𝟢𝟪 || 𝗍𝗈𝗋𝗆𝖾𝗇𝗍𝖺 𝖽𝖾𝗅 𝗉𝖺𝗌𝖺𝖽𝗈,𝗅𝗎𝗓 𝖽𝖾𝗅 𝖿𝗎𝗍𝗎𝗋𝗈

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Una sensación de calma me envolvía mientras dormía, pero esa paz no duró mucho

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Una sensación de calma me envolvía mientras dormía, pero esa paz no duró mucho. De pronto, me vi otra vez en esa noche, hace años, cuando todo cambió. Emma y yo habíamos pasado una tarde juntas, riendo y charlando como siempre, hasta que mis padres vinieron a buscarme. Desde el momento en que me subí al auto, supe que algo andaba mal.

Mamá y papá no paraban de reír. Era una risa extraña, como si estuvieran en otro mundo, despreocupados de todo. Papá tomó el volante y comenzó a hacer movimientos erráticos, zigzagueando por la carretera. Mi estómago se retorció y la preocupación me golpeó en el pecho.

—Papi, por favor, para —le dije, mi voz apenas un susurro ahogado por la risa de ambos. Pero papá solo me miró de reojo, sin dejar de reír.

—Te falta diversión en la vida, hija —respondió, soltando una carcajada—. Espero que cuando vayas de fiesta con tus amigas no seas la típica aburrida que no toma.

Mamá, que nunca había sido de bromear con ese tipo de cosas, lo secundaba. Reía a carcajadas, su cabeza apoyada contra la ventana, como si todo fuera un juego. No entendía nada. Ellos nunca habían sido así. La incomodidad en mi pecho se transformó en un miedo puro cuando papá giró el volante, tomando una curva cerrada en contramano. En ese momento, vi las luces de un camión acercándose rápidamente hacia nosotros. Todo se volvió lento, como en una pesadilla donde sabes lo que va a pasar pero no puedes hacer nada.

—¡Papá! ¡Mamá! —grité con todas mis fuerzas, pero mis palabras se ahogaron en el vacío.

El auto se detuvo en seco en mis sueños, las luces del camión a punto de impactar. Todo se volvió negro.

Desperté gritando, empapada en sudor, con el corazón martillando en mi pecho.

—¡Papá! —grité en la oscuridad, hasta que me di cuenta de que estaba en la cama de Nicholas. Mi respiración era errática y las lágrimas ya corrían por mis mejillas.

Nicholas, sobresaltado, se despertó de inmediato y, sin decir nada al principio, me rodeó con sus brazos, sosteniéndome fuerte contra su cuerpo. Su abrazo era cálido y protector, el único lugar donde me sentía segura.

𝐖𝐈𝐓𝐇𝐎𝐔𝐓 𝐘𝐎𝐔 | nicholas alexander chavezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora