Después de la reunión en el vestuario, el aire seguía cargado. A pesar de que algunas jugadoras comenzaron a mostrarse más comprensivas, el resto no dejaba de lanzar miradas furtivas hacia Chiara y yo. La tensión era palpable. La historia de nuestra relación no solo había sido un tema candente en las redes sociales, sino que ahora se había infiltrado en el día a día del equipo. Los murmullos no cesaban, y aunque tratábamos de centrarnos en lo que realmente importaba —el fútbol—, era casi imposible ignorar la presión que se sentía en el ambiente.El primer entrenamiento después de la revelación fue un desastre. La comunicación en el campo era torpe, las jugadas parecían no salir como siempre, y cada pase se sentía más pesado que el anterior. Las chicas estaban tensas, y Chiara, que siempre había sido el alma del equipo, ahora parecía tener una sombra sobre ella.
––Violeta, ¿estás bien? –me preguntó Ingrid, su tono bajo, casi preocupado mientras corríamos por el campo.
Yo la miré, tratando de mantener la calma, pero mi mente estaba nublada.
––Estoy bien. Pero no es solo eso, Ingrid. Las cosas están cambiando, y no sé si podremos seguir adelante como antes.
Ella suspiró, mirando a lo lejos. Sabía que lo que estábamos viviendo no era fácil para ninguna de las dos, pero no éramos las únicas que sufríamos las consecuencias. La desconexión en el vestuario era evidente, y las jugadoras, aunque se esforzaban por no mostrarlo, se sentían incómodas.
El entrenamiento continuó, pero algo había cambiado. La magia que había existido entre nosotras en el campo, esa complicidad que hacía que todo fluyera sin esfuerzo, se había esfumado. El entrenador nos observaba desde la línea de banda, con el ceño fruncido, y cada error que cometíamos era como una nueva presión sobre nuestros hombros.
Finalmente, después de un par de horas en el campo, el entrenador silbó para que nos detuviéramos.
––Chicas, necesitamos hablar –dijo, su voz firme, pero con una pizca de empatía. –No podemos seguir con esta tensión. El equipo es más que individualidades, y necesitamos recordar eso si queremos ganar este partido.
Chiara y yo nos miramos antes de caminar hacia él, sintiendo el peso de la situación. No podía negar lo que estaba pasando: la química entre el equipo se había roto. Algunas jugadoras parecían no saber cómo tratarnos, y la división era más que evidente.
––Voy a ser directo –dijo el entrenador. –Vuestra relación ha afectado la dinámica, y eso no podemos permitirlo. A partir de ahora, quiero que os concentréis en el fútbol, en lo que hacéis bien en el campo. No quiero más distracciones.
Las palabras del entrenador cayeron como una losa, y aunque entendía que su objetivo era proteger al equipo, sentí una punzada de frustración. No quería que nuestra relación se convirtiera en algo que dañara lo que habíamos construido como equipo. Pero al mismo tiempo, sabía que no podía ocultarlo, que no podía volver atrás.
––Lo entiendo, entrenador –respondí, tratando de mantener mi voz firme. –Pero no quiero que nos hagas sentir como si fuéramos una carga para el equipo. Chiara y yo... estamos comprometidas con esto. Con el equipo.
Chiara asintió, mirando al entrenador con seriedad.
––No estamos pidiendo que nos acepten de inmediato. Solo que respeten nuestra relación y nos permitan seguir jugando como siempre. Esto no va a afectar nuestro rendimiento.
El entrenador nos miró en silencio por un momento, como si estuviera evaluando nuestras palabras. Finalmente, suspiró.
––Bien. Pero quiero ver cambios. Os necesitamos a las dos al cien por ciento, y si esto no se soluciona, tendremos que reconsiderarlo.
Las palabras flotaron en el aire, y aunque no lo dijo explícitamente, todos entendimos que había una advertencia detrás de ellas.
El entrenamiento terminó con una sensación de incomodidad persistente. Las jugadoras se dispersaron rápidamente, y la mayoría de ellas evitó nuestra mirada. Mientras caminábamos hacia los vestuarios, Chiara se acercó a mí, su rostro sombrío.
––Esto es más difícil de lo que pensaba –dijo, su voz quebrada por la frustración. –Quiero que todo vuelva a ser como antes. Pero siento que hay algo que se ha roto.
La tomé de la mano, apretándola con suavidad, y la miré a los ojos.
––Lo sé. Pero no podemos rendirnos, Chiara. Si esto nos cuesta más esfuerzo, lo vamos a dar. Te lo prometo. Vamos a demostrar que nuestra relación no tiene por qué afectar al equipo.
Ese mismo día, las redes sociales estallaron nuevamente. Alguien había filtrado un video del evento en el que yo defendía nuestra relación, y los comentarios comenzaron a multiplicarse. Algunos eran positivos, otros despectivos, pero todos coincidían en que había algo "escandaloso" en que dos jugadoras del Barça estuvieran juntas. Los haters estaban a la orden del día, pero también comenzaron a llegar mensajes de apoyo. No éramos las primeras, ni seríamos las últimas, pero algo en mí se encendió al ver el amor que empezaba a aflorar.
A pesar de las dificultades, nos levantamos. El próximo partido era crucial, y tanto Chiara como yo sabíamos que debíamos dejar todo lo que no era fútbol fuera del campo. Cada pase, cada jugada, cada regate, necesitaban llevar nuestra concentración al máximo nivel. Pero también sabía que en el fondo, lo que realmente nos unía era mucho más fuerte que cualquier crítica o presión externa.
La noche antes del partido, mientras estábamos solas en nuestra habitación, Chiara se acercó a mí con una mirada intensa.
––Vamos a demostrar que podemos hacerlo, ¿verdad? –preguntó, con voz suave pero decidida.
La tomé entre mis brazos, besándola con la pasión que sentía por ella, un beso lleno de promesas, de determinación. Estábamos listas, no solo para el partido, sino para enfrentar el mundo juntas.
––Sí, Chiara. Vamos a demostrarles que somos imparables.
El día del partido, el estadio estaba más lleno de lo habitual. Las cámaras nos seguían a cada paso, y sabía que todos los ojos estaban puestos sobre nosotras. Pero no importaba. La única cosa que realmente importaba era lo que pasaba entre nosotras en el campo.
Y, por primera vez, me sentí invencible.
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Entre Balones y Melodías || KIVI-
FanfictionEn un mundo donde el fútbol y la música son más que pasiones, Violeta y Chiara se encuentran en lados opuestos de una rivalidad electrizante. Violeta, una talentosa jugadora del FC Barcelona femenino, vive y respira fútbol, dedicándose a superar cad...