Capítulo 35: Intimidad

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"Dormir contigo es el camino, más directo al paraíso. Sentir que sueñas, mientras te beso y las manos te acaricio. Dormir contigo, es navegar en una estrella hasta el espacio, es embriagarme con el susurro de tu hablar tierno y despacio..."

-Dormir contigo/Luis Miguel

Domingo 15 de octubre del 2023, Chicago, Illinois, 12:38 a.m.

Marissa

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Marissa

Nuestras respiraciones comenzaban a calmarse, aunque ninguno de los dos tenía la intención de moverse de donde estaba y yo, estaba disfrutando de tener mi rostro descansando en su pecho desnudo. El calor de su piel me envolvía y el sonido rítmico de su corazón me daba una paz inesperada. En ese momento, sentí a Oscar más cerca que nunca, no solo por el contacto físico, sino por la calma que seguía a todo lo que acabábamos de compartir. Estar así con él... me hacía sentir en casa.

Sin prisa alguna, rodeé su torso con mis brazos, sintiendo su musculatura relajarse bajo mis manos. Él me devolvió el gesto, abrazándome de manera suave y protectora, como si no quisiera que me apartara nunca. Cerré los ojos por un instante, disfrutando de su cercanía, mientras me dejaba un beso lento en la frente.

—¿En qué estás pensando? —Me preguntó con un tono gentil y su voz retumbó en su pecho.

—En lo increíble que eres —respondí, sin abrir los ojos todavía.

La voz me salió suave, casi en un susurro. Solo me estaba tomando un momento para reflexionar sobre la realidad del momento... una realidad que no pensé que un día sería tan palpable como lo era en ese instante. Oscar era mi serendipia, el descubrimiento inesperado que nunca supe que estaba buscando, pero que al encontrarlo, hizo que todo cobrara sentido. Había llegado a mi vida como una casualidad hermosa, llenando cada espacio vacío sin que me diera cuenta de que lo había estado esperando.

Pasaron unos minutos más en ese abrazo silencioso y cálido y luego, el hambre me empezó a recordar que llevaba mucho tiempo sin comer algo. Me removí un poco, sintiendo la sensación de vacío en el estómago. Y eso se debía en gran parte a que en la cena de la gala, apenas había probado bocado.

—Hmmm, creo que tengo hambre... —susurré apretando después los labios en una fina línea.

Oscar alzó las cejas y soltó una carcajada ligera, haciendo vibrar su pecho bajo mi oído. El sonido me llenó de una calidez divertida, y lo miré desde abajo con una sonrisa.

—Claro que tienes hambre —me respondió, riendo todavía—. Después de todo el esfuerzo físico que acabamos de hacer, es más que obvio —su mirada traviesa me hizo reír también, y mordí mi labio inferior, intentando contener la risa.

—Bueno... —jugueteé con los dedos en su pecho—, fue mucho esfuerzo.

Él arqueó una ceja con una sonrisa socarrona que me hizo desarmarme un poco más.

¡Amor de-sastre! (Oscar Isaac y tú) [EN CURSO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora