JUNGKOOK
Jungkook sintió un fuerte pinchazo, un breve ardor y luego... oh, joder.
Inspiró agitadamente, sorprendido a su pesar por la lujuria que inundaba su cuerpo, los zarcillos de excitación que comenzaban en su cuello y corrían por sus venas, la extraña sensación que le hinchó la polla en un instante.
Sabía -se lo habían advertido- que el mordisco sería placentero, pero esperaba que fuera algo parecido a cuando un médico dice que una inyección no va a doler. Una pequeña mentira. Una mentira piadosa. Una obviedad necesaria para lograr el resultado deseado.
Pero Jin había sido sincero. Se sentía bien. Se sentía tan. Malditamente. Bien.
Jungkook se agarró con más fuerza a las caderas del pequeño vampiro, complacido sin medida por la intimidad de la posición que Jin había elegido para alimentarse: sobre el regazo de Jungkook, con aquel trasero respingón apretado contra la polla cada vez más dura de Jungkook.
Aspiró el maravilloso aroma a menta de Jin.
Debería estar siempre aquí —pensó Jungkook soñadoramente, escuchando los sonidos extrañamente eróticos de los golosos tragos de Jin—. En mis brazos.
Se encontró reclinándose aún más contra el sofá y apoyando una mano en la nuca oscura de Jin, instándole a que se acercara.
—Toma todo lo que necesites, kotyonok. Bebe hasta saciarte.
Jungkook sabía -en ese rincón de su mente, el pequeño lugar no nublado por este deseo obsesivo- que en teoría debería estar más asustado en ese momento. Hacía apenas una hora que había descubierto que los vampiros existían -y que el dulce y adorable Jin era uno-, ¿y ahora estaba dejando que Jin se diera un festín con su cuello?
Jungkook probablemente debería estar considerando la posibilidad muy real de que en algún momento de aquella noche hubiera enloquecido de verdad y todo aquello fuera una especie de elaborada ilusión que tenía lugar después de haber perdido la puta cabeza.
Pero las sensaciones eran demasiado claras, demasiado reales. Los ruiditos hambrientos de Jin, el calor de su pequeño cuerpo, el dolor de la erección de Jungkook que se tensaba contra su cremallera. Se sintió satisfecho de que el vampiro también estuviera excitado, apretándose contra el bulto de Jungkook, al parecer inconscientemente.
Jungkook sintió una oleada de celos al pensar en Jin haciendo eso con Colin, pero la emoción pasó rápidamente. Porque, en realidad, lo que Jungkook había encontrado en el callejón no había parecido ni de lejos tan íntimo.
Había una diferencia entre lo que Jin sentía por ellos dos; Jungkook estaba cada vez más seguro de ello.
Y ese era el quid de la cuestión, ¿no? Por qué Jungkook lo permitía -no solo lo permitía, sino que prácticamente lo suplicaba-. Porque había estado deseando acercarse a Jin, ser especial para él de alguna manera, esta maravillosa y sangrienta puerta se había abierto para ambos.
Jungkook podía darle a Jin algo vital. Algo necesario para su propia existencia. Algo horriblemente íntimo que potencialmente podría abrir aún más puertas a aún más intimidades.
Se hundió en los almohadones del sofá, sintiéndose a la vez exaltado e insoportablemente relajado. Un poco mareado también, pero era un pequeño precio a pagar.
La alimentación había durado lo suficiente como para que Jungkook tuviera serios temores de correrse en los pantalones como un adolescente con su primer manoseo cuando Jin finalmente se retiró, sus colmillos deslizándose fuera de la piel de Jungkook. Pero no hizo mucho por disminuir la excitación cuando Jin empezó a lamer suavemente el cuello de Jungkook.
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MI PEQUEÑO VAMPIRO
AcakCuarto libro de la serie de vampiros, adaptación hecha al Kookjin. Corresponde a la historia de Jay, personaje de los adaptaciones anteriores.