ONCE

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JUNGKOOK

Jungkook era un caso perdido aún más de lo que había pensado.

Porque uno pensaría que, ahora que tenía a Jin en su vida de forma real -en su casa, en sus manos, en su puta boca-, sería capaz de mantenerse alejado de la cafetería, pero aparentemente no. En absoluto.

Había pasado una noche a solas sin contacto con Jin -sin mensajes de texto, sin perspectivas inmediatas de volver a verle- y volvía a recurrir al comportamiento de acosador.

Y no solo estaba atravesando aquella puerta que sonaba de forma odiosa, sino que, por alguna razón, estaba sujetando una cajita, una que se sentía más que tonto por haber traído. Pero no podía evitarlo.

Con todo, el tintineo de la campana sobre la puerta principal de Death by Coffee sonó como una acusación.

Pero no pudo castigarse durante demasiado tiempo, porque allí estaba Jin, absurdamente adorable con una especie de mono de pana sobre un suéter morado, mirando fijamente a la caja registradora. La mayoría de las mesas de la cafetería estaban ocupadas, pero no había cola, posiblemente porque Jungkook había elegido deliberadamente una hora en la que esperaba que hubiera calma en la cafetería y Jin no tardó en darse cuenta de su presencia, esbozando una de sus radiantes sonrisas y saludando con la mano cuando se acercó.

—¡ Jungkook! ¡Hola! Ya estás aquí. Qué bien.

—Hola, gatito —dijo Jungkook, resistiendo el impulso de sonreírle como un loco. Aun así, se sintió lo bastante magnánimo, ahora que tenía a Jin de nuevo en el punto de mira, como para hacer un gesto de reconocimiento a Alicia, que atendía la máquina de café.

Jin apoyó las manos primero en el mostrador, luego en la caja registradora y después jugueteó con el cierre de su mono.

—Te he echado de menos y solo ha pasado un día ¿No es curioso?

El corazón de Jungkook se encogió ante su confesión despreocupada. Tal vez por eso sus propias palabras le salieron más fácilmente de lo que hubiera esperado.

—Yo también te he echado de menos, kotyonok.

Jin se desabrochó y volvió a abrocharse el botón del hombro.

—¿En serio? —preguntó, con una timidez poco característica en su voz.

Jungkook se dio cuenta entonces de que, de cerca, Jin parecía un poco... diferente. Un poco apagado, a pesar del evidente placer que le producía su llegada.

Dejó la caja sobre el mostrador y se inclinó hacia él.

—Eh, ¿estás bien?

Jin se encogió de hombros, todavía jugueteando con el botón de su mono.

—Es que he estado un poco estresado. Eso ha sido... estresante.

Jungkook no tenía ni idea de a qué "eso" se refería. ¿El café? ¿Algo con los amigos de Jin? ¿ Jungkook?

—¿Quieres hablar de ello?

El ceño de Jin se frunció, apenas un poco y soltó el botón de su mono, en lugar de eso, hurgó en una de las bolsas de granos de café que había en el mostrador. Lo que salió de su boca a continuación no fue lo que se esperaba.

—Creo que deberíamos tener sexo con penetración.

A Jungkook se le salió el aire del pecho. ¿Cómo era que siempre le hacía eso? El vampiro, ciertamente protegido, tenía casi cero experiencia sexual, cero juego de seducción y sin embargo siempre tiraba de la alfombra con tanta facilidad, dejándolo desesperado y deseoso como nadie lo había hecho nunca.

MI PEQUEÑO VAMPIRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora