17 || 𝖽𝖾𝗏𝗎𝖾𝗅𝗍𝖺

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Me desperté lentamente, sintiendo el peso en mi cabeza como si alguien la estuviera presionando

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Me desperté lentamente, sintiendo el peso en mi cabeza como si alguien la estuviera presionando. Todo a mi alrededor era borroso y desconocido. La cama era más grande que la mía, las sábanas eran de un blanco impecable. ¿Dónde estaba? Me incorporé, pero el movimiento hizo que el mundo empezara a girar, y tuve que recostarme de nuevo, cerrando los ojos y esperando a que el mareo pasara.

Respiré profundo, tratando de recordar lo último que había pasado. Jacob, la fiesta... y, aunque intentaba, mis recuerdos se desdibujaban en un vacío. Era como si alguien hubiera borrado toda la información de la noche anterior. Me levanté lentamente, con cuidado de que la cabeza no me explotara, y fui hacia la ventana. Cuando abrí la persiana, un cartel de neón que decía "HOTEL" iluminaba la habitación. Me quedé mirando el letrero, tratando de asimilar dónde estaba. No tenía sentido. Sentía que había caído en una especie de broma pesada, pero las marcas en mis muñecas de bailar y las ojeras en el espejo me recordaban que no era ningún sueño.

Mis zapatos estaban al lado de la cama, lo que indicaba que, de alguna manera, había llegado hasta aquí con Jacob. Fue entonces cuando escuché el sonido del agua en la ducha, confirmando que él también estaba aquí. Mi mente empezó a llenarse de preguntas. ¿Habíamos...? ¿Pasó algo entre nosotros? No tenía ni idea de cómo habíamos acabado en este lugar, y eso me asustaba.

Intentando calmarme, agarré el celular de la mesita y lo encendí. Tan pronto como se iluminó la pantalla, las notificaciones comenzaron a sonar una tras otra. Había trece llamadas perdidas de Lorene. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Algo estaba muy mal. Llamé a Lorene de inmediato, mis dedos temblaban mientras esperaba que contestara.

—¿Hola? —murmuré con la voz apenas audible.

Lorene contestó al segundo, su tono era una mezcla de furia y sarcasmo que me golpeó como un cubetazo de agua fría.

—Dormiste bien, supongo. Bien acompañada... —su voz era casi cortante.

Tragué saliva, intentando aparentar calma. Mi mente estaba llena de preocupación y remordimiento.

𝐖𝐈𝐓𝐇𝐎𝐔𝐓 𝐘𝐎𝐔 | nicholas alexander chavezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora