Las luces fluorescentes zumbaban sobre mi cabeza, intermitentes, como si dudarán entre parpadear o extinguirse por completo, pero no, se mantenían encendidas, inmutables, crudas
El blanco de las paredes parecía absorberlo todo, los gritos apagados en la distancia, los susurros incesantes de los pacientes y el eco metálico de las puertas cerrándose.
Todo se desvanecía en esa inmensa y eterna blancura, era un lugar donde los sueños y las pesadillas se entrelazaban, donde el tiempo se diluía en la monotonía de la rutina
Me dicen que estoy enfermo, que soy peligroso, y que necesito ayuda, y quizá en el fondo tengan razón.
Pero no es la ayuda lo que busco; es comprensión.
La puerta de la sala de terapia se abrió, interrumpiendo mis pensamientos y desnudando la atmósfera cargada de tensiones no expresadas
Entro un nuevo rostro, uno que nunca había visto antes, era un hombre de mirada intensa y calculadora, con una postura que irradiaba una calma inquietante
Su nombre era Fyodor Dostoyevski
El sonido de su nombre resonó en mi mente como un eco familiar, un susurro en mi mente que me decía que en este lugar, donde todo se siente perdido, el sería el único capaz de entender mi locura.
Tenía el aire de un depredador en un entorno desconocido, y a pesar de que compartíamos la misma jaula, el parecía completamente a su antojo, como si cada paso que daba retumbará en mis pensamientos
La terapeuta, una mujer de voz suave y segura, nos presentó, mientras hablaba, sus palabras se desvanecían en el aire, incapaces de atravesar la barrera invisible que se había formado entre Fyodor y yo.
La pregunta llegó, tan simple y tan llena de significado
-¿Que te trajo aquí, Fyodor?
El silencio se apoderó de la sala, denso como la niebla, lo observé mientras sus labios se curvaban en una sonrisa que me heló la sangre.
Era una sonrisa que prometía secretos y peligros, una sonrisa que parecía decir que este lugar no lo contendría demasiado tiempo
-Mis demonios sin un poco más integrantes que los suyos.- respondió, su voz un susurro de desafío que corto el aire como una navaja.
Senti un escalofrío recorrerme, aquel momento, en este espacio clínico, se convirtió en un campo de batalla silencioso, sus palabras eran afiladas y las miradas que intercambiamos estaban cargadas de tensión palpable.
Sabía que estaba a punto de jugar, y yo era el juguete en sus manos.
La terapeuta intentó guiar la sesión pero ya había algo en aire, una conexión oscura, mientras hablaba, Fyodor se sentó enfrente de mi e intercambiamos miradas, cada una más intensa que la anterior.
Sus ojos, violetas eran dos abismos que reflejaban secretos y sombras, que me retaban a cruzar la línea que nos separaba.
La sesión se torno en un juego de palabras, hablamos de nuestras vidas, miedos, pero no había sinceridad por mi parte, solo estrategia.
Mientras la terapeuta hacia su mejor esfuerzo por mantenernos enfocados, Fyodor y yo compartíamos pequeñas sonrisas, bueno, yo lo hacía el solo estaba serio.
Al final de la sesión cuando la terapeuta nos despidió, y entre trompicones me obligaron a volver a mí celda sentí que un hilo invisible nos había unido.
La puerta se cerró tras de mi dejándome solo entre esas cuatro paredes, y la habitación pareció oscurecerse, la monotonía del hospital estaba empezando a ser demasiado opresiva, pero sabía que algo había empezado
Aquí en este lugar olvidado por el mundo, no hay doctores que puedan salvarnos, no hay enfermeras que curen lo que llevamos dentro
Aquí solo quedamos nosotros, los rotos, los perdidos, los locos.
Y el abismo, porque al final del día eso es lo único que quedaba: el abismo.
Y es en donde nos reflejamos.
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¿Expectativas?
Aviso este fic me lo voy a tomar con mucha más calma, pues es un tema difícil de tratar y al final voy a jugar con sus verdaderas personalidades del anime jejeje🫢🫢🫣
Nos vemos prontito 🖤
ESTÁS LEYENDO
Ecos del abismo.
FanficEn un hospital psiquiátrico, donde el silencio se ve interrumpido por susurros de dolor y desesperanza. Nikolai Gogol se encuentra atrapado en su propia mente, internado debido a un comportamiento errático y a recuerdos que amenazan por consumirlo...