Nikolai había pasado ya una semana más en aquel lugar, una semana que, aunque menos aburrida que las primeras seguía resultandoles monótonas.
Había comenzado a relacionarse, de vez en cuando con Dazai y Chuuya, aunque no lo haría en exceso, era más como un entretenimiento esporádico que una verdadera ganadería y las conversaciones que mantenían trnia la profundidad de un charco.
Sin embargo, esos momentos, llenos de sarcasmo, burlas y miradas furtivas, le proporcionaban una distracción bien recibida en la opresiva rutina del hospital
Pero hoy no era un día cualquiera, hoy tocaba su primera sesión grupal, Nikolai nunca había sido alguien que disfrutará de los grupos ni mucho menos de compartir sus pensamientos con extraños, pero había algo intrigante en la idea de relacionarse con otros internos.
Después de todo, las mentes más rotas a veces eran las más interesantes
Ahora, estaba sentado en una sala pequeña y apenas iluminada una de las salas de terapia grupal donde se llevaban a cabo esas sesiones, los muros de concreto gris se sentían más estrechos de lo habitual, como si el aire mismo fuera más denso y aplastante.
Había una mesa rectangular en el centro rodeada de sillas de metal desgastadas, en una de ellas estaba Dazai, sentando con su habitual indiferencia, sus ojos vagando perezosamente por la sala, como si nada le importara
Cerca de él, Chuuya mantenía su expresión neutral, pero con los puños cerrados sobre las rodillas, la tensión era evidente.
Además de ellos había otros cuatro pacientes, Nikolai no conocía sus nombres y francamente no le interesaban, estaban allí en silencio, igual que el.
Uno de ellos, un hombre delgado y de aspecto nervioso, movía los dedos inquietamente, tamborileando en la mesa como si estuviera esperando algo terrible ocurriera.
Otro con el pelo negro desaliñado y ojos oscuros, permanecía completamente inmóvil su expresión estoica, casi severa, su postura rígida lo hacía parecer una estatua con la mirada fija en un punto indeterminado de la sala.
Nikolai observaba la escena con sus propios ojos, siempre en movimiento, buscando algo de interés, no le importaban los demás, lo único que le preocupaba era que una vez más estaba aburrido.
La psiquiatra aún no llegaba y ya llevaba varios minutos esperando
Sus dedos tamborileaban sobre la mesa, marcando el ritmo de una melodía que solo existía en su cabeza, sus pensamientos vagaban entre imágenes absurdas y recuerdos vagos.
"¿Cuando va a comenzar está maldita sesión?", pensó. Las sillas eran incómodas y el aire en la sala se sentía denso, casi cargado de tensión no dicha.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, la puerta de la sala se abrió lentamente, la psiquiatra entró con paso tranquilo y seguro, una mujer de mediana edad con el rostro siempre cubierto por una máscara de calma profesional.
Pero Nikolai no la estaba observando a ella, su atención fue capturada por la figura que la seguía.
Un hombre caminaba detrás de la psiquiatra, sus movimientos eran tan fluidos que parecían casi etéreos, como si flotará más que caminar, no lo había visto antes, lo cual era en si mismo un misterio interesante.
En el psiquiátrico no había muchos cambios en cuanto a nuevos rostros, la mayoría de los internos seguramente llevaban allí meses, incluso años, pero este hombre....este hombre era diferente
Desde el momento en que entró, Nikolai sintió una especie de vibración en el aire, era algo imperceptible para los demás, probablemente, pero para el fue como una descarga eléctrica recorriendo su cuerpo.
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Ecos del abismo.
FanficEn un hospital psiquiátrico, donde el silencio se ve interrumpido por susurros de dolor y desesperanza. Nikolai Gogol se encuentra atrapado en su propia mente, internado debido a un comportamiento errático y a recuerdos que amenazan por consumirlo...