[[FLUFFTOBER 2024 DEATHDUO]]

Supersticiones

Philza en su gran mayoría, era un hombre racional, no creía en lo sobrenatural por el simple hecho de que los espectros tenían su dimensión y su esposa y su novio hacían un excelente trabajo en mantenerlo así. Pero Philza era supersticioso, se asustaba cuando veía una urraca, descruzaba los cuchillos encima de la mesa, no dejaba que nadie pusiera sus zapatos en la mesa, nunca pasaba por debajo de escaleras y jamás lo verás abriendo un paraguas dentro de casa.

Missa encontraba eso entrañable, después de todo él era la muerte, este tipo de cosas no eran más que cuentos de viejas para 'espantar' a la mala suerte. Pero de todas formas dejaba que su novio hiciera este tipo de cosas, porque su novio podía dormir placidamente en los brazos de la muerte, pero jamás haría la colada un día domingo para evitar lavar la buena suerte.

Tallulah siempre encontraba las supersticiones de su padre graciosísimas, era muy chistoso ver a su padre correr por la casa, poniendo herraduras, correteando urracas o colgando flores de cempasúchil en las ventanas. Y Chayanne aunque se hacía el duro e indiferente como su papá Missa, siempre se preocupaba de lazar sal por su hombro si la derramaba y colgaba el sombrero de Tallulah en el perchero y no en la cama. 

Tallulah siempre encontraba las supersticiones de su padre graciosísimas, era muy chistoso ver a su padre correr por la casa, poniendo herraduras, correteando urracas o colgando flores de cempasúchil en las ventanas. Y Chayanne aunque se hacía el duro e indiferente como su papá Missa, siempre se preocupaba de lazar sal por su hombro si la derramaba y colgaba el sombrero de Tallulah en el perchero y no en la cama.

Missa nunca olvidaría la vez que Philza casi tiene un ataque al corazón cuando Chayanne puso sus nuevas botas sobre la mesa de la cocina. El rubio había entrado justo en ese momento y casi deja caer su taza de té.

"¡Por el amor de todo lo sagrado, Chay! ¡Baja esos zapatos de la mesa!", chilló Philza, corriendo a quitar las botas. "¿Quieres que toda la mala suerte del mundo caiga sobre nosotros?"

Missa, quien estaba preparando la cena, tuvo que contener una risita. Era adorable ver al temible Ángel de la Muerte preocupándose por un par de botas sobre la mesa.

"Pero papá," protestó Chayanne, "solo quería mostrarle a Lullah los dibujos que les hice..."

"¿Por qué no puede poner las botas en la mesa?", preguntó Tallulah con señas, genuinamente curiosa.

"Porque trae mala suerte, princess," explicó Philza mientras colocaba las botas en el suelo con tanto cuidado como si fueran explosivas. "Como abrir paraguas dentro de casa o..."

"O como lavar la ropa en domingo," interrumpió Missa con una sonrisa traviesa, "¿verdad, querido?"

Philza le lanzó una mirada que pretendía ser seria, pero terminó siendo cariñosa. "Te burlas ahora, pero cuando vivía solo y lavaba los domingos, siempre me pasaban cosas terribles."

"¿Como qué?", preguntó Chayanne, ahora intrigado.

"Bueno, una vez lavé un domingo y al día siguiente todas mis gallinas dejaron de poner huevos por una semana."

Tallulah empezó a reírse silenciosamente, sus hombros sacudiéndose con la risa.

"¡Es verdad!" Insistió Philza, aunque una sonrisa se asomaba en sus labios. "Y otra vez..."

Missa escuchaba las historias de su novio con cariño. Él, que había visto el nacimiento y la muerte de incontables civilizaciones, encontraba un encanto especial en cómo Philza mantenía vivas estas pequeñas tradiciones. Quizás porque, al final del día, estas supersticiones eran una forma de mantener viva la memoria de aquellos que vinieron antes, y eso era algo que la Muerte podía apreciar.