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En lo profundo de su imperio oscuro, Yuta se movía con una calma siniestra por su salón, lanzando al aire la misma corona lapislázuli, atrapándola una y otra vez como si fuera un simple juguete. Risas bajas salían de su garganta, resonando en las paredes húmedas y oscuras de su trono de ramas secas. Sus ojos brillaban con una satisfacción cruel.

—El príncipe no recuerda nada —murmuraba para sí, sus palabras teñidas de burla y placer. —Qué conveniente, qué perfecto.

Cada vez que lanzaba la corona al aire, la luz tenue de su imperio en ruinas brillaba sobre las piedras preciosas incrustadas en el artefacto, que alguna vez había pertenecido al príncipe Taeyong. Yuta atrapó la corona una vez más, sus labios curvándose en una sonrisa siniestra.

—Esto solo facilita las cosas —dijo, su voz goteando con sarcasmo y satisfacción. Caminaba de un lado a otro, sus ojos brillando mientras miraba a sus fieles seguidores, los Wanderers.

Aquellas bestias se retorcían y gruñían en la penumbra, sus cuerpos deformados y sedientos de caos. Ni siquiera prestaban atención a las palabras de Yuta, completamente atrapados en su hambre insaciable.

Yuta los miró con una mezcla de burla y desprecio, pero su sonrisa permaneció intacta.

—Mis queridos —dijo con un tono suave pero burlón. —Se aproxima una gran oportunidad.

Las criaturas no respondieron con más que gruñidos y garras arañando el suelo. Yuta soltó una risa baja, disfrutando de la ironía de la situación.

—El príncipe no recuerda, ¡y su querido caballero está tan distraído como siempre! —Hizo una mueca de asco y disgusto al mencionar a Jaehyun, apretando la corona en su mano hasta que sus nudillos se pusieron blancos.

—Jaehyun... —murmuró, su voz llena de desprecio. —Ese estorbo. —Apretó los dientes, y por un segundo su máscara de diversión se rompió, dejando ver el odio profundo que sentía por el caballero que había frustrado sus planes en el pasado.

Pero rápidamente recuperó su sonrisa cínica.

—Bueno, creo que le debo un 'agradecimiento'. —Una risa seca salió de su boca mientras arrojaba la corona de nuevo al aire, atrapándola con facilidad. Se volteó hacia sus Wanderers, sus ojos brillando con una maldad calculada.

—Después de todo, fue tan considerado al abrir una grieta en el universo, ¿no lo creen? —Yuta preguntó, sus palabras llenas de una falsa inocencia mientras miraba a sus criaturas.

Los Wanderers gruñeron y chillaron, sus cuerpos convulsionándose como respuesta, aunque nunca llegaron a comprender del todo lo que Yuta les decía. No importaba. Yuta sabía que no necesitaba su entendimiento, solo su obediencia.

Con una sonrisa torcida, Yuta apretó la corona una vez más en sus manos y luego la lanzó a un lado, como si fuera un objeto sin valor. Sus ojos brillaban con emoción mientras daba un paso adelante.

—Así que, ¿qué les parece si le mandamos nuestras... 'gracias' al caballero? —dijo, su tono rebosante de diversión maliciosa. —Un pequeño recordatorio de lo que ha hecho.

Los Wanderers, respondiendo a la intención de su amo más que a sus palabras, gritaron y gruñeron con furia renovada. Sus cuerpos se retorcieron aún más violentamente, ansiosos por cumplir con la voluntad de su líder.

Yuta sonrió de oreja a oreja, observando cómo sus criaturas se agitaban, listas para desatar el caos.

—Eso pensé —murmuró, deleitándose en el caos que estaba a punto de desatarse. —Vayan... y mandenle nuestras más sinceras gracias al caballero.

Hundred Long Years| JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora