Era la hora del recreo, Max Verstappen miraba, de pie, a través de la ventana, a sus alumnos jugar. Algunos niños jugaban fútbol, otros escondidas, las niñas jugaban en el pasamanos o al avioncito; pero todos reían, y eso alegró al neerlandés.
Las últimas dos semanas, después de la confesión de cierto mexicano, habían sido muy estresantes para él. La voz de Sergio resonaba en su cabeza una y otra vez, y pensar en las preguntas que su cabeza formuló, le estaban comenzando a agobiar.
No mentía, nunca se permitió ver a Sergio más allá de una amistad; claro, que eso no le impidió notar, en un principio, que era un hombre apuesto. Un hombre que le agradaba; no recordaba una persona con la que disfrutara más convivir que Sergio. Podía platicar horas con él, de cualquier tema, y no aburrirse; o no, podía simplemente estar con él, a su lado, y lo disfrutaría. Si lo analizaba, admitiría que en cierta parte, admiraba al mexicano. Era un buen padre, un hombre trabajador, inteligente, perseverante, gentil...
Así que, si las circunstancias fueran diferentes, ¿qué pasaría entonces?
Si Max hubiera conocido a Sergio en cualquier otro lugar, por ejemplo, un bar, ¿se habría acercado a él, le invitaría una cerveza e intentaría cortejarlo? Si, en un paralelo alternativo, siendo los "amigos" que eran ahora, pero solteros, ¿habría intentado, ya, dar un siguiente paso?, ¿se habría enamorado como Sergio de él? Si aquellos labios no fueran prohibidos, ¿se habría atrevido a probarlos?
Se sintió avergonzado por la respuesta que determinó en sus adentros.
Al día siguiente, Chequito no asistió al colegio. Max se preocupó, la puntualidad del menor era casi perfecta; él no solía faltar a clases, a excepción de que se enfermara. Quiso llamar a casa de los Pérez y preguntar, pero el temor de que fuera Sergio quien contestara, lo detuvo. Optó por creer que la situación no era grave, y que probablemente el niño se presentaría el día que continuaba. Sin embargo, no fue así. Uno, dos, tres días más sin aparecer. Al cuarto día, Max no tuvo otra opción más que averiguar que pasaba.
-¿Diga?
-Disculpe, ¿es la casa de Sergio Jr. Pérez?- preguntó, no seguro de sentirse agradecido por la voz femenina que procedía del teléfono.
-Sí, ¿quién habla?
-Soy el profesor Max Verstappen- aclaró- El motivo de la llamada es para conocer la razón de porque el niño no ha asistido a clases.
-Oh, habla Carola, su madre- Max suspiró- Lo siento mucho, profesor. En casa ha sido un caos últimamente y, entre el lío, olvidé que Chequito debía ir a clases.
-¿Sergio está bien?- su voz sonó más ansiosa de lo que pretendía.
-Sí, está con sus abuelos. Creímos que era mejor que estuviera con su tía y sus primos- tragó saliva, él se refería al mayor, a Sergio adulto- Aún no le hemos dicho. Por eso me he olvidado de la escuela- la escuchó exhalar con pesadez.
-¿Está todo bien?- repitió. No entendía lo que Carola decía.
-No sé cuando vuelva Chequito a clases, su padre y yo vamos a divorciarnos y...- Max se congeló. De repente, sintió que sus labios se secaban y su mente quedó en blanco, sin saber que responder- Y no sé...no sé cuando volverá Sergio a clases- insistió cansada.
-Lo siento mucho- ¿realmente pronunció las palabras? Tenía la sensación de que alguien le había comido la lengua.
A Sergio siempre le pareció que juzgar la vida de los demás era muy sencillo, pero incorrecto. Estaba agotado de desviar las llamadas de sus padres y escuchar la misma reprimenda que había escuchado ya una docena de veces: lo equivocado y estúpido que era por separarse de Carola. Su propio amigo y socio Jo, lo cuestionó por ello. Asegurando que su decisión era repentina y, por lo tanto, desacertada y una locura.
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1 + 1 = DOS ENAMORADOS. [CHESTAPPEN]
Fanfiction"Y eso está torturándome. Intento convencerme que solo son sentimientos de una amistad "fantástica"- mencionó con sarcasmo la última palabra- pero, ¿por qué me parece erróneo llamarte amigo? -El hielo que estás pisando es muy delgado, Sergio- Max n...