JUNGKOOK
Las dos semanas siguientes transcurrieron tranquilamente. No hubo más noticias de la guarida. No más visitas extrañas, no más amenazas.
Jungkook aún no podía evitar la sensación de estar esperando a que cayera el otro zapato.
Lo cual no significaba que las dos últimas semanas no hubieran sido las más felices de la vida de Jungkook -no es que hubiera mucha competencia en ese sentido, al menos no antes de llegar a Hyde Park-.
Habían sido, sobre todo, una revelación en todo lo relacionado con Jin. O quizá una... intensificación.
Porque no fue hasta que las barreras de Jin se relajaron que se dio cuenta de cuántas había habido, de lo aterrorizado que había estado su vampiro ante el juicio y el rechazo.
Era como si la transformación de Jungkook, ahora rematada con la nueva seguridad de que Jin podría quedarse en Hyde Park todo el tiempo que quisiera, hubiera derribado la última barrera en su mente sobre ellos dos, la última capa de inseguridad sobre sus debilidades percibidas.
Jin ya no fingía que no odiaba estar solo.
Era abierto sobre el hecho de que quería a Jungkook a su lado todo el tiempo, si era posible. Tenía claro cuánto deseaba que lo tocaran. Que lo abrazaran, en realidad. Se metía constantemente bajo el brazo de Jungkook, o se le echaba en la espalda. Cuando estaban solos en casa, se ponía de puntillas, le rodeaba el cuello con los brazos e insistía en que lo llevara en brazos por toda la casa.
La primera vez se había mostrado adorablemente tímido, pero la satisfacción de Jungkook a través del vínculo lo tranquilizó rápidamente y ahora Jin nunca dudaba en iniciar cualquier tipo de contacto. Porque eso era lo que estaba empezando a comprender: Jin podía ser codependiente, pero Jungkook era igual. Se deleitaba en la necesidad que Jin tenía de él, en su constante contacto físico. Su bestia... tenía hambre... siempre, de Jin.
Y eso llevaba, a menudo, a formas más íntimas de contacto. Enfrentado al monstruoso apetito de Jungkook por él, Jin se había sentido más cómodo pidiendo lo que había empezado a llamar 'tiempo de amor', en el que se recostaba y dejaba que Jungkook adorara su cuerpo, lo desmenuzara pieza a pieza mientras le decía todo el tiempo lo perfecto, lo magnífico, lo bueno que era.
Era el puto pasatiempo favorito de Jungkook.
¿O era ver películas, cuando Jin hablaba de cada escena, con sus reacciones en voz alta, sincera y ridícula? ¿O era cada momento en que se le permitía estar al lado de Jin?
Así que ahora Jungkook se encontraba en Death by Coffee, esperando a su vampiro, contento de estar allí para que Jin saludara y sonriera entre clientes, aceptando las cejas levantadas sardónicas de Colin ante su elección de material de lectura -Jane Eyre, por insistencia de Jin-.
Y entonces, mientras Jungkook pasaba otra página de su ridículo libro, entró un hombre fornido de cabello oscuro, sacudiéndose la nieve de las botas en la puerta y allí estaba el otro zapato.
Sergei Kalchik, antes mano derecha de su padre, ahora de su hermano.
Observar la forma familiar en el café, ver a una de las personas exactas que había estado temiendo que lo siguieran finalmente allí... fue sorprendentemente anticlimático.
Jungkook era ahora un maldito vampiro ¿Qué demonios iba a poder hacerle un mafioso de poca monta?
Vio cómo Jin saludaba al recién llegado con su habitual entusiasmo.
—¡Bienvenido a Death by Coffee!
Sergei le gruñó antes de que su atención se centrara instantáneamente en Jungkook, que estaba en la esquina; ya debía de haberlo visto a través de la ventana.
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MI PEQUEÑO VAMPIRO
RandomCuarto libro de la serie de vampiros, adaptación hecha al Kookjin. Corresponde a la historia de Jay, personaje de los adaptaciones anteriores.