TRES

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JIN

Kook había vuelto. Jungkook, se recordó Jin cuando sonó la puerta y llegó su nuevo cliente habitual favorito. El otro día le había dicho a Jin que lo llamara Jungkook.

A Jin le gustaba. La pequeña "ei" añadía un poco de suavidad al nombre del humano, lo que le añadía a él un poco de suavidad en general. Lo cual era agradable, porque Jungkook podía ser un poco... intimidante.

Para empezar, era alto. Mucho más alto que Jin, prácticamente por más de diez centímetros. Y, en segundo lugar, era muy, muy guapo. Simplemente... bastante atractivo en general. Su cara, su nariz larga y recta, su mandíbula robusta y masculina. Su constitución, con hombros anchos y manos grandes a juego. Incluso sus antebrazos eran extrañamente bonitos cuando se echaba hacia atrás las mangas del suéter, como ahora. Estaban salpicados de vellos dorados, de un color que hacía juego con el vello de la mandíbula firme de Jungkook. Jin quería frotarse contra aquellos brazos como un gato. Su bestia también.

Pero eso sería raro ¿no? Los humanos no se frotaban contra otros humanos que apenas conocían.

Así que nada de roces. Y, además, Jin había estado contando algo ¿Qué había estado contando?

Correcto, las formas en las que Jungkook era intimidante.

Así que, tres, su apuesto rostro siempre se mostraba un poco severo, a menudo esas cejas doradas y oscuras fruncidas en un sutil ceño. No precisamente un ceño fruncido, pero también no era un no- ceño fruncido

Lo bueno que esas cejas severas siempre se relajaban con Jin. Le gustaba ver cómo sucedía, al momento en que Jungkook le llamaba la atención y el ceño se suavizaba hasta convertirse en... no se podía decir que fuera una sonrisa, exactamente, pero como mínimo era neutral. Eso siempre hacía que Jin se sintiera bien.

Hoy Jungkook llevaba un suéter negro y unos vaqueros de aspecto desgatado. No parecía llevar abrigo tan a menudo como otros humanos ¿Quizá cuando un humano era tan grande no se enfriaba tan fácilmente? Jin se lo preguntaría a Jimin después. Su amigo enfermero siempre sabía datos médicos importantes como ese.

En cualquier caso, Jungkook vestía mucho de negro y gris. Lo suficiente como para que Jin considerara que su sentido de la moda era un fastidio. Pero el nuevo cliente favorito de Jin se salía con la suya porque tenía esos ojos de colores y el cabello más bonito que había visto jamás. Y aunque Jungkook siempre llevaba ese bonito cabello recogido y Jin realmente -como, realmente- quería verlo suelto, siempre había esos pequeños mechones que se escapaban alrededor de su cara y que le quedaban bastante bien.

Así que, en realidad, Jungkook no necesitaba llevar nada súper brillante para seguir siendo el más guapo de la habitación.

Y ups, ahora estaba allí, en el mostrador. Jin había estado mirándolo otra vez. Por suerte también había estado saludando como un loco, así que tal vez Jungkook no se había dado cuenta.

—Jin —saludó Jungkook, con voz ronca y áspera por el frío exterior.

—¿Crees que me quedaría bien un moñito? —preguntó Jin, estudiando el moño dorado de Jungkook—. Aún no tengo el cabello tan largo, pero si lo tuviera... —levantó la mano y tiró de todos los mechones oscuros que pudo para que parecieran un moño, aunque solo la mitad de ellos llegaron a formarlo, el resto le caía alrededor de las orejas—. ¿Qué te parece?

Jungkook ladeó la cabeza, considerando detenidamente los intentos de Jin.

A Jin le gustaba tanto, tanto, el modo en el que Jungkook solía estudiarlo, tan atento y serio. Nunca eludía las preguntas de Jin con una carcajada o una mirada de soslayo, como hacían otras personas. Por eso era el nuevo cliente habitual favorito de Jin.

MI PEQUEÑO VAMPIRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora