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El fin de semana llegó más rápido de lo que esperaba. El entrenamiento de la mañana había sido duro, pero no me importaba. Mantener el ritmo después de la goleada que dimos en el último partido era importante. Las chicas estaban emocionadas, aunque yo no podía dejar de pensar en los eventos recientes. En especial, en lo que había ocurrido con Chiara.

No podía entender por qué la chica me sacaba de quicio tanto. No era solo su música, sino su actitud. Como si no le importara lo que los demás pensaran de ella. Y, aunque me irritaba, había algo en ella que me intrigaba, aunque no quisiera admitirlo.

Mientras trataba de desconectar un rato en mi apartamento, mi móvil vibró.

––*Ping.*

Un mensaje de Patri, una de mis compañeras de equipo.

––*Vio, esta noche salimos a tomar algo. ¿Te animas? No te puedes encerrar siempre, tía.*

Suspiré. No tenía muchas ganas de salir, pero tampoco quería parecer la aburrida del grupo.

––*Vale, nos vemos allí* –respondí, pensando que una salida con las chicas me vendría bien para despejarme.

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El bar estaba a reventar cuando llegué. Las luces, el bullicio, las risas y la música creaban el ambiente perfecto para olvidarse de los entrenamientos por una noche. Algunas de mis compañeras ya estaban allí, riéndose y hablando animadamente en una mesa cerca de la barra.

Patri me hizo una seña desde lejos.

––¡Vio! ¡Por aquí! –gritó sobre el ruido.

Caminé hacia ellas y me encontré con Patri, Mapi y Alexia. Las tres estaban relajadas, disfrutando de la noche.

––¿Cómo estás? –preguntó Alexia, pasándome una bebida.

––Cansada, pero bien. Necesitaba esto –respondí, tomando un sorbo de mi vaso.

––Y nosotros necesitamos que te relajes un poco –dijo Mapi, dándome una palmada en el hombro–. Siempre tan seria en el campo, Vio. Deberías sonreír más.

––Ya, ya... Estoy bien –respondí, rodando los ojos con una pequeña sonrisa.

––Oye, ¿y viste quién más está por aquí? –dijo Patri con un tono divertido, señalando hacia la otra esquina del bar.

Miré en la dirección que indicaba y, para mi disgusto, vi a Chiara. Rodeada de algunas personas, charlaba animadamente mientras su típica sonrisa despreocupada iluminaba su rostro. Me puse tensa de inmediato.

––Genial... –dije en voz baja, mirando a otro lado.

––No es para tanto –intervino Alexia–. Deberías intentar conocerla. Las dos tienen una personalidad fuerte, pero no por eso tienen que llevarse mal.

––Exacto –añadió Patri–. No va a morderte, Vio. Además, lo de su música no es para tanto.

––Fácil decirlo para ti, que te encanta cantar esas canciones en el vestuario –respondí, medio en broma, medio en serio.

––¡Es que son pegajosas! –se defendió Patri, levantando las manos.

––Sí, pegajosas como el chicle en una suela –murmuré, provocando la risa de las chicas.

Mientras intentaba ignorar la presencia de Chiara, Mapi se inclinó hacia mí.

––Escucha, Vio. No tienes que ser su amiga, pero tampoco puedes estar con esa cara cada vez que la ves. Relájate, disfrútalo. Al final del día, solo es otra persona más –dijo, dándome un empujón amistoso.

Entre Balones y Melodías || KIVI-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora