Capítulo 29

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— Mucho tiempo después —

Punto de vista de Emily:

Hace aproximadamente un año mi vida cambió para siempre, mi destino quedó sellado al volver a ver a mi padre frente a mí. Leo no era un oscuro recuerdo del amor de mi madre, sino que estaba con vida.

¿Cómo explicar todo lo que viví desde entonces? No sé ni por dónde empezar, cuando comencé mi entrenamiento jamás pensé que iba a llegar a ser tan buena, nunca pensé que iba a pasar un año de mi vida sin familia. Sola, sin amigos.

A pesar de mi buen proceso de entrenamiento no puedo sentirme orgullosa de nada de lo que he logrado aquí, ni siquiera con mi relación con mi padre que siempre se limito a una distancia marcada, conversaciones triviales a la hora de la comida, él intentando involucrarse con la persona que yo era antes de estar aquí. Las primeras noches recuerdo contarle varias cosas de mi vida, hasta que veía como le brillaban los ojos, entonces me retraía y guardaba silencio.

Pronto aprendí a contenerme ante sus preguntas y pronto el dejo de preguntar.

Quería contarle todo porque le conocía y me caía bien, pero desarrollar el afecto hacia mi padre me resultaba confuso. Cambie tanto que la chica que llegó a este lugar le resultaría irritante, sé que definitivamente me odiaría, me olvide del sueño universitario, de las estaciones llenas de color, de la lluvia mojando mi cabello al olvidar mi paraguas en casa, las risas de Maddie y Samantha, empujarnos, Scott tratando de alcanzarnos, los almuerzos con Connor cuando se unió a nosotros, me olvide de cómo se sentía esa etapa en mi mente todo se repetía con vivos colores, pero ¿Yo? No podía sentir nada... O a lo mejor solo lo reprimía, porque no podía asimilar que esa versión de mí ya no estaba, que esa...etapa se había esfumado para siempre. Me han asignado un rol de trabajo, tengo juntas, tengo informes que completar, no trabajo en oficinas por obvias razones... Quizá el enorme temor de mi padre a simplemente huir.

Hay una cuenta bancaria a la cuál ingresan mis salarios, hubo un pastel en mi mesa de noche al despertar cumpliendo 18 años, pero de todas formas nada de esto es real para mí. No sé como irme de aquí ahora...Por más que he mirado los boletos de avión, el proceso de facturar mi maleta, mis credenciales en mi bolsa de trabajo, simplemente...No hago nada, porque olvide como empezar de nuevo.

— ¿Cómo fue tu día hoy? — Al oír su voz volví de nuevo.

— No puedo quejarme — Di un bocado a mi comida.

— Esperaba que poco a poco me comentaras que te ha parecido unirte a la ley.

— Esta bien, no pagan mal — Le miré.

— He estado pensando en que podrías tomar unos días y volveríamos a tu ciudad.

— ¿Volver? — Pregunté — ¿De qué hablas?

— Pensé que te gustaría ver de nuevo a tu mamá y a tu hermano.

Tomé aire y cerré los ojos mientras sostenía uno de los cubiertos.

— Me encantaría, papá. — Le respondí. — Solo dame unos días para tramitar el permiso y apenas tenga una respuesta de mi jefatura te digo en que fecha puedes comprar los boletos.

Él asintió.

— Tú... ¿Te sientes cómodo con la idea de ver a mamá de nuevo?

— Llevo mucho tiempo esperando esto, no te imaginas cuánto — Susurró.

— Pudiste hacerlo antes. — Le respondí. — Decirle que estoy bien, que estaba contigo.

— Se me cae la cara de vergüenza — vi sus ojos cristalizarse. — Se me cae la cara al contarle que su niña desapareció para tener el mismo destino que le arrebato a su esposo.

Deje mi comida de lado y tome sus manos.

— ¿Crees que puedas ayudar a este viejo a contarle la verdad?

Asentí y me arrodillé en el suelo para abrazarlo.

A lo mejor por esto siempre evadía profundizar con él las charlas, quizá porque vendrían esos sentimientos feos, esos que yo ya no quería sentir; desde una profunda tristeza, hasta una rabia confusa que se enrredaba con el querer empatizar con un hombre viejo y frustrado. Cómo si se tratará de magia, mi corazón pudo abrirse un poco.

— Te perdono papá, te perdono por lo que te he resentido por tanto tiempo.

Punto de vista de Connor:

Un año, un maldito año siendo culpable de algo que yo no hice.

No me imagino lo horribles que fueron sus últimos momentos de vida, no me imagino que tan miserable se sintió. Las amistades en las celdas y sus familias aceptaron dinero de parte de mis padres, lo suficiente para no darme una bienvenida.

Muchos se quedaron a mi lado, terminaron escuchando mi historia, pero no sé si todos la creyeron. Sin embargo, no puedo dormir tranquilo en las noches, porque Emily no quiere salir de mi pensamiento.

No es la primera vez que la imagino a mi lado o que sueño con ella, pero cuando sueño con ella la veo muy cambiada. He tenido tiempo para reflexionar, para cuando los días son grises y amargos en esta soledad, he tenido momentos en los cuales cierro mis ojos e imagino todo ese futuro que la vida no pudo permitirnos...He llorado en silencio tantas veces porque la extraño tanto, porque se me apachurra el corazón al pensar en su voz silenciada.

A veces pienso como es el cielo...La imagino en un inmenso mar, entre las olas que golpean la orilla, donde la arena es fresca y se convierte en un reflejo del cielo la veo correr con fuerza, la imagino sonriendo pero también pienso en su llegada a aquel lugar, la noche fría, las rocas y el mar, pero todo lleno de neblina, la imagino tan confundida como probablemente abandono este mundo y les juro que siento que se me escapa el aire al pensarlo, siento que me ahogo en un bucle infinito, pero luego...Esa neblina se iba y el sol empezaba con sus rayos a enseñarle aquél lugar donde su alma descansaría y quizá por segundos siento un consuelo enorme en el corazón, un calor, un autoengaño cuando abro los ojos...Porque aunque no lo converso a menudo hay una pequeña fracción de su corazón que le imagina viva tal y como las cartas que su madre me ha escrito...Donde me cuenta de esa llamada, donde me dice que se siente sola porque cree que nadie tomara sus palabras como verdaderas, donde me pide perdón porque oyó la voz de mi Emily cuando yo ya era un recluso.

Una mujer loca y trastornada, de ese modo la catalogo mi papá cuando le conté... En una llamada, porque nunca me visitan y los entiendo, ellos no me conocen y yo tampoco conozco al tipo de personas que son.

Lo que se vive aquí adentro, aquí se queda.

Al ver todo lo que me rodea ahora comprendo el miedo de cada madre o padre de familia tiene: Una mala amistad o decisión, podría destruir en segundos lo que ellos construyeron en años. Nadie que realmente te amé desearía verte en un lugar como estos.

Sí así de mal luce una correccional, imaginen una prisión.

AMIGOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora