025 | Hogsmeade

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❝Se puede decir que es la primera cita del año... o de la vida.❞

CAPÍTULO VEINTICINCO

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CAPÍTULO VEINTICINCO

Hogsmeade


Sus pesadillas eran cada vez peores, de una noche a otra, las pesadillas de Daniel eran cada vez peores y realistas, lo que lo hacía despertarse a media noche, sudando y con su corazón latiendo con fuerza, antes de que se intentará mantener en control y se arrastrara por su cama hasta que su espalda quedará en la cabecera, como en esa noche. Era su octavo día de quinto año, con las clases siendo cada vez más pesadas y sus nervios siendo cada vez peor, con la duda de qué era y las cartas del Señor Oscuro siendo cada vez más constantes, aterrándolo cada vez más.

Observó su almohada al olfatear algo quemado, con sus ojos cayendo en las cenizas que había creado de lo que antes era su preciada almohada, haciendo que soltara un gemido de tristeza. Era la segunda almohada que había quemado en toda la semana, las cuales no podían arreglarse por magia por mucho que lo haya intentado; Se levantó de su cama y observó la ventana, con los rayos del sol apenas llegando a las seis de la mañana.

Limpió su sudor mientras salía de su habitación, tomando un abrigo que lo hacía sentir a gusto incluso cuando él solo podía emitir calor, tomando el libro de Historia de la Magia que no había terminado a lo largo de la semana y que hablaba de la aparente ''condición'' que tenía. Se sentó en uno de los cómodos sillones de la sala común y se arropó lo más que pudo, leyendo.

Un Reditus no es un ser de paz, nacieron del fuego y la maldición asesina que provocó la presunta muerte de un fénix. No hay bondad en actos tan malignos como esos, un Reditus no es bueno. El ser un recipiente es tener el peor de los castigos, y su única salvación es morir y esperar que no te encuentre aún después de la muerte.

Daniel sintió su corazón latir con fuerza por ello, cada vez más aterrado y llevando sus manos a su rostro, incapaz de poder creerlo. Él no podía tener a un Reditus, él no quería eso. Él no quería ser el recipiente de un ser sobrenatural, él no podía estar involucrado con las Artes Oscuras.

—¿Daniel?—Preguntó la conocida voz de Harry Potter detrás de él, provocando que el mencionado lo observara. Harry tenía puesto su pijama y sus cabellos estaban alborotados, con sus ojos verdes adormilados y sus gafas redondas mal puestas.—¿Estás bien?—Se sentó junto a él, mientras el pelirrojo analizaba sus movimientos.

—Por supuesto.—Respondió, cerrando el libro que tenía entre sus manos y dedicándole una pequeña sonrisa.—¿Qué haces despierto a esta hora?

—Tengo clase de Transformaciones en dos horas.—Comentó Harry, acercándose cada vez más a él.—¿Y tú? ¿Qué haces leyendo tan temprano? Y más historia de la magia.—Rió con gracia, observando al pelirrojo algo confundido.

𝐒𝐓𝐀𝐑𝐁𝐎𝐘 |𝐇𝐀𝐑𝐑𝐘 𝐏𝐎𝐓𝐓𝐄𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora