Capítulo 21: El arte de quererte

104 10 108
                                    

"Cuando por fin se encuentran dos almas que durante tanto tiempo se han buscado una a otra entre el gentío, cuando advierten que son parejas, que se comprenden y corresponden, en una palabra, que son semejantes, surge entonces para siempre una uni...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Cuando por fin se encuentran dos almas que durante tanto tiempo se han buscado una a otra entre el gentío, cuando advierten que son parejas, que se comprenden y corresponden, en una palabra, que son semejantes, surge entonces para siempre una unión vehemente y pura como ellas mismas, una unión que comienza en la tierra y perdura en el cielo. Esa unión es amor, amor auténtico, como en verdad muy pocos hombres pueden concebir; amor que es una religión, que deifica al ser amado cuya vida emana, del fervor y de la pasión y para el que los sacrificios más grandes son los gozos más dulces."

-Poema "Cuando por fin se encuentran dos almas"/Victor Hugo

Viernes 08 de septiembre del 2023, Chicago Illinois, 11:27 a.m.

Marissa

Miraba a Oscar desde mi lugar, esperando con impaciencia que terminara la llamada que estaba haciendo. Movía los dedos sobre el escritorio haciendo que sonaran uno tras otro cuando mis uñas golpeaban la madera, una y otra vez, una y otra vez. Él caminaba de un lado a otro en su oficina y podía verlo desde la ventana, con las manos en los bolsillos del pantalón, asintiendo y con las gafas a punto de resbalarse por el puente de su nariz. Las acomodó con un movimiento rápido, empujándolas con su dedo y eso me hizo reír aunque, justo en ese instante, él miró hacia donde estaba sentada, dándose cuenta de que de nuevo y como en muchas ocasiones anteriores, no podía quitarle la mirada de encima, aunque esta vez tenía una buena razón y bastante justificable.

Le señalé el reloj en la muñeca, haciendo énfasis en el hecho de que ya se nos hacía tarde y él sonrió tranquilamente, como si tratara de calmarme y darme a entender que todavía teníamos tiempo suficiente. Después, me guiñó un ojo y volvió a su llamada, pasando sus dedos por su barba al mismo tiempo que empezaba a hacer un tour completo por su oficina, otra vez. Di gracias a Dios que Dan había ido al baño y no había presenciado esa pequeña escena.

Mi razón para apurarlo, era completamente justificable: todo se revocaba al lunes por la mañana. Ese día, se había esparcido la noticia de que, por exclusiva ocasión, el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago tendría en exhibición la pintura más emblemática y conocida de Gustav Klimt y una de mis favoritas de toda la vida: "El beso" debido a que la pintura estaba de gira y se encontraba recaudando fondos para donar a refugios de animales y orfanatos en Viena. Estaba eufórica.

Claro que la causa me pareció maravillosa pero, también le emoción que me sacudió el alma fue inconcebible. Y es que, ¿cuándo demonios iba a tener la oportunidad de ir a Viena para ver la pintura y qué posibilidades había de que una ocasión como esta volviera a presentarse? Tenía que hacer algo.

Ese mismo lunes por la tarde, le mostré a Oscar la noticia desde la pantalla de mi celular, con la mirada más brillante que mis ojos pudieron crear y él estaba igual de sorprendido que yo:

—¿Y por qué quieres que yo te acompañe? —Levantó las cejas y una sutil sonrisa se formó en sus labios mientras tomaba el teléfono en sus manos—. Es decir, sé que es algo muy especial e importante para ti, y siento que tal vez debería acompañarte tu madre o tus hermanos, incluso Abril.

¡Amor de-sastre! (Oscar Isaac y tú) [EN CURSO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora