31

366 9 0
                                        



El día siguiente al evento fue un torbellino. Las redes sociales no dejaban de hablar de nosotras, y la prensa, que en un principio había sido escéptica, se lanzó a cubrir la historia con todo lo que tenían. Algunos medios nos aclamaban por nuestra valentía, mientras que otros, con menos escrúpulos, se centraban en criticarnos, en desmenuzar cada palabra, cada gesto. Era como si nuestra vida hubiera pasado de ser un simple suspiro a una novela llena de intriga, juicios y comentarios.

Chiara y yo tratábamos de encontrar un poco de paz en medio de todo esto, pero era casi imposible. Las jugadoras del equipo, las que antes nos habían apoyado en silencio, ahora comenzaban a mostrar una postura más cautelosa. Las conversaciones que antes se limitaban a bromas y risas, se habían vuelto tensas, cargadas de miradas furtivas y susurros entre ellas. No todos estaban listos para que el secreto saliera a la luz, y algunas incluso nos miraban con recelo.

––Esto es una locura, Violeta –me dijo Chiara mientras caminábamos por el vestuario, tratando de hacer que el ambiente volviera a la normalidad. –Lo que empezó como algo tan hermoso, ahora se siente como una carga.

Yo la miré, sintiendo una punzada en el pecho. Sabía que esto no iba a ser fácil, pero también sabía que no podía dar marcha atrás. Mi amor por ella no iba a desaparecer solo porque un par de personas no entendieran.

––Te prometo que lo superaremos –le dije, acariciando su brazo mientras nos dirigíamos hacia el campo para el entrenamiento del día. –No vamos a dejar que esto nos destruya.

Chiara asintió, pero su expresión seguía preocupada. Las noticias de nuestra relación se habían regado por todo el club, y aunque muchas jugadoras se mantenían neutrales, otras ya no podían ocultar su incomodidad. El vestuario estaba en silencio, y las miradas eran más evidentes que nunca.

Al llegar al campo, nos sorprendió ver a varios miembros del cuerpo técnico reunidos cerca de la línea de banda, conversando entre ellos con aire serio. Sabíamos que algo no iba bien.

––Violeta, Chiara, venid –dijo el entrenador con una mirada que dejaba claro que la situación era delicada. Nos acercamos, con el corazón latiendo más rápido.

El entrenador nos miró con una mezcla de preocupación y comprensión.

––Lo que ha sucedido con vuestra relación ha generado mucha controversia, y no puedo ignorar lo que está ocurriendo dentro del equipo y fuera de él. Sabemos que ambas son jugadoras excepcionales, pero debemos hablar de cómo esto está afectando el ambiente en el vestuario.

Mi estómago se hundió. Sabía que era una conversación que tarde o temprano tendríamos que tener, pero no me imaginaba que sería tan pronto. Miré a Chiara, y ella me sostuvo la mirada, también tensa.

––Lo entiendo, entrenador –respondí, tratando de mantener la calma. –Pero lo que ha sucedido no cambia nuestra profesionalidad ni el compromiso con el equipo.

Chiara asintió rápidamente, demostrando que estaba de acuerdo. Pero el entrenador no pareció convencido del todo.

––Lo sé, lo sé. Pero debemos ser honestos con nosotras mismas. Hay jugadoras que se sienten incómodas con todo esto, y algunas están empezando a hablar entre ellas. No podemos permitir que eso afecte nuestro rendimiento. No podemos dividirnos.

Las palabras del entrenador resonaron en mi mente. El equipo estaba dividido, y aunque entendía las preocupaciones, también sentía una gran rabia. Habíamos dado un paso valiente, pero las consecuencias no solo nos afectaban a nosotras. Afectaban a todas.

––Entonces, ¿qué sugieres? –preguntó Chiara, su voz firme, aunque sus ojos mostraban el cansancio acumulado.

––Vamos a hacer una reunión con todo el equipo, para que podamos aclarar las cosas, poner las cartas sobre la mesa. Necesitamos hablar y entendernos. La armonía del grupo es esencial para que podamos seguir adelante.

Chiara y yo nos miramos por un momento, sabiendo que lo que estaba por venir no sería fácil. Si hasta ahora las cosas eran complicadas, este enfrentamiento iba a ser aún peor. Pero no podía ocultarlo más. No podía hacer como si nada hubiera cambiado.

Después de unos minutos, nos dirigimos al vestuario, donde el equipo ya nos esperaba. El ambiente estaba tenso, casi palpable. Todas las jugadoras nos observaban, algunas con miradas de desaprobación, otras con curiosidad. Había un murmullo que no podíamos ignorar.

El entrenador comenzó a hablar, pero todos sabíamos que el tema principal de esa reunión era nuestra relación.

––Chicas, sé que la situación con Violeta y Chiara ha creado algo de tensión en el vestuario. –dijo el entrenador, mirando de reojo hacia nosotras. –Este es un equipo unido, y necesitamos que todos estemos en la misma página.

Las miradas se dirigieron hacia nosotras, y sentí el peso de cada una de ellas. Sabía lo que venía, pero no estaba dispuesta a retroceder.

––Lo siento si nuestra relación ha causado incomodidad –dije, tomando la palabra. –Pero somos profesionales, y esto no va a afectar nuestro rendimiento en el campo. No es solo un amor secreto, es un amor que tiene derecho a existir.

Hubo un silencio prolongado, y luego una jugadora, Laura, rompió la tensión.

––Yo solo quiero entender, ¿por qué no lo dijisteis antes? –preguntó, su tono algo molesto pero no hostil. –Nos estáis haciendo sentir como si nos estuviéramos metiendo en algo que no nos corresponde.

Chiara y yo nos miramos. Había razón en sus palabras, y no pude evitar sentir que había sido egoísta al no compartir nuestra relación antes.

––Quizá deberíamos haberlo hecho antes, sí. –respondí, tomando una profunda respiración. –Pero temíamos que afectara al equipo. Ahora sé que tal vez el problema no es nuestra relación, sino cómo hemos manejado las cosas.

Las otras jugadoras no dijeron nada por un rato, pero podía sentir cómo la tensión comenzaba a suavizarse. Algunas se acercaron para hablarnos, y aunque no todos estaban completamente a gusto, al menos había un atisbo de comprensión.

El ambiente no volvería a ser el mismo, pero eso ya no me importaba tanto. Lo que había comenzado como un amor oculto, ahora era un amor que no tenía miedo de salir a la luz. Y aunque el mundo de las redes sociales seguía incendiándose con cada comentario, al menos yo sabía que había tomado una decisión que me hacía feliz.

Lo que vino después fue una serie de momentos difíciles, de tensiones entre el equipo, pero también de apoyo inesperado. La verdad siempre viene con un precio, pero también con una libertad que ninguna de nosotras había experimentado antes.

La historia de Chiara y yo no era solo una historia de amor. Era la historia de aprender a ser verdaderas, a no vivir bajo el peso del miedo, y a aceptarnos en todo lo que éramos.

Entre Balones y Melodías || KIVI-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora