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El campus estaba lleno de vida mientras los estudiantes de cerámica y pintura se preparaban para su pequeño evento en el que unirían fuerzas para vender sus piezas. Taeyong y Seulgi compartían un estante, como de costumbre, con varias esculturas de cerámica cuidadosamente alineadas, esperando a ser pintadas y vendidas. Pero, en contraste con el bullicio a su alrededor, Taeyong estaba en otro mundo.

No había dejado de pensar en el sueño desde que se levantó esa mañana. Cada vez que lo recordaba, su rostro se encendía como una antorcha, y se encontraba actuando torpemente. Aún le avergonzaba el momento en que dejó caer todo su estuche de lápices en la clase de historia. Era un desastre.

Seulgi, por su parte, lo observaba con una sonrisa divertida mientras acomodaba algunas esculturas en su estante. Sabía exactamente qué era lo que estaba distrayendo a su amigo. Finalmente, se inclinó hacia él y chasqueó los dedos frente a su rostro.

—Taeyong, regresa a la tierra, por favor —Dijo en tono burlón. —¿Qué te pasa?

Taeyong se sobresaltó, saliendo de su trance.

—Ah, lo siento —murmuró, rascándose la nuca avergonzado. Sabía que había estado distraído todo el día, pero no podía evitarlo.

Seulgi, sin perder su sonrisa traviesa, arqueó una ceja y le lanzó una pregunta que sabía lo pondría incómodo.

—¿Te gusta Jaehyun? —preguntó con un tono juguetón.

Taeyong se dio la vuelta tan rápido que casi tiró una de las esculturas.

—¡No digas eso tan fuerte! —le susurró, mirando nerviosamente a su alrededor para asegurarse de que nadie más hubiera escuchado.

Pero Seulgi solo se rió suavemente y volvió a preguntar, esta vez sin bajar la voz.

—Vamos, es obvio —insistió. —¿Te gusta o no?

—¡No! —exclamó Taeyong, aunque su rostro ruborizado decía lo contrario. Seulgi lo miró con los ojos entrecerrados, claramente sin creerle.

—Claro que sí, Taeyong —dijo mientras organizaba los pinceles en la mesa. —Y no te preocupes, lo entiendo perfectamente. Jaehyun es... atractivo, aunque un poco raro

Antes de que Taeyong pudiera protestar nuevamente, la figura de Jaehyun apareció a lo lejos, acercándose con Mark a su lado. Taeyong se puso nervioso al instante, recordando de nuevo el sueño, y cuando Jaehyun le sonrió con esa serenidad característica, el rostro de Taeyong se volvió un mar de rojo.

—Hola —saludó Jaehyun con su tono calmado, acercándose a la mesa.

Taeyong, con el corazón latiendo rápido, respondió tímidamente.

—H-Hola.. —Murmuro, devolviéndole el saludo y luego se giro para saludar a Mark, que parecía aún más perdido que antes. —Hola, mark

—¿Qué onda? —dijo Mark, torpemente levantando una mano como si fuera un saludo moderno.

Taeyong no pudo evitar reírse suavemente, mientras que Jaehyun soltaba un suspiro cansado y rápidamente se acercó a Taeyong, poniendo una mano en el hombro de Mark.

—No le hagas caso, es raro —murmuró Jaehyun, tratando de disimular su cansancio.

Taeyong negó con la cabeza y sonrió.

—No es tan malo —dijo suavemente. —Es agradable

Jaehyun no pudo evitar sonreír ante el comentario de Taeyong. Luego, su atención se desvió a las esculturas que estaban en la mesa. Tomó una de ellas con cuidado, inspeccionando la delicadeza de los detalles.

Hundred Long Years| JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora