Llegando al apartamento por fin, Rémi se sentó en el sofá respirando hondo. Bien, al menos ya sabía que cuando Kristoph venía de visita era para ver a su madre, lo cual era bueno... Aunque era vergonzosa también la forma en que conoció a su suegra o mejor dicho, ex suegra.
—Bien... Antes de que preguntes... Si ya sabía de Kristoph... Desde la última noche en que nos acostamos... Él me lo confesó... No podía creerlo. ¡Todo era tan extraño! ¡Por un momento pensé que estabas loco!
Christopher se sentó en el suelo, alejado del sofá y de Rémi, con las piernas juntas hasta su pecho y los brazos rodeándolas. Su espalda estaba contra la pared y su rostro cabizbajo.
—Ya veo... —fue lo que murmuró.
Sus cejas estaban arqueadas y estaba mordiendo su labio con insistencia. Una ligera sombra se había instalado sobre sus ojos azules, mientras Christopher movía el dedo de una de sus manos con insistencia. Como las manecillas de un reloj.
—Lo sospeché cuando entraste en pánico en la casa de la madre de tu difunto marido. Ya entiendo por qué me parecía tan extraño y exagerado lo que me contabas —dijo antes de clavar sus ojos en Rémi. — De todas las ocasiones en las que estuve con chicos, lo más que pude llegar a decirles fue "Perra" y siempre me sentía culpable después.
No le hubiera gustado hablar de ese detalle, pero ya no importaba. Rémi guardó silencio; recordaba el odio y el rechazo que sentía hacia él al principio. ¿Pero cómo es que Cristopher lo sabía? Sí, cuando lo conoció a él, lo único que sentía era temor, ya que el sujeto estaba rayando en lo acosador.
—¿C-Christopher... De qué hablas?
—Antes de que digas otra cosa... —lo señaló— ¿Crees que con esta... maldición, me iba a preocupar por otra cosa que no fuera que tu marido fuera a matarme? ¿Crees que yo deseaba salir de mi cuarto? ¿Hacer este viaje? ¿Hablar con los otros inquilinos del hotel? —soltó una risita. —Qué va... En mi vida, solo estaba enfocado en comprarme unos nuevos zapatos, descansar lo suficiente, ahorrar para no preocuparme por mi vejez, llamar a mis tíos y tal vez conseguir una pareja por Tinder... En fin, no soy tan inteligente, ¿entiendes?
Todo tenía sentido. Algo hizo click en su cabeza. Cristopher no estaba trastornado; su marido lo atormentaba. Frunció el ceño enojado con su marido por no decirle eso tampoco.
—Maldito Kristoph...—murmuró agachando la cabeza; se conectó de manera casi milagrosa, parece que solo a coger y a decirle que era él. ¿Pero de verdad no les daba chance de hablar sobre todo este caos, ya que estaba muerto?
Ahora que los espíritus sabían que él también podía observarlos, parecían un poco más... Cohibidos, en vez de mirar a Rémi, lo miraban a él.
—Y en el fondo, ¿sabes qué es lo más gracioso de todo esto? Que lo que más deseas es morir, Rémi—dijo para deslizar una sonrisa en su rostro—Y por eso me odiaste desde el primer momento en el que nos conocimos—dijo levantándose, cruzándose de brazos y deslizando su lengua por sus labios—Porque yo te necesitaba vivo y tú no querías arrastrar a nadie más a tu calvario, ¿cierto? —las palabras estaban acompañadas de malicia, como quien sacude la trampa para ver si ha caído alguna presa en ella.—Sinceramente, por un momento pensé en ayudarte. Pero... Luego comprendí que ni siquiera el jodido poder del amor sana a alguien tan roto como tú—dijo empezando a acercarse a él—Ni siquiera puedo odiarte lo suficiente como para matarte yo mismo.
Soltó una risa. Por alguna razón eso no hirió lo suficiente al venezolano, pero sí lo lastimó el saber que una persona puede llegar a ser peor que un arma. No te mata pero te deja sentir lo que es estar muriendo. Pero eso ya lo sabía.
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𝔼𝕝 𝔻𝕠𝕟𝕒𝕟𝕥𝕖 𝕄𝕒𝕝𝕕𝕚𝕥𝕠 ||RUSVENE||USAVENE|| BL ||
Mystery / ThrillerKristoph, reconocido doctor por tratar de forma exitosa a personas con trastornos psiquiátricos severos, desapareció sin dejar rastro. Tiempo después, a Christopher le trasplantan sus córneas y su vida se vuelve un infierno. Solo hay una persona a l...