El resto del día visitamos un pueblo cercano, que estaba considerado uno de los más bellos de la Península, en el cual hicimos una búsqueda del tesoro.
Llegamos al albergue cansados, con ganas de ducharnos. Compartíamos baño con todos los chicos del resto de institutos, por lo que por pudor y por lógica (luego me costaría mucho poder entrar, las duchas estarían abarrotadas), me metí en la cabina uno de los primeros. Salí intentando no chocar con la multitud masculina, y me sequé en la habitación (cosa que no se debía de hacer para no mojar el parqué). Álvaro me sacó tema de conversación en el rato en el que yo cambiaba de ropa, y yo ya sin toda la vergüenza, le respondía lo mejor que podía mientras yo me desvestía, mostrando en alguna ocasión más de lo que debía. El chico se mordió los labios y se levantó. Cuando creí que me iba a besar, paso de largo y se fue de la habitación.
Cenamos todos juntos, y esta vez la comida estaba caliente, lo cual era un avance. Antes de irnos a la cama íbamos a hacer un juego todas las noches. La gente se enfadó cuando se supo que sería un escondite en la oscuridad. Algunas chicas de mi clase dijeron que se negaban a jugar, Andrés les respondió con que era obligatorio hacerlo.
El juego solo tenía dos normas: no dejar que te pillasen para ganar y no usar la linterna. Aunque, por preocupación, nos dejaban llevarla, pero el que la usara sin justificación tendría un castigo, nos advirtieron los monitores.
Pillaban tres alumnos de otro instituto.Sonó el silbato y todos salieron corriendo. Entre tanto caos me perdí, todos salieron corriendo, sin poder haber escapado con ninguno de mis amigos. Un chico de los que pillaban me vio y corrió hacia mi, así no me quedo otra que salir corriendo sin pensar adonde iba. Seguí caminando hasta avanzar unos metros y me escondí detrás de un tronco.
Escuche como el chico se acercaba lentamente, mientras yo contenía la respiración. Una rama se rompió a escasos metros de mi, no iba a tardar mucho en ser descubierto.Salí corriendo de nuevo, esta vez con más ganas, como si mi vida dependiese de ello. No volví la vista atrás hasta que supe que estaba a salvo. No había visto a nadie en mi camino, pero tampoco es que hubiera corrido una gran distancia. Me topé entonces con el albergue. "Sería muy buena idea ir a por la botella de mi mochila.", pensé.
Las puertas estaban cerradas, así que recorrí el edificio para comprobar las ventanas. Una estaba mal cerrada, la abrí y me colé de un salto. Caí sobre el parqué. Encendí la linterna y mire al mi alrededor, esa no era mi habitación.
Salí al pasillo, mi habitación estaba al lado. Con más discreción, volví a usar la linterna y encontré mi botella de agua donde estaba. Los tragos me calmaron y mi respiración volvió a ser normal. Estaba sudando. De ninguna manera me iba a meter en la cama en ese estado, así que decidí portarme mal.
Saque otra ropa limpia y me metí en la ducha. Se sentía muy bien el ducharse sin ningún extraño alrededor. Le di a mi cuerpo el ritual de purificación que necesitaba, pasando la esponja por cada centímetro de piel. Me seque en el baño sin pudor alguno. Gracias a Dios que había puerta, si no alguien podría escuchar el agua cayendo.
Me cambié en mi habitación.Iba a salir, pero algo me llamó la atención.
De un cajón salía un sonido. Este era como el de una vibración. Encendí la luz de la habitación y miré la procedencia del ruido.
Lo que sonaba era un móvil, el cual emitía el sonido de una alarma. Estaba prohibido tener encendidos los dispositivos dentro del albergue, ya que se consideraba que el sitio debía de ser "un refugio de paz alejado de las distracciones contemporáneas." Sospecho que a los profesores les gustó mucho esta norma.No me sonaba que ninguno de mis amigos usaran ese móvil, ya que se veía muy antiguo. Lo encendí, no tenía contraseña. La pantalla estaba sucia y agrietada.
Para sentir más privacidad, apagué de nuevo la luz. El fondo de pantalla era negro, no mostraba de quien era el móvil. Tampoco había redes sociales, y también había muy pocas aplicaciones.Tras espiar algunas que no me aportaban mucho, entre a la galería. Solo había porno. Vídeos de todas las clases, de tías de edades dispares. Me llamo la atención unos vídeos más antiguos, en los que se mostraba a tíos masturbandose. También eran muy diversos, de todos los tamaños y razas.
El silbato volvió a sonar. Deje el móvil en su mismo sitio, deseando volver a ver más vídeos. Salí por donde había vuelto.Nadie sospecho de que había estado fuera. Excepto Ale, que notó el cambio de ropa.
-¿Y esa camiseta más chula?- me dijo mientras volvíamos a la habitación.
-¿Me vas a pedir sexo a cambio de tu silencio, es eso?
-Joder, ¿de verdad crees que haría algo así?- se acercó a mi oído y me susurró.- Ven al baño a las una, no tardes.
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La zorra de los vestuarios
RomanceAl ser gay, nunca me ha gustado la hora de ducharme después de Educación Física, aunque es excitante bañarse en pelotas con muchos adolescentes heteros, puede llegar a ser muy incómodo. Pero un día me pasó algo que haría que cumpliese todas mis fant...