Capitulo 13

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Narra Stephen

Vi cómo Tony se desplomaba en la silla durante nuestra cena, claramente agotado por el día. Aunque trataba de mantener la conversación fluida, pude notar la tensión acumulada en sus hombros, en sus expresiones cansadas. Después de la cena, lo llevé a la sala y, sin pensarlo dos veces, comencé a darle un masaje. Quería ayudarlo a relajarse, a soltar la presión que había estado cargando todo el día. Al poco tiempo, se quedó profundamente dormido bajo mis manos.

Aproveché ese momento de paz para prepararle una tina con agua caliente, algo que sabía que disfrutaría. Lo desperté suavemente, sabiendo que, aunque necesitaba descansar, también le vendría bien un buen baño. Pero, como esperaba, Tony se negó a levantarse, murmurando algo sobre no tener fuerzas ni para moverse.

Vamos, Tony —le dije en un tono de broma mientras lo miraba con una sonrisa—. No puedes quedarte aquí dormido para siempre.

No puedo moverme... —dijo entre risas y suspiros, hundiéndose aún más en el sofá.

Bueno, entonces tendré que hacer algo al respecto —respondí, decidiendo tomar la situación en mis manos.

Con un movimiento rápido, lo levanté en brazos como si fuera una princesa, provocando una risa incrédula de su parte.

¿Qué demonios estás haciendo, Stephen? —preguntó, sorprendido mientras lo llevaba hacia el baño.

Llevándote a la tina como te lo prometí —respondí, sin soltarlo y disfrutando de su mirada atónita—. Si no puedes caminar, entonces me toca a mí hacerlo.

Cuando llegamos al baño, lo bajé suavemente y comencé a quitarle la ropa, algo que debería haber sido incómodo, pero la intimidad entre nosotros lo hacía sentir natural por lo de anoche, No era solo un gesto físico, era algo más, una conexión profunda que crecía con cada pequeño detalle, cada gesto compartido. Tony dejó escapar un suspiro cuando lo metí en la tina, el calor del agua envolviéndolo.

Lo siento —murmuró, mirándome con esos ojos brillantes pero cansados—. No debería estar tan cansado... pero hoy ha sido un día largo.

—No tienes que disculparte por eso —le respondí, mientras me quitaba mi propia ropa, preparándome para unirme a él—. Yo también tengo días así en el hospital. Después de horas de cirugías, a veces siento que no me queda energía para nada más.

Ambos nos miramos por un momento, una complicidad silenciosa flotando en el aire. Era esa clase de conexión que no necesitaba palabras, solo una comprensión mutua de lo que significaba llevar el peso del mundo sobre los hombros.

Decidí meterme en la tina con él, deslizándome con cuidado para que ambos tuviéramos espacio. El agua caliente nos envolvió y, por un momento, el cansancio del día desapareció. Nos quedamos en silencio, disfrutando de la cercanía, de la tranquilidad que solo se encuentra cuando estás con la persona adecuada.

Esto es justo lo que necesitaba —murmuró Tony, recostándose un poco más en mi pecho, sus ojos entrecerrados por la relajación.

Te lo dije —respondí, sonriendo mientras mis manos comenzaban a recorrer su espalda bajo el agua—. Sabía que esto te haría sentir mejor.

Mis dedos se deslizaron lentamente por su piel, y la tensión en su cuerpo comenzó a desvanecerse. Sin embargo, a medida que nuestras respiraciones se sincronizaban, la atmósfera en el baño cambió sutilmente. La intimidad entre nosotros ya no era solo física, había algo más en el aire, algo que ambos sabíamos que estaba creciendo desde hace tiempo.

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⏰ Última actualización: Oct 22 ⏰

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