ignis parte 3/3

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Una niña de largo pelo blanco y ojos carmesí opacos se materializó a su lado. Aunque compartía algunas características con Bell, sus ojos eran de un rojo opaco, como si estuviera muerta de alguna manera. Bell caminaba tranquilamente, con el grimorio abierto en sus manos, mientras Ignis le explicaba todo sobre la página en la que estaba.

Ante una duda, Bell preguntó:

—Entonces, ¿el fuego de este hechizo nunca se apagará?

Ignis juntó las manos y sonrió, asintiendo.

Ignis juntó las manos y sonrió, asintiendo

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—Así es, Bell-sama. Es un fuego negro dejado por el dios Amateratsu. Nada ni nadie puede apagarlos; arderá hasta que su portador así lo quiera.

—Entiendo... por cierto, no me llames Bell-sama; podría llevar a malos entendidos.

—¿Es así? —preguntó Ignis, curiosa.

Bell asintió.

—En este tiempo, la esclavitud es algo normal, aunque ilegal. Aún está presente, y no quiero que piensen que he esclavizado a una niña.

—Entonces, ¿cómo te llamo?

—Como quieras, pero nada de honoríficos.

—Entiendo... entonces, ¿otosan?

Bell se detuvo en medio del piso y miró a la niña.

—¿Por qué?

—Bueno, tengo tus características.

—Eso lo hace peor...

—¿Onii-chan?

—Eso es cuestionable...

—Entonces se queda otosan.

Suspiró, sintiendo que no tenía caso discutir. Continuó caminando, cuando de repente un monstruo humanoide salió de la nada. En lugar de alarmarse, Bell simplemente lo miró. Un instante después, la cabeza del monstruo fue decapitada, pero no hubo sangre; la herida fue cauterizada con fuego.

Sin embargo, detrás de Bell, una cola de fuego flotaba. Un círculo mágico estaba activo en su cintura, y Bell lo miró con curiosidad.

—Esto...

—Oh, ¿no te lo dije? Al leer mi grimorio, es normal que aprendas mi magia de inmediato. Con el tiempo se irán mostrando más hechizos, pero por ahora tienes mis colas de fuego. Las creé pensando en un zorro, y como puedes ver, acaban con todo lo que está enfrente de ti, bueno, al menos con lo que sea retóricamente más débil que tú.

—Ya veo... —dijo Bell, sus ojos vacíos mirando el grimorio. Se preguntó cuántos hechizos podría aprender.

Una mezcla de emoción y ansiedad surgió en su interior. Sabía que cada hechizo representaba no solo un nuevo poder, sino también una nueva responsabilidad.

¿esta mal querer ser el padre de un bebe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora