H2O sirenas del mar - One shots

Lewis Mccartney

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Lewis Mccartney

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El cielo se tornó en nubes grises, mientras pequeños truenos resonaban en el interior de aquel manto de tormenta, amenazando con liberar su carga de lluvia en cualquier momento. En una banca de la parada de autobuses, se encontraba una joven vestida con un hermoso vestido de flores; sus delicadas telas danzaban al compás del viento, como si las flores mismas cobrarán vida. La chica sonreía al inhalar el fresco aroma de la lluvia que se avecinaba —siempre había sido su clima favorito—.

En ese instante, a lo lejos, divisó a un chico rubio que corría hacia ella, sosteniendo un paraguas roto que apenas lograba protegerlo de las inclemencias del tiempo, su corazón dio un vuelco ante la imagen, y no pudo evitar sonreír al verle acercarse, cuando llegó junto a ella, lo saludó con un cálido "Buenos días", a lo que él respondió de manera nerviosa, acomodando el paraguas mientras un bufido escapaba de sus labios, como si la situación le resultara divertida y frustrante a la vez.

—¿Puedo sentarme? —Preguntó el rubio con una mezcla de timidez y determinación.

La chica le ofreció una sonrisa radiante, invitándolo a compartir la banca. Así, juntos, se sumergieron en el sonido del agua al impactar contra el suelo, un concierto de gotas que creaba una atmósfera mágica.

El rubio, embelesado por la alegría que iluminaba el rostro de la chica, se atrevió a romper el silencio—Te gusta mucho la lluvia ¿Verdad? —Su voz era suave, como un susurro en medio del estruendo.

—Me encanta, es hermoso —Respondió ella, cerrando los ojos y dejando que las gotas cayesen sobre su piel. Él la miró con admiración, sintiendo que la belleza de ese momento se grababa en su memoria.

Antes de que pudiera articular más palabras, llegó el autobús. La chica se levantó, y antes de abordar, se volvió para despedirse del chico con un gesto de la mano que él guardó en el rincón más hermoso de su corazón.

...

Los días pasaron donde siempre se encontraban los jóvenes; pero en esta ocasión ella se encontraba allí nuevamente, con unos auriculares que la aislaban del mundo mientras disfrutaba de su música. De pronto, sintió su presencia y al abrir los ojos, se encontró con el mismo chico rubio, sonriendo de manera cómplice. Intercambiaron miradas y sonrisas, disfrutando del silencio que se había formado entre ambos; ero el momento no tardó en interrumpirse con la llegada del autobús, fue entonces cuando él con el corazón acelerado, la llamó.

—Quería saber si aceptarías salir conmigo —Dijo su voz temblaba un poco, revelando lo nervioso que estaba—Me presento, soy Lewis.

—Soy T/N —Respondió ella, su sonrisa radiante iluminando el día nublado—Acepto, nos vemos el sábado a la misma hora en este lugar, si puedes.

—Entonces, te veo ahí —Dijo él, una chispa de felicidad brillando en sus ojos mientras ella subía al autobús.

...

El sábado llegó, Lewis aguardaba en el mismo lugar, vestido con una elegante camiseta azul clara y unos pantalones oscuros que acentuaban sus rasgos. De pronto, escuchó unos tacones acercándose, al girar quedó hechizado al ver a T/N, que lucía un vestido blanco adornado con girasoles, sus labios, pintados de un suave rojo, y su cabello ondeando con el viento, la hacían parecer un sueño.

Ambos se acercaron, y con un hermoso gesto, se tomaron de la mano, dejándose llevar por la corriente del amor que los rodeaba, decidieron ir a un pequeño restaurante al aire libre, donde el suelo estaba cubierto de conchas marinas y luces de focos delicadamente colgadas entre las hojas de palmera creaban un ambiente idílico. Compartieron historias de sus vidas mientras degustaban la comida, riendo y disfrutando de la compañía.

La música comenzó a sonar más fuerte, y las parejas se levantaron a bailar. Lewis, sintiendo la chispa de la valentía, extendió su mano hacia T/N. Con una sonrisa de asombro, ella aceptó, y él la llevó a la pista de baile. Poco a poco, con pasos tímidos, pero con el guiño de la confianza que ella le otorgaba, comenzaron a bailar. Las luces danzaban en el aire, y en medio de la magia, Lewis giró a T/N, permitiendo que su vestido brillara a la luz multicolor.

Cuando sus miradas se encontraron, el mundo pareció detenerse. Sus rostros se acercaron, el latido de sus corazones resonando en un eco perfecto. Fue entonces que, accidentalmente, un mesero empujó a Lewis sus labios se unieron en un beso tímido, ya que, hace rato ese mesero había visto ese amor que florecía entre los jóvenes y les ayudo a darle un empujoncito. Se separaron un instante, mirándose con cariño, antes de perderse nuevamente en el arte de besarse.

Esa noche, cuando ambos regresaron a sus hogares, el recuerdo de la cita los acompañó en forma de sonrisas y palpitaciones aceleradas, cada uno reviviendo los momentos con una emoción arrolladora.

...

Pasaron los días, los meses, y la vida continuó; pero la conexión entre T/N y Lewis permaneció, se comunicaban a través del teléfono, compartiendo sueños y anhelos, hasta que la vida, en su desenfreno, exigió un alto. T/N se dedicó a su trabajo en la guardería, persiguiendo su sueño de ser pediatra, mientras que Lewis se sumergió en sus estudios en la América.

Una mañana, T/N volvió a la parada de autobuses, donde el clima había decido sorprenderla con una lluvia inesperada, aunque el cielo no lucía oscuro. Con una sonrisa en el rostro, extendió su mano hacia el cielo, sintiendo cómo las gotas la acariciaban. Fue entonces cuando, de repente, unos pasos apresurados la hicieron voltear, ante sus ojos se materializó Lewis, su primer amor, sosteniendo un paraguas nuevo y elegante.

—Hola T/N —Saludó él, su sonrisa brillando al igual que en su memoria—Qué bueno verte.

—Hola Lewis —Respondió ella.

Sus corazones parecían latir al unísono, creando un ambiente romántico que se entrelazaba con el murmullo de la lluvia. A lo lejos, un arcoíris empezaba a formarse, como el símbolo perfecto de que la magia entre ellos nunca había desaparecido.