Nikolai permanecía en un rincón de la celda, sintiendo cómo la distancia que había comenzado a crecer entre él y Fyodor se hacía cada vez más palpable. Desde aquel tenso intercambio de palabras, donde la frialdad de Fyodor había cortado el aire como un cuchillo afilado, las cosas habían cambiado. La forma en que Fyodor lo miraba, antes llena de complejidad y emoción, ahora se había vuelto distante y fría. Nikolai se aferraba a su fachada, pero cada día que pasaba sin la calidez de una conversación significativa, sentía que su corazón se encogía un poco más.
Era un día gris en el psiquiátrico, y la sesión de terapia prometía ser tan incómoda como de costumbre. La sala estaba llena de murmullos y risas nerviosas, un contraste extraño con la atmósfera cargada que Nikolai llevaba dentro. El tema de la sesión era un collage, donde los internos debían formar parejas para plasmar sus emociones y experiencias en una hoja grande de papel. Sin embargo, el simple hecho de tener que emparejarse le parecía un desafío monumental.
Al buscar a Fyodor entre los demás, su corazón dio un vuelco al verlo hablar con Iván, otro interno, conocido por su actitud desafiante y su risa provocadora. La forma en que Iván sonreía mientras se inclinaba hacia Fyodor lo hizo fruncir el ceño involuntariamente. "¿Por qué él?", pensó, sintiendo una punzada de celos. La imagen de Fyodor sonriendo con otro en lugar de con él se clavó en su mente como una espina.
Fue en ese momento de frustración cuando sintió una mano cálida en su hombro. Se volvió para encontrar a Sigma, su amigo de confianza, sonriendo con una leve compasión en su mirada. "¿Listo para esto?" preguntó Sigma, su voz suave y tranquilizadora, como si supiera exactamente lo que Nikolai estaba sintiendo.
-¿Qué otra opción tengo?.- Nikolai respondió, tratando de mantener un tono despreocupado, pero la desilusión era evidente en su voz. Sigma le ofreció una sonrisa más amplia, una que iluminaba su rostro, y le hizo un gesto para que se uniera a él.
-Vamos, hagamos algo que los sorprenda.- sugirió Sigma, señalando el papel en blanco sobre la mesa. Nikolai asintió, sintiendo cómo el calor de la cercanía de Sigma aliviaba un poco el peso que llevaba en su pecho.
Mientras comenzaban a buscar imágenes y palabras para su collage, no pudo evitar lanzar furtivas miradas a Fyodor y Iván.
A lo lejos, Fyodor parecía completamente inmerso en la actividad, sus gestos precisos y controlados, como si estuviera ejecutando una sinfonía que solo él podía oír. La imagen le provocó un torbellino de emociones. ¿Cuándo se había vuelto tan ajeno a él? Esa pregunta resonaba en su mente, haciéndolo sentir cada vez más aislado.
Nikolai intentó concentrarse en Sigma, en la forma en que sus manos se movían rápidamente, eligiendo recortes y pegándolos con dedicación. Sin embargo, su mente no podía dejar de divagar. "No puedo seguir así," pensó, sintiendo el peso de la tristeza en su pecho. Todo lo que quería era volver a esos días en que Fyodor sonreía, lo miraba y todo era más simple.
-¿Nikolai?.- la voz de Sigma lo sacó de sus pensamientos.- ¿Qué opinas de esto? Sigma le mostró una imagen de un paisaje en calma, un río que fluía suavemente. Nikolai sonrió, sintiendo que su amigo siempre sabía cómo distraerlo.
-Es perfecto.- respondió, un poco más animado.
Pero en el fondo de su corazón, la ausencia de Fyodor seguía pesando, y las risas de Sigma, aunque reconfortantes, no podían llenar ese vacío. Cada vez que levantaba la vista hacia la mesa donde estaba Fyodor, se preguntaba si había algo que pudiera hacer para arreglar las cosas entre ellos. Sin embargo, el miedo al rechazo lo mantenía cautivo.
Mientras Nikolai se alejaba de la mesa de arte, su mirada se desvió hacia un rincón de la sala, donde un grupo de suministros esperaban ser utilizados. Entre ellos, brillaban unas tijeras de plástico, inofensivas en apariencia, pero en su mente, comenzaban a representar algo más profundo. Se acercó lentamente, sus dedos estirándose hacia el objeto, una sonrisa irónica asomándose en sus labios.
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Ecos del abismo.
FanficEn un hospital psiquiátrico, donde el silencio se ve interrumpido por susurros de dolor y desesperanza. Nikolai Gogol se encuentra atrapado en su propia mente, internado debido a un comportamiento errático y a recuerdos que amenazan por consumirlo...