27

342 10 0
                                    


Las primeras luces del amanecer apenas iluminaban el apartamento cuando Chiara y yo nos despertamos, entrelazadas en una mezcla de sudor y promesas no dichas. Había algo en el aire esa mañana, algo que me hacía sentir que estábamos cruzando un límite del que no podíamos regresar. El roce de su cuerpo contra el mío, su respiración pesada aún entrecortada por lo que habíamos compartido esa noche, solo hacía que mi necesidad por ella creciera. Pero había algo más en mis pensamientos: las consecuencias de lo que habíamos hecho, de lo que estábamos haciendo.

La atmósfera entre nosotras había cambiado. Sabía que no podía seguir viviendo de esa manera, en una burbuja de deseo que ignoraba todo lo demás. El equipo había comenzado a notar algo, y las palabras de Laura en la reunión de ayer seguían rondando en mi mente. **"No puede afectar el rendimiento del equipo".** Pero, ¿qué pasaría si ya había afectado algo más profundo? ¿Qué pasaría si lo que teníamos entre nosotras estaba a punto de destruirlo todo?

Chiara me miró con sus ojos oscuros, como si supiera exactamente lo que estaba pensando. Sin decir palabra alguna, se acercó y me besó con una suavidad que no podía dejar de sentir en mi pecho. Un beso que empezó con calma, pero que rápidamente se transformó en algo más urgente, más necesario. Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, y aunque mi mente me advertía que estábamos caminando sobre un terreno peligroso, no podía detenerme.

––Violeta... –susurró, separándose un poco de mí y mirándome con intensidad. –No sé cuánto tiempo más podemos seguir así, pero no quiero dejar de verte.

––Yo tampoco quiero dejarlo, Chiara. –mi voz salió suave, pero con una certeza que me asustaba. –Pero el equipo... todo esto... no sé si podemos seguir escondiéndolo.

El miedo en sus ojos me atravesó. Sabíamos que no podíamos seguir ignorando lo que estaba pasando dentro y fuera del campo. La tensión entre nosotras se sentía más fuerte cada vez que nos mirábamos, y las palabras no dichas se acumulaban como una presión insoportable.

Pero entonces, el sonido del teléfono de Chiara interrumpió el momento. Suspiró profundamente antes de tomarlo. Al mirar la pantalla, su rostro se endureció.

––Es Laura –dijo, su tono serio. –Tenemos que reunirnos con el equipo.

Antes de que pudiera decir algo, Chiara ya estaba levantándose de la cama y comenzando a vestirse con rapidez. Yo la seguí, intentando comprender lo que estaba sucediendo. Al salir de la habitación, la atmósfera se volvía más pesada, como si todo estuviera a punto de explotar. Mi corazón latía con fuerza al pensar en lo que podría suceder. ¿Iban a echar a perder lo que habíamos compartido? ¿Podríamos seguir adelante con nuestra relación, o nos enfrentaríamos a algo mucho más grande que nos separaría?

***

La sala de reuniones del club estaba tensa cuando llegamos. Todos los ojos del equipo estaban puestos en nosotras, pero nadie decía nada. Laura estaba al frente, con una expresión seria en su rostro.

––Gracias por venir –dijo Laura, mirando a todas las jugadoras con una seriedad que se sentía como una orden. –El ambiente en el vestuario está más tenso de lo normal, y eso nos está afectando en los partidos. Necesito saber qué está pasando entre ustedes dos.

El silencio que siguió fue pesado, y aunque la mirada de Chiara y la mía se cruzaron, ninguno de los dos dio el primer paso. Pero sabíamos que la verdad estaba por salir, que ya no podíamos ocultarlo más.

––Sí, es verdad. –respondí, alzando la voz, aunque mi corazón latía con fuerza en mi pecho. –Chiara y yo... estamos juntas. Lo que sucedió entre nosotras no es algo que podamos seguir ocultando.

Hubo un murmullo en la sala, y algunas jugadoras se miraron entre sí, otras no se atrevían a mirar hacia nosotras. La tensión era insoportable. Algunas de las jugadoras, como Marta y Carla, se veían sorprendidas, mientras otras, como Irene y Alexia, permanecían en silencio, pero con expresiones difíciles de leer.

Laura permaneció en silencio por unos segundos, como si estuviera procesando lo que acababa de escuchar. Finalmente, respiró hondo y habló.

––Lo entiendo, chicas. –dijo, su voz aún firme. –Pero lo que más me importa ahora es que esto no afecte al equipo. Sabemos que hay algo entre ustedes, y eso no debería cambiar nada en la dinámica de juego. Lo único que quiero es que todo el mundo se concentre en lo que realmente importa: ganar.

En ese momento, sentí un alivio inexplicable. Laura había entendido, aunque no totalmente, lo que significaba para nosotras, pero también dejaba claro que no podía permitirse que la situación interfiriera con el rendimiento del equipo.

Sin embargo, el suspiro de alivio fue solo temporal. Sabía que lo que acababa de pasar cambiaría las dinámicas del vestuario. Chiara y yo ya no seríamos las mismas jugadoras. Ya no seríamos las mismas personas. Pero, al menos por ahora, podríamos seguir jugando juntas, luchando por el mismo objetivo.

Cuando la reunión terminó, las jugadoras comenzaron a dispersarse, pero no sin antes intercambiar miradas, algunas inquisitivas, otras confusas. Chiara y yo nos quedamos atrás, y ella se acercó a mí, su mirada llena de una mezcla de incertidumbre y deseo.

––¿Qué hacemos ahora? –me preguntó, su voz suave pero cargada de tensión.

––Lo que hemos estado haciendo siempre, Chiara. –respondí, tomándola de la mano con fuerza. –Luchar, entrenar, ganar. Pero no podemos negar lo que tenemos. Y no quiero que lo hagamos.

Sin decir nada más, nos miramos una última vez antes de salir del vestuario. A pesar de la incertidumbre, de la presión, de las consecuencias que pudieran llegar, algo en mi pecho me decía que había tomado la decisión correcta.

Mientras caminábamos hacia el campo de entrenamiento, nuestras manos entrelazadas, una cosa era clara: lo que había entre nosotras no era solo pasión ni deseo. Era algo mucho más fuerte, mucho más real. Y aunque el futuro era incierto, sabíamos que no íbamos a dejar que nada ni nadie nos separara.

Entre Balones y Melodías || KIVI-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora