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"Estimados padres de familia:

El día 31 de Octubre se llevará a cabo la primera actividad padre o madre/ hijo o hija de este ciclo escolar. Los alumnos, con ayuda de sus padres, deberán elaborar su propio disfraz de Halloween. La creatividad será evaluada. Pueden hacer uso de cualquier material que deseen, no hay reglas.

Atentamente, profesor Max Emilian Verstappen"

-¿Qué es esto?- preguntó Sergio con el ceño fruncido al ver el aviso impreso en papel pegado al refrigerador por un imán.

-Es un trabajo escolar de Checo- contestó Carola, de pie frente al horno, preparando la cena- Quiere que seas tú quien participe con él.

-Está bien. Mañana iré por él al salir de clases, e iremos a comprar los materiales, ¿te gustaría acompañarnos?

-Debo ir al gimnasio. Llamaré más tarde a la niñera y confirmar su asistencia mañana para cuidar a Carlota.

-No lo hagas. Llevaré a los niños de compras.

-De acuerdo- se acercó al pelinegro y le dio un casto beso en la mejilla- Gracias.

Los labios de Sergio se curvaron apenas un milímetro. Se sentía agotado y de repente, desanimado; como en una habitación totalmente oscura y sin entradas de aire, queriendo encender una llama y desear claridad, pero la falta de oxígeno le impedía obtener una chispa de fuego, y comenzar a ahogarse.





El mexicano colocó las telas color marrón, rojo, naranja y amarillo, perfectamente dobladas, sobre la mesa. Su hijo, en la mano derecha sostenía una bolsa pequeña que contenía botones, hilos, tijeras, agujas, pegamento y paja sintética; sin delicadeza, vació el contenido encima.

Las butacas del salón de clases de Chequito habían sido reemplazadas por mesas pequeñas, cada una con dos sillas atrás. Todas las mesas tenían escrito el nombre de un estudiante, la correspondiente a Sergio Pérez Jr. se hallaba frente al escritorio del profesor.  

El timbre que indicaba el comienzo de clases sonó; sin embargo, Max no aparecía.Transcurridos unos minutos, mientras algunos padres conversaban, y los niños gritaban y jugaban, Sergio sacó el móvil del bolsillo de sus jeans, con la intención de enviarle un mensaje de texto al castaño, preguntándole donde se encontraba. Comenzó a teclear cuando una niña gritó.

-¡Profesor Max!- Sergio alzó la vista al mismo tiempo que todos los alumnos corrieron a rodear al neerlandés. Reían y exclamaban sorprendidos. Tres madres, al lado de Sergio, susurraban entre ellas.  Max Verstappen, vestido con un disfraz de Thor, había impresionado a los menores. 

-Lamento la tardanza- se disculpó a la vez que despeinaba, en vacile, a un par de niños- Colocarme el disfraz me retrasó un poco- rió.

Max buscó con la mirada a Sergio. Lo encontró, observándole también, con las mejillas levemente teñidas de carmesí y los labios sumamente apretados, evitando reír. Era como ver el atardecer; el sol escondiéndose, el cielo oscureciendo, pero la luna brillando con más intensidad a cada segundo más tarde.





Sergio medía y recortaba un trozo de tela roja con precisión. Chequito, a su lado, pegaba un poco de heno sintético al borde de las mangas y piernas del overol que su padre había cosido previamente. El mayor trabajaba rápidamente; trazaba, cortaba y unía con agilidad las telas, como si llevara años de práctica realizando disfraces.

Max se apoyó en el escritorio, cruzó los brazos y comenzó a observar a los Pérez trabajar. Alzó las cejas divertido cuando Sergio lo notó.

-¿Has visto las películas de Marvel, Max?- preguntó el pelinegro mientras introducía hilo en una aguja.

1 + 1 = DOS ENAMORADOS. [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora