𝟢𝟩 || 𝗇𝗎𝖾𝗏𝗈 𝖼𝗈𝗆𝗂𝖾𝗇𝗓𝗈

172 8 0
                                    


07

Abrí los ojos lentamente, sintiendo la frialdad de la habitación antes de reconocerla por completo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Abrí los ojos lentamente, sintiendo la frialdad de la habitación antes de reconocerla por completo. El aire estaba impregnado con ese característico olor a desinfectante, el sonido de los monitores al fondo llenaba el espacio. Estaba en el hospital. Mi visión, aún borrosa, se aclaró lo suficiente como para ver la figura de Nicholas sentado al lado mío, con la cabeza apoyada en su brazo, dormido.

Suspiré, dejándome hundir en el colchón rígido, mientras los recuerdos de la noche anterior volvían en ráfagas desordenadas. Todo había ocurrido tan rápido. Creí que los ataques de pánico eran cosa del pasado, que había dejado esa parte de mi vida atrás, pero aquí estaba, en una cama de hospital, probando lo contrario. Sabía que en algún momento volverían. Desde que me mudé a Los Ángeles, mis pensamientos sobre mis padres habían vuelto con una fuerza inesperada, como una sombra que me seguía a todas partes. Extrañaba a mi terapeuta, y ahora, más que nunca, me daba cuenta de cuánto la necesitaba.

El sonido suave de una pequeña alarma rompió el silencio, activándose junto con el monitor de signos vitales, alertando que me había despertado. Nicholas se movió, entreabriendo los ojos con rapidez. Me miró, algo desorientado al principio, pero cuando me vio despierta, su expresión cambió de inmediato.

—Oh, Mia... ¿Estás bien? —Su voz era suave, llena de preocupación—. Me habías asustado tanto...

Lo miré por un instante, intentando procesar todo lo que había pasado. Recordé la noche anterior, el caos que se desató, la forma en que mi cuerpo simplemente se rindió ante el miedo y la ansiedad. Mi respuesta fue cortante, aún afectada por la confusión.

—Sí... —dije con frialdad—. ¿Qué me pasó exactamente?

Nicholas suspiró y se sentó más derecho, acercándose un poco más a la cama.

—Te agarró un ataque de pánico... No sabíamos qué hacer, así que te llevamos en ambulancia al hospital. Me quedé toda la noche aquí. Emma está cubriendo la mañana en el trabajo para que puedas descansar.

Sentí una mezcla de vergüenza y culpa revolverse dentro de mí. Bajé la mirada hacia mis manos.

—Lo siento... Pensé que los ataques de pánico habían quedado atrás —murmuré, tratando de evitar su mirada.

Nicholas negó con la cabeza y me tomó la mano, con una calidez que me sorprendió.

—No tienes que pedir perdón, Mia. No es tu culpa. Sé que esto tiene que ver con... lo que les pasó a tus padres —su voz se quebró un poco, como si mencionar el tema fuera doloroso también para él—. No sé todo lo que viviste, pero lo entiendo, y estoy aquí para ti.

Su sinceridad me desarmó por completo. Nunca había esperado esa apertura de él. Nicholas, siempre tan seguro de sí mismo, comenzó a hablarme de algo que yo no conocía en profundidad.

—Después de la muerte de mi papá —dijo, su voz vacilante—, me sentí perdido. Estaba solo, sin saber a quién acudir. Empecé a refugiarme en las drogas, pensando que me ayudarían a lidiar con todo, pero solo me llevaron a más oscuridad. Lo sé, Mia. Sé que tengo un problema —hizo una pausa, sus ojos clavándose en los míos—. Y no quiero arrastrarte conmigo a ese lugar. Voy a comenzar terapia, y si es necesario, iré a rehabilitación. Ya estoy cansado de hacerme daño... y de hacerle daño a la gente que me importa.

Sentí un nudo en la garganta. Quería decir algo, pero las palabras no salían. Al final, lo único que logré articular fue:

—Gracias, Nicholas... No sé si merezco todo lo que haces por mí.

Él se inclinó, besándome suavemente en la nuca, y su respiración cálida rozó mi piel.

—Es lo mínimo que puedo hacer. Tú mereces todo y más, Mia.

Me quedé en silencio por unos segundos, procesando sus palabras, sintiendo una mezcla de emociones que no lograba desenredar. Nicholas se puso de pie.

—Voy a llamar a la doctora para que sepa que ya te despertaste —me dijo antes de salir de la habitación, dejándome sola con mis pensamientos.

Poco después, la doctora entró en la habitación. Tenía una presencia calmada, casi maternal. Se acercó a mí, y tras revisarme, me dedicó una sonrisa suave.

—Mia, los ataques de pánico suelen estar ligados a traumas del pasado. No desaparecen de un día para el otro —dijo, con un tono comprensivo—. Lo que te recomiendo es que comienzes terapia. A veces, necesitamos ayuda para cerrar esas heridas.

Me ofreció algunos contactos de terapeutas en la ciudad, pero le respondí con una sonrisa leve.

—Gracias, pero ya tengo una terapeuta de confianza. Solo... dejé de verla cuando me mudé.

—Bueno, lo importante es que busques esa ayuda. Con una hora más de oxígeno podrás irte a casa —me explicó, mientras una enfermera traía mi desayuno—. Come algo, necesitas energías para recuperarte.

Nicholas regresó justo cuando me traían la bandeja con la comida. Se sentó a mi lado y me miró con dulzura, como si todo lo que importara en ese momento fuera que yo estuviera bien.

—Come, Mia. Necesitas estar fuerte para mañana... la audición con Ryan Murphy —dijo con una sonrisa.

No pude evitar sonreír también. Había olvidado completamente la audición. Mañana sería un gran día, uno que había soñado por años.

—Desde que llegué a Los Ángeles, me cuesta no pensar en mis padres y mi hermana. Sabía que en algún momento iba a volverme a pasar. Lo sentía venir —admití en voz baja, mientras tomaba un sorbo de jugo.

—Lo siento por lo de anoche —murmuró Nicholas—. Me ofrecieron un par de líneas y acepté... pero prometo que será la última vez. Estoy tomando las riendas de mi vida, Mia.

Pasamos el resto de la hora riéndonos y viendo "Tom y Jerry" en la pequeña televisión del hospital. El gato y el ratón corriendo sin sentido nos arrancaban carcajadas, y por un momento, todo el peso que había sentido en mi pecho la noche anterior desapareció.

Finalmente, la doctora regresó para darme el alta. Me despedí de ella agradecida, y Nicholas me acompañó hasta su auto, siempre atento. El sol de la mañana bañaba las calles cuando subimos al coche. Me sentía cansada, pero mucho más tranquila que antes.

Mientras el auto avanzaba, miré a Nicholas y, sin pensarlo demasiado, le pregunté:

—Te puedes quedar a dormir en mi departamento, por un par de días?

Él me miró con esa ternura que solo él tenía y, sin dudarlo, respondió:

—Por supuesto, Mia. No tienes que preocuparte por nada. Estoy aquí.

Y mientras las calles de Los Ángeles pasaban borrosas por la ventanilla, sentí que, por primera vez en mucho tiempo, estaba en el lugar correcto. Con la persona correcta.

𝐖𝐈𝐓𝐇𝐎𝐔𝐓 𝐘𝐎𝐔 | nicholas alexander chavezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora