berrinche de una diosa parte 2/?

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-Un... ¿grimorio? -preguntó Bell, mientras se encontraba en la Anfitriona de la Fertilidad, un restaurante/bar que frecuentaba con regularidad gracias a su deliciosa comida y buen trato.

Sin embargo, esta vez estaba allí por otra razón. La razón era sencilla: solo quería comprar unos duraznos en almíbar, un postre que a Haruhime se le había antojado. No supo por qué, pero sintió la necesidad de buscar dicho postre de inmediato, y eso lo trajo a esa situación.

Syr lo atendió, y mientras esperaban, aprovechó para darle el tan preciado libro, gracias a la idea de ottar.

-Lo lamento, Syr, pero no puedo aceptarlo. Ya es suficiente con el grimorio que me diste hace unos meses.

-Insisto, Bell-kun. La verdad es que fue un regalo de un amigo, y como no soy aventurera, es mejor dártelo a ti, que siempre estás de aventura en aventura. Además, tómalo como un regalo por tu reciente aumento de nivel.

-Pero... -Bell no estaba totalmente convencido.

Lo cierto es que los grimorios eran libros mágicos que te permitían aprender un hechizo o dos sin necesidad de practicarlo con como en antaño. Por eso, su alto valor. Un grimorio sencillo podría llegar a los 100,000 valis sin problema.

-Syr, no puedo aceptar algo así. No quiero que sientas que me estás dando algo que no merezco.

-Bell-kun, por favor. Esto no es solo un regalo; es una oportunidad. Piensa en todas las aventuras que has tenido y las que vendrán. Este grimorio podría serte útil en el futuro.

Bell miró el grimorio, la cubierta negra con el centro rojo brillando tenuemente bajo la luz del local. Sentía la presión de Syr, pero también una parte de él que estaba intrigada por lo que podría aprender.

-No sé... -dijo, dudando.

-Confía en mí. Te ayudará a ser más fuerte. Y recuerda, el conocimiento es poder. No dejes pasar esta oportunidad -insistió Syr, con una sonrisa alentadora.

Bell respiró hondo, sintiéndose abrumado por la generosidad de Syr. Finalmente, su curiosidad y deseo de mejorar comenzaron a superar sus dudas.

-Está bien, lo aceptaré... pero solo porque tú me lo estás dando -dijo Bell, sintiéndose algo más aliviado al aceptar el grimorio.

Syr sonrió, satisfecha con su respuesta.

-¡Perfecto! Estoy segura de que lo usarás bien. Ahora, ¿para quién son esos duraznos en almíbar?

Syr preguntó con una sonrisa que era, a la vez, linda y un poco... ¿aterradora?

-Bueno... son para Haruhime.

-¿Para quién?

-Para Haruhime... alguien especial para mí.

El sonrojo de Bell se hizo notorio, lo que causó la molestia de la chica de cabellos plateados.

-Ya veo... -respondió Syr, con un tono inusualmente vacío.

Bell dio un ligero salto ante aquello.

-Este... ¿Syr, estás molesta?

-¿Por qué lo estaría, Bell-kun? -contestó ella, pero había algo en su voz que le hizo temer más.

-Deja de molestar al chico. Toma, niño, ve a por esa Renald -intervino Mia, la enana, dueña de la Anfitriona de la Fertilidad y jefa de Syr.

Bell se sonrojó aún más al escuchar las palabras de Mia.

-¿Perdón?

Por su lado, Syr desvió la mirada, molesta, susurrando cosas sobre "conejos infieles" y "planes malévolos".

¿esta mal querer ser el padre de un bebe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora