la emoción—. Siempre supe que tomarías buenas decisiones, pero esto... es un gran paso.

Mi padre se acercó también, posando una mano firme en mi hombro.

—Estamos muy orgullosos de ti, hija —dijo, su tono suave pero firme—. Solo te pido una cosa. Tienes que comportarte siempre con responsabilidad. Esto implica mucho más que una simple decisión, Soukaina. ¿Lo entiendes?

Asentí, todavía sintiendo la emoción correr por mis venas.

—Lo sé, papá. Seré responsable, lo prometo.

Hamza, que había estado observando en silencio, no pudo evitar sonreír.

—Está claro que lo será. Siempre lo ha sido —dijo, dándome un suave golpe en el hombro—. Pero ahora más que nunca, ¿eh, Soukaina?

Todos rieron, y en ese momento me sentí envuelta en una burbuja de amor y apoyo. Sabía que no sería fácil, pero con mi familia a mi lado, me sentía lista para enfrentar lo que viniera.


Assalamo alayko , Espero que esteis muy bien Inshallah creo que esperasteis otro capitulo pero no os preocupeis volvieron las amigas YEEYY. Una cosa...

Lo mas bonito es cuando una amiga tuya o familiar cercano decida ponerse el Hijab.

Es la mejor cosa y un gran paso.

UN BESOOO😘🥰

Centradas en el DeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora