DOMINIO

CONTACTO

“REA”

Pasaron dos días después del buen espectáculo que hizo Akim Ivanov en su mansión durante la fiesta. Ese hombre nunca me ha agradado, de hecho dentro de él hay una oscuridad, al igual que sus lobos de mierda.
Pero cambiando un poco de tema. Al conocer Atenea Wolkott me sentí un poco extraña, como si le conociera de toda la vida. Había algo en sus ojos que me hacían sentir familiar. Sus ojos como los míos se conectaron profundamente entrando en contactos con ellos al mismo tiempo que los de Hades.

Hades aun no me decía su verdadero nombre o la razón por la que estaba aquí, pero sin duda alguna debía ser un agente de la republica intentando descubrir algo importante como por ejemplo; ¿Quién era el Don de Italia? O ¿Descubrir los planes de las mafias? Apostaría por ambas. Pero aun así me hacía sentir bien estar a su lado, pero por otro lado, mi hermano Lucas ni me dirigía la palabra por haber descubierto mis encuentros con Hades. Me siento tan frustrada que me ignore. No me siento bien desde anoche, creo que tengo fiebre y podría morir en cualquier momento.
¡Odio que me ignore precisamente el! Quiero escucharlo decir; amore.
La puerta de la habitación se abrió despacio. Era Logan con una sonrisa.

—Madre conto que no has comido nada, cariño.

—No me siento, bien—digo con pucheros.

Él camino hacia mí con tristeza.

— ¿Por qué no te sientes bien?

—Nuestro hermano mayor me ignora.

— ¿Por qué? Es raro que Lucas haga eso.

Finjo pensar para que Logan no haga muchas preguntas y también me ignore como lo hace Lucas.

—Yo no lo sé, no he hecho nada malo. Lo juro.

Mi hermano me toca la cabeza y cuando lo hacen sus ojos se abren demás.

—Estas ardiendo en fiebre, cariño.

—Te lo digo si muero dile a Lucas que no lo perdono.

Besa mi frente antes de decir que va a buscar a nuestra mama para que me atienda porque realmente necesito ayuda. Realmente no me sentía nada bien, eran las pocas veces que me enfermaba. Los escalofríos comenzaron a invadir mi cuerpo completo. Me tapo con otra sabana para sentir algo de calor, pero aun así ciento un frio recorriendo todo mi cuerpo, como dije era las pocas veces que me enfermaba y cuando lo hacía tiendo hacer sumamente molesta y berrinchuda. No me gustaban los médicos ni mucho menos los medicamentos, su sabor era horrible y pasaba horas diría para que se quitara de mi boca.

Mi cuerpo se sentía pesado y débil, como si cada parte de mi estuviera atrapada en una niebla espesa. Me acurruque más entre las mantas, sintiendo un ligero temblor recorrerme. No solo era frio; era la sensación de vulnerabilidad que me envolvía. Cerré los ojos, tratando de encontrar consuelo en el roce del tejido de mi piel. Cada respiración era un recordatorio de lo frágil que me sentía. Mi mente comenzó a divagar de repente.