Los días pasaban, y aunque Mateo seguía aferrándose a los últimos resquicios de su antigua vida, sentía cómo Carolina, la parte demoníaca en su interior, comenzaba a tomar más y más control. Cada transformación se hacía más natural, menos sorprendente. Sin embargo, el proceso no estaba exento de resistencia, y aunque Mateo intentaba mantener su humanidad, sabía que estaba peleando una batalla cada vez más difícil de ganar.
Aquella tarde, Mateo se miraba al espejo, inquieto. Había vuelto a su forma masculina después de varios días como Carolina, pero se sentía extraño. Su rostro, sus gestos, incluso su postura, todo parecía no encajar. La ropa masculina le resultaba incómoda, como si no perteneciera a su piel.
Se tocaba sus labios recordado los besos de su amado. Mateo realmente estaba enamorado de aquel ente.
Intentaba convencerse de que esto era lo correcto, de que debía luchar contra su naturaleza demoníaca, pero cada vez que lo hacía, la duda lo carcomía.
Con solo recordar el miembro de su amado recorriendo su interior, no podía resistir el placer aunque sea un hombre en ese momento. Ema lo dejaba solo para que pueda desfogar toda esa presión.
—¿Estás bien? —preguntó Ema, entrando en la habitación con una mirada de preocupación que rápidamente cambió a interés.
Mateo asintió, pero su expresión revelaba lo contrario. Ema lo observaba con curiosidad, como siempre. Desde que había abrazado su papel como sirvienta de Carolina, su actitud había cambiado. Ya no era la amiga confiable que apoyaba sin cuestionar. Ahora había un deseo oscuro en sus ojos, una excitación que no intentaba disimular. Ema disfrutaba del proceso de transformación de Mateo y del poder que Carolina, con su naturaleza demoníaca, ejercía sobre todos.
—No me siento como yo —respondió Mateo, su voz cargada de dudas.
Ema se acercó a él y le acarició suavemente el hombro, sus dedos deslizándose por la tela de su camiseta.
—Es porque ya no eres el mismo —susurró con un tono que mezclaba comprensión y manipulación—. Carolina es parte de ti. Lo que sientes es tu verdadera esencia emergiendo. Es normal que ahora te sientas incómodo en esta forma.
Ema agarro su miembro. —Como hombre no puedo ser tu sirvienta fiel y esto — . Ema apretado su miembro es un problema.
—Es tu debilidad, puedo darme cuenta que solo pensar en nuestro amo te exita demasiado.
—El amor demoníaco es así, lleno de pasión.
Mateo se alejó de ella, frotándose las sienes, intentando aclarar su mente. Sabía que Ema tenía razón, pero la idea de perderse completamente lo aterraba. Sin embargo, cada día que pasaba como Carolina, esa resistencia se debilitaba.
—No quiero perderme, Ema —dijo, su voz casi en un susurro.
Ema lo miró fijamente, con una mezcla de empatía y dureza.
—No lo harás, Mateo... o, mejor dicho, no perderás lo que eres. Simplemente estás cambiando. Es como una metamorfosis, y en lugar de pelear contra ella, deberías aceptarla.
Ema había leído y estudiado sobre los súcubos y su naturaleza desde que se había convertido en la sirvienta de Carolina. Había aprendido que las criaturas como Carolina no se aferraban a la moral humana. El bien y el mal eran conceptos ajenos a ellas, y todo lo que importaba era el poder, el control, el placer.
—Es difícil aceptar esto, Ema. No puedo evitar sentirme culpable, como si todo lo que hago como Carolina fuera... erróneo.
Ema rió suavemente, como si encontrara ingenua la declaración de Mateo.
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Chica Demoníaca /TG/
FantasyMateo un chico de 20 años con un bajo perfil esta cursando la universidad. Por cuestiones del destino se topa con una chica que lo convence de ir a una reunión el cual resulto ser una secta. Mateo se termina involucrando en una fallida invocación de...