Capitulo 9

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Narra Stephen

Cuando Tony salió corriendo, me quedé paralizado por unos segundos, incapaz de procesar lo que acababa de suceder. Todo se había desmoronado tan rápido que apenas pude reaccionar. El sonido de la lluvia golpeando violentamente las ventanas me sacó de mi estupor, y cuando finalmente lo hice, el dolor en el pecho era abrumador.

¿Qué diablos acabo de hacer? —susurré, aunque sabía la respuesta. Había dejado que mi propio ego, mi impaciencia, arruinaran algo que apenas estaba comenzando. Tony estaba emocionalmente roto, y en lugar de entenderlo, lo empujé aún más hacia el borde.

Sin pensarlo dos veces, salí detrás de él. La lluvia caía a cántaros, y las calles de Nueva York estaban casi desiertas, salvo por algunos coches que pasaban velozmente. Comencé a correr, llamando su nombre.

¡Tony! ¡Tony, espera! —gritaba, pero el sonido de la tormenta ahogaba mi voz.

Corrí lo más rápido que pude, pero la lluvia era demasiado fuerte, dificultando la visibilidad. Mis pies chapoteaban en los charcos, y mi ropa se empapó en cuestión de segundos. A pesar de todo, seguí buscándolo.

—¡Tony! —volví a gritar, desesperado, pero no había rastro de él. El dolor y la culpa comenzaron a acumularse dentro de mí. ¿Cómo pude ser tan estúpido?

Después de lo que pareció una eternidad, me di cuenta de que lo había perdido. Tony se había ido. No estaba en ninguna parte. Y yo no tenía idea de dónde podía haber ido. No me rendí inmediatamente; me quedé bajo la lluvia un rato más, empapado, mirando a mi alrededor como si de alguna forma pudiera aparecer frente a mí. Pero no lo hizo.

Decidí hacer lo único que podía pensar en ese momento: ir a su mansión. Sabía que Tony necesitaba tiempo para procesar lo sucedido, pero no podía dejarlo así. Tenía que hablar con él. Tenía que arreglar esto.

La lluvia caía con fuerza, empapando todo a su paso, pero eso no importaba. Stephen corría por las calles vacías, sus pasos resonando en el asfalto mojado mientras el viento aullaba a su alrededor. El agua le golpeaba la cara, pero no era nada comparado con la tormenta interna que lo sacudía. Solo podía pensar en Tony, en lo que había sucedido, y en lo que necesitaba hacer para intentar remediarlo.

Su respiración era errática cuando finalmente llegó a la imponente mansión Stark, un lugar que antes había sido sinónimo de risas y tranquilidad para ellos, pero que ahora representaba un abismo que los separaba.

Las luces de la entrada estaban apagadas, lo que hacía que la mansión pareciera aún más fría y desolada. El corazón de Stephen latía con fuerza contra su pecho, y por un momento, dudó. ¿Y si Tony no quería verlo? ¿Y si había llegado demasiado tarde para salvar lo que tenían? Pero no podía rendirse. No cuando Tony se había convertido en alguien tan importante en su vida.

Se acercó a la puerta principal, sus manos temblando por el frío, la ansiedad y el miedo. Levantó los puños y golpeó la puerta con fuerza, sintiendo el eco del impacto en sus nudillos.

¡Tony! —gritó con desesperación, su voz apenas audiblemente por encima de la tormenta que azotaba la ciudad—. ¡Tony, por favor, abre la puerta!

No hubo respuesta.

Los segundos que siguieron fueron eternos. Stephen sintió el peso de su culpa aplastándole el pecho. Sabía que había cometido errores, que había herido a Tony en un momento vulnerable. Se sintió impotente, como si todo el mundo se le desmoronara. Golpeó la puerta de nuevo, esta vez más fuerte, ignorando el dolor agudo que sentía en las manos por el impacto.

LOVE THROUGH YOU ┊ IRONSTRANGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora