🥀 Capitulo 5🥀

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Desde aquella conversación inicial, habían pasado cinco días, y la rutina del psiquiátrico continuaba con su monotonía agobiante. Nikolái y Fyodor habían encontrado una especie de refugio en su extraña amistad. Aunque en un principio sus charlas habían sido vagas y carentes de propósito, cada día que pasaba se tornaban más profundas, y, poco a poco, sus pensamientos comenzaron a volcarse hacia temas más serios. Era inevitable que su curiosidad se dirigiera hacia el mismo lugar en el que estaban confinados, un psiquiátrico que parecía más anacrónico con cada día que pasaba.

Se encontraban en el patio, una sección encajada entre altos muros de piedra que proyectaban sombras largas y opresivas. Aquel día, como de costumbre, se habían sentado en un banco apartado, lejos de la vista directa de los guardias y otros pacientes. Nikolái, con su energía característica, jugueteaba con una ramita que había encontrado en el suelo, mientras Fyodor mantenía su pose elegante y calculada, sus ojos observando el entorno con la mirada de un halcón que estudia su presa.

—Es curioso, ¿no te parece? —comentó Nikolái, rompiendo el silencio—. En pleno siglo XXI, y aquí estamos, encerrados en un lugar que parece sacado de una novela de terror gótica. Las celdas, las torturas... incluso las prácticas médicas parecen pertenecer a otra época.

Fyodor lo miró de reojo, esbozando una leve sonrisa que apenas curvó sus labios. Era el tipo de comentario que esperaba de Nikolái; siempre parecía estar en busca de una chispa de caos.

—Sí, es curioso —respondió Fyodor con voz suave, pensativa—. Pero lo que más me intriga no es tanto lo que hacen aquí, sino por qué. ¿Por qué usar métodos tan arcaicos cuando la medicina moderna ha avanzado tanto? Es como si quisieran mantenernos atrapados no solo físicamente, sino mentalmente también.

Nikolái dejó de jugar con la ramita y la lanzó al suelo, su expresión se volvió más seria, aunque el brillo de su locura persistía en sus ojos.

—Entonces... ¿por qué no lo averiguamos? —dijo, inclinándose hacia Fyodor con una sonrisa que dejaba entrever un atisbo de malicia—. Sé que hemos hablado de hacer algo grande juntos, y esta podría ser nuestra oportunidad. Tenemos que descubrir qué es realmente este lugar. Algo me dice que no es un psiquiátrico cualquiera.

Fyodor asintió lentamente, como si ya hubiera estado pensando en lo mismo. Desde su llegada, había notado cosas que no encajaban: los guardias demasiado disciplinados, la tecnología antigua que apenas funcionaba, los doctores que parecían más interesados en experimentar que en curar.

—Tienes razón —dijo finalmente—. No es un lugar común. Creo que el primer paso sería investigar quiénes somos nosotros aquí. ¿Por qué nos han traído específicamente a este sitio? La información está en alguna parte, solo tenemos que encontrarla. Puede que haya registros, archivos... algún documento que revele la verdadera naturaleza de este lugar.

Nikolái se rio en voz baja, un sonido que resonó con la inquietante alegría de un niño que acaba de descubrir un nuevo juego peligroso.

—Suena como un plan, Fyodor. Pero sabes que no será tan fácil. Si tienen algo que esconder, estará bien protegido. —Se recostó en el banco, mirando hacia el cielo nublado—. Me pregunto qué tan lejos estaremos dispuestos a llegar para descubrirlo.

Fyodor lo miró con una calma fría y penetrante, casi como si pudiera leer la mente de su compañero.

—Tan lejos como sea necesario —respondió con firmeza—. La libertad, Nikolai, es un concepto que en este lugar adquiere un nuevo significado. Nos la han arrebatado, pero la pregunta es si alguna vez fue realmente nuestra.

Nikolái se quedó pensativo, sus dedos tamborileando suavemente sobre la madera del banco.

—La libertad... —musitó—. Me gusta pensar que siempre he sido libre, incluso cuando estoy atrapado aquí. Mis pensamientos, mis deseos, mis emociones... nadie puede controlarlos realmente. Pero tú hablas de algo más profundo, ¿verdad?

Ecos del abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora