Matrimonio Arreglado

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Cuando eres un Dios menor muchas veces no tienes muchas libertades, cuando eres el hijo de la muerte tienes aún menos libertades. Ahora estaban sentados en una fina sala de estar, esperando pacientemente al emperador del imperio ártico, el Blood God, Missa realmente no estaba contento con lo que estaba a punto de pasar, pero no tenía ni voz ni voto en esta situación.

"Ah," luego de esperar un rato, un hombre de cabello rosa y colmillos de jabalí entró a la sala, "Mi querida muerte, siempre es un placer tenerte aquí." Dijo el Dios abriendo sus brazos para saludar a su madre.

"Oh, Techno, nos conocemos desde milenios, por favor dime Catrina." Dijo su madre, levantándose para aceptar el abrazo del Dios.

La mirada color sangre del Dios se fijo en Missa, y lo observo de arriba hacia abajo, "Como tú deses, Catrina, ¿Así que este es el muchacho?" Dijo el Dios con una sonrisa burlona.

"Es un placer conocerlo, señor." Dijo Missa con una reverencia.

"Espero que hayan tenido un buen viaje," dijo el Dios, "Sientes por favor, Philza estaba en una reunión, se unirá a nosotros en 10 minutos."

Philza, ese era el nombre del mortal con el que se iba a casar. Era un compromiso que hizo cuando tenía alrededor de 500 años, no sabía por qué su madre le había hecho mantener su promesa.

"Por supuesto," dijo su madre con una sonrisa, sentándose en uno de los elegantes sillones y palmeando su lado para que él se sentara cerca de ella.

Se quedaron un par de minutos en un silencio tenso, mientras el Blood God bebía algo rojo de una copa, Missa prefirió no pensar en que era.

"Entonces... joven muerte," dijo el Dios, girando la copa entre sus dedos, "¿Qué piensas de todo este asunto?"

La pregunta lo desconcertó, se había metido tanto en su pequeño mundo que no había estado prestando atención, "Es un honor cumplir mi deber, señor" respondió, de manera automática, nunca lo había pensado, simplemente le habían impuesto esta misión, y como los mortales morían en un par de años, Missa no esperaba apegarse al hombre.

Techno soltó una carcajada que sonó casi como un gruñido, "Ah, los dioses jóvenes, siempre tan políticamente correctos."

En ese momento las puertas dobles de caoba se abrieron, "Lamento la demora." En la entrada había un hombre rubio, de grandes alas negras, que brillaban con el reflejo de las velas, su mera presencia parecía ocupar toda la sala de estar.

Missa giro su mirada para observar al hombre, su voz era suave, pero sonaba firme, sus ojos eran de un azul gélido, e inmediatamente se posaron en Missa, donde sus ojos morados se toparon con esos azules hielo haciendo que un pequeño escalofrío corriera por su espalda.

"Tú debes ser Missa," dijo el mortal extendiendo su mano para que él se la diera.

"No sabía que los mortales estaban tan cómodos con los dioses como para llamarlos por su primer nombre." Dijo Missa, no tocando al hombre, no se había puesto sus guantes y probablemente podría matarlo con un solo toque.

Philza arqueó una ceja ante la respuesta de Missa, su sonrisa cordial transformándose en una mueca disgustada. "Y yo no sabía que los dioses menores eran tan groseros como para no estrechar la mano del emperador del Imperio Ártico." Dijo, retrayendo la mano que había extendido.

El silencio era demasiado tenso, hasta que Catrina se levantó para intervenir, "Disculpa a Mors, Emperador, no está acostumbrado a interactuar con mortales, siempre olvida sus guantes" dijo su madre tomando a Missa por el hombro y apretándole con fuerza, lastimando a su hijo a propósito. "Su toque es fatídico para los mortales, lo lamento mucho."

Philza entrecerró los ojos y bufó, "está bien," dijo con una voz cargada de desagrado, "supongo que hemos de perdonar la inexperiencia del joven dios"

Missa gruñó ofendido, "¿Inexperiencia? Disculpe Emperador, pero espero que no confunda mi precaución por la inexperiencia."

La temperatura de la habitación parecía haber descendido un par de grados, la tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo.

"Lamento no haber estrechado su mano," dijo Missa extendiendo su mano con una sonrisa macabra, "¿Desea estrecharla ahora y averiguar qué pasa?'

Philza soltó una risa seca, "Buen intentó, darling," dijo en un tono enfermamente dulce, "pero no podrá deshacerse de mí tan fácil." La sonrisa de Phil se volvió fría como el hielo, "Me temo que me has malinterpretado, pequeño dios, no estoy aquí para ganarme tu aprobación." 

Missa entrecerró los ojos, su aura oscureciendo sutilmente. "Y yo no estoy aquí para ser su mascota divina, Emperador."

Catrina y Techno intercambiaron miradas preocupadas mientras la atmósfera en la habitación se volvía cada vez más hostil.

"¿Por qué no firmamos el contrato?" Dijo Techno tratando de romper la tensión.

Catrina lanzó una mirada de advertencia hacia Missa, sus ojos chispeando con un reproche silencioso. Missa se obligó a calmarse, aunque seguía sintiendo el peso de la mirada gélida de Philza, quien no apartaba los ojos de él, como si quisiera cortar su cabeza en ese mismo instante.

Philza, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, se dirigió hacia el enorme escritorio de caoba que dominaba un lado de la sala. "Me parece adecuado. Así ambos podemos terminar con esta ridiculez en cuanto antes," dijo con un tono de aparente despreocupación mientras se sentaba en la silla y extendía un pergamino. Sus ojos no abandonaron los de Missa, desafiándolo a retroceder.

Missa avanzó lentamente hacia el escritorio, cada paso resonando en la sala como un eco frío. Se detuvo junto al Emperador, quien inclinó el pergamino hacia él sin decir una palabra. Las letras en tinta negra parecían brillar a la luz de las velas, describiendo detalladamente el pacto que los uniría.

Sin dejar de mirar a Philza, Missa tomó la pluma que Techno le ofrecía. "¿Esto es todo lo que se necesita para sellar la unión?" Preguntó, su voz impregnada de sarcasmo, como si aquella formalidad fuera una mera burla de su libertad.

Philza soltó una risa seca. "Te sorprendería cuántas uniones imperiales se han firmado así. Aunque, claro, tú puedes tener otras ideas sobre el compromiso, little god," replicó, con un tono burlón.

Missa entrecerró los ojos, cada fibra de su ser gritándole que desintegrara a aquel mortal insolente, pero sabía que hacer algo más solo pondría a su madre en una posición incómoda. Firmó con un golpe final de la pluma, su nombre apareciendo en el pergamino con un brillo sombrío.

"Bien," declaró Philza, firmando con su nombre bajo el de Missa, sin apartar su gélida mirada. "Parece que estamos... atrapados."

Ambos se miraron, sin ceder un centímetro. Techno se aclaró la garganta, rompiendo el silencio con un tono que intentaba sonar casual. "Supongo que pronto tendrán tiempo de conocerse mejor. He preparado un ala especial en el palacio para que vivan juntos."

Philza y Missa parecieron tensarse al mismo tiempo, ambos mirando a Techno como si acabara de decir el comentario más absurdo del mundo.

"¿Vivir juntos?" Preguntaron al unísono, sus voces cargadas de incredulidad.

"Oh, vamos," dijo Techno, apenas conteniendo una sonrisa maliciosa. "Sería lo más conveniente. Después de todo, ahora están oficialmente comprometidos."

[[FLUFFTOBER 2024 DEATHDUO]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora