berrinche de una diosa parte 5/

261 62 11
                                    

El día del secuestro llegó. La atmósfera en la Torre Babel era electrizante, y Freya observaba todo desde la parte alta, con una sonrisa confiada que resplandecía en su rostro. Estaba segura de que este plan saldría sin fallos. Había anticipado cada detalle, desde la ubicación hasta el momento exacto en que Bell Cranel caería en la trampa.

A su alrededor, la sala estaba vacía, un contraste con la actividad frenética que ocurría en los niveles inferiores. Su capitán, Ottar, estaba junto a sus ejecutivos, coordinando la operación con precisión. Freya disfrutaba de la vista, sintiendo que cada movimiento de sus piezas en el tablero estaba orquestado para llevar a Bell hacia su destino.

Recargando su barbilla en sus manos, Freya contempló la noche estrellada, sintiendo una mezcla de emoción y expectación.

—Vamos, mi querido Bell-kun... —murmuró, su voz suave y casi juguetona—. Demuéstrame de lo que eres capaz. Demuéstrame el héroe en el que te puedes convertir.

No hubo respuesta, solo el leve sonido de cigarras en medio de la noche. La tranquilidad era casi irreal, como si el mundo estuviera conteniendo el aliento, esperando el desenlace de su plan.

En ese momento, un ruido distante rompió la calma. Era el sonido de pasos apresurados, y Freya se enderezó, su corazón latiendo con fuerza.

—¿Es hora? —preguntó en voz baja, notando cómo su piel se erizaba ante la anticipación.

Un grupo de miembros de la familia apareció en la sala, sus rostros reflejando la emoción y la tensión del momento. Ottar fue el primero en hablar.

—Freya-sama, estamos listos. Todo está en su lugar.

Freya asintió, sintiendo que la adrenalina comenzaba a fluir por sus venas.

—Perfecto. Es hora de que el juego comience. Bell debe llegar a la zona de secuestro en cualquier momento.

Ottar la miró con preocupación, como si pudiera leer sus pensamientos.

—¿Estás segura de que esto es lo correcto? —preguntó, su voz grave.

Freya sonrió, una mezcla de confianza y desafío.

—Lo estoy. Este es el momento que hemos estado esperando. Es hora de que Bell descubra de qué está hecho.

Mientras los miembros de la familia se preparaban para el siguiente paso, Freya se volvió a la ventana, mirando hacia el horizonte. La noche era joven, y el futuro brillaba ante ellos, lleno de posibilidades.

—Vamos, Bell-kun... —susurró de nuevo—. Esta noche, el destino te espera.

Con esa última declaración, el juego estaba en marcha, y Freya sintió que todo lo que había construido estaba a punto de cobrar vida. La línea entre el triunfo y el desastre estaba a punto de desdibujarse, y ella estaba lista para presenciarlo todo.

X X X

León, quien había aprendido a decir apenas una palabra, no dejaba de hablar en cuanto veía a Bell. Para muchos, esta situación podría ser molesta, pero para Bell y Haruhime era todo menos eso.

Bell cargaba a León en su pierna mientras lo hacía dar pequeños saltos, moviendo su pie. León reía y gritaba alegremente.

—¡Papa! ¡Papa! ¡Papa! —exclamaba, su risa resonando en el ambiente.

Haruhime, que estaba sentada a su lado, jugaba con León, agarrando sus pequeñas manos y meneándolas como si estuvieran bailando. Cada vez que lo hacía, León apretaba sus manitas con fuerza, señal de que se estaba divirtiendo y disfrutando de la compañía de sus "padres".

¿esta mal querer ser el padre de un bebe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora