Christopher tan sólo cerró los ojos mientras sentía que el cuerpo del chico se calentaba contra él. Se sentía realmente dulce.
—Yo realmente te quiero, ¿lo sabes? Aunque yo sea un poco idiota —las palabras brotaron de su boca con un poco de nervios—, déjame seguir haciéndote feliz...
Se recostaron contra el sofá, escuchando el envolvente sonido de la música y compartiendo ligeros susurros. Christopher se encargó de llenarle la cara de besos y luego rió cuando el otro se acercó más. Rémi se quedó abrazándolo mientras se secaba las pocas lágrimas que tenía en su rostro; este se sentía feliz, algo que hace tiempo no sentía. Esa familiaridad en su tacto y sus palabras tan dulces solo lo hicieron ruborizar por ello.
—No me molesta que seas un poco idiota...
Durante unos momentos se sintió como en el cielo; era agradable totalmente. Le gustaba ese pequeño juego de susurros y esa sensación de sus besos que él con timidez regresaba. Decidió levantar el rostro para irse acercando un poco más mientras le miraba a sus ojos y le susurró suavemente.
—Te amo mucho. —para luego tomarlo del cuello y empezar a besarlo con nostalgia y cariño
El americano se tensó. No pudo evitar jadear mientras sentía sus suaves labios sobre su cuello. Cerrando sus ojos, le pidió que siguiera mientras la parte interna de sus rodillas chocaba contra un mueble y él caía sentado en éste. Atrajo más a Rémi hacia él y lo sentó en su regazo. Estaba disfrutando de los besos; lo hacían sentir bien, más tranquilo y, aunque creía que besarlo sería desagradable, descubrió que no, que a pesar de todo el alcohol, Rémi tenía sabor a chocolate.
Y él no era adicto al chocolate, pero éste sabor... Era demasiado bueno para dejarlo pasar.
Rémi jadeó ligeramente al sentir cómo el extranjero lo atraía más contra él; se abrazó a su cuerpo temblando ligeramente; así que se separó para verle avergonzado.
—Te... Te amo. Mucho, mi amor.
Se fue quitando la camisa frente a él mientras le miraba sumisamente feliz, con un brillo en los ojos que no había dejado ver desde hace mucho tiempo. Se apegó más al rubio mientras volvía a besarlo con entusiasmo; en su mente seguía siendo Kristoph, su esposo, a quien besaba con tanta emoción, y a quien estaba por entregarse como si fuera la primera vez.
—"Y si algún día la muerte es quien toma mi mano, pues con la otra te sostendré a ti y te buscaré en la próxima vida"... ¿Recuerdas? Fueron parte de mis votos jaja—dice melancólicamente recordando el día que se casaron; este solo no quería separarse de la imagen borrosa que tenía de su esposo.
Algo debía estar mal en la cabeza de Christopher, porque claro que recordaba esos votos. El chico sobre él empezó quitándose la camisa y tan sólo pudo dar un jadeo mientras sus manos fueron hacia las caderas del muchacho y apretarlas.
—"Si algún día regreso en otra piel y no te das cuenta de que soy yo, prefiero morir a estar para siempre lejos de tu memoria" —recitó el resto de los votos. Entonces, algo comenzó a apoderarse de él. Un hambre, algo que no era propio de él—Ven acá —gruñó mientras empezaba a encargarse de su cuello.
—¡¡Ahh ¡¡Dios, sí!! —no perdió el tiempo y le fue quitando la ropa al rubio, mirándolo con deseo—Extrañaba que me lo hicieras...—susurró mientras él mismo le bajaba los pantalones junto con los boxers—Vamos, déjame ver lo que siempre me hace gemir y gritar de placer.
Murmura contra su oreja mientras le miraba con deseo, ansioso de toda la acción que iban a tener. Llevó su mano más abajo, empezando a estimular su propia entrada con los dedos. Besó a Cristopher, antes de separarse de éste.
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𝔼𝕝 𝔻𝕠𝕟𝕒𝕟𝕥𝕖 𝕄𝕒𝕝𝕕𝕚𝕥𝕠 ||RUSVENE||USAVENE|| BL ||
Mystère / ThrillerKristoph, reconocido doctor por tratar de forma exitosa a personas con trastornos psiquiátricos severos, desapareció sin dejar rastro. Tiempo después, a Christopher le trasplantan sus córneas y su vida se vuelve un infierno. Solo hay una persona a l...